La crisis económica actual tras la pandemia del coronavirus es “coyuntural”, como avalan los expertos y poco, o nada, tiene que ver con la crisis de 2008, que fue estructural. Pero la economía de los hogares se está resintiendo, al igual que hace una década, y se han empezado a registrar los primeros impagos en la hipoteca.
El Estado de alarma y la paralización de gran parte del tejido productivo español están pasando factura. La destrucción de empleo y el cierre de negocios coloca a las familias en una situación de vulnerabilidad, que les hace muy complicado afrontar los gastos corrientes mensuales.
Por su parte, las entidades financieras fueron el epicentro de la pasada crisis, pero ahora deben ser el dique de la crisis del coronavirus. El objetivo es evitar daños estructurales: que no fluya el crédito, y que haya empresas viables empujadas a cerrar.
En este sentido, el Gobierno ha aprobado medidas extraordinarias en el marco del Estado de alarma como moratorias y avales públicos. Pero no han logrado frenar el repunte de la morosidad, aunque todavía sea manejable.
TITULIZACIONES DE BANCOS
De hecho, la morosidad en hipotecas ha repuntado en marzo, según los datos extraídos de las titulizaciones. Los bancos titulizan parte de su cartera de hipotecas, que son “activos ilíquidos”, para obtener liquidez con la emisión de instrumentos y traspasar parte de los riesgos a los inversores.
De este modo, los bancos venden los préstamos a un fondo (que puede ser de una gestora creada por el banco o un tercero), y este emite bonos que dan derechos de cobro sobre las hipotecas.
Volviendo al impago por parte de los hipotecados, las moratorias no han dado su fruto. Mientras que cerca de un tercio de las pymes se ha quedado fuera del sector de pequeñas empresas que se pueden beneficiar de los avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO).
DETERIORO DE LAS CUENTAS
En declaraciones a MERCA2, el presidente del Foro de Economistas Inmobiliarios del Colegio de Economistas de Madrid, Julián Salcedo, explica que “estamos viendo con preocupación el deterioro de las cuentas de resultados de los bancos al cierre del primer trimestre 2020, cuando solo habían transcurrido 15 días desde la declaración del Estado de alarma, cuando ya está prorrogado hasta el 10 de mayo y, cuando, en la declaración realizada este martes, el Presidente de Gobierno ha hecho pública una hoja de ruta, con cuatro fases, que nos llevará hasta finales de junio”.
“Esto es, al menos 3 meses y medio, una tercera parte del ejercicio 2020, en la que los bancos no cobrarán intereses, pero sí tendrán que soportar los costes de su financiación ajena y los costes de capital, período en el que se habrán disparado todas las alertas por riesgo de impago, con el correspondiente impacto en sus indicadores de mora”, critica.
Además, Salcedo insiste en que durante el periodo de la moratoria, el acreedor, el banco que ha concedido el préstamo o el crédito, «deja de cobrar intereses por el capital concedido, deja de cobrar las mensualidades, y verá prorrogado el vencimiento durante un tiempo adicional, durante al menos tres meses, pero sin saber exactamente su alcance, por cuanto el Consejo de Ministros puede aprobar discrecionalmente prorrogar la duración de la moratoria».
Y destaca el caso del Banco de Santander, “uno de los más solventes de nuestro país”, que ha hecho público que su beneficio del primer trimestre se ha visto reducido en un 82%, tras haber dotado provisiones por 1.600 millones de euros.
Estas provisiones son las estimaciones sobre el impacto que se producirá en las cuentas de los bancos, derivado no solo de esta moratoria. “Tengo que decir que apenas se han beneficiado de la moratoria un pequeño porcentaje de deudores, no creo que muchos más lo puedan hacer, tanto por el papeleo que supone solicitarla, como por la mora (retrasos, impagos) que esperan que se produzca en los próximos meses, consecuencia de los ERTEs, despidos, cierres de empresas, etc.”, lamenta Julián Salcedo.
IMPACTO FINANCIERO EN BANCOS
Por otro lado, el presidente del Foro de Economistas Inmobiliarios alerta de que es previsible que los bancos “sufran un impacto financiero en sus balances, consecuencia de la menor entrada y retirada de depósitos de sus clientes, con lo que podrían ver deteriorada no solo su solvencia sino también su liquidez, con los riesgos que ello supondría para depositantes, accionistas y bonistas”.
En cuanto al impacto del impago y el deterioro de la liquidez bancaria, Julián Salcedo asegura que se va a producir un endureciendo de las condiciones para la concesión de nuevos créditos, por ejemplo, al consumo, “reduciendo el volumen de préstamos y créditos y su cuantía, y encareciéndolos. Obvio”.
Además, señala que “el impacto de la moratoria y los previsibles impagos se traducen en costes que tienen que ser repercutidos de alguna manera a alguien, y esos serán todos aquellos que soliciten, amplíen o tengan que renovar un préstamo o crédito”.
Por último, Salcedo lanza una reflexión: “Piensen ustedes en la situación financiera que tiene que estar atravesando PYMES y autónomos después de mes y medio de cierre y lo que les queda. ¿Qué tendrán que hacer inevitablemente? Ir al banco a pedir un crédito, que será más difícil que les concedan y, desde luego más caro”.