Nunca el famoso 20 de abril de los Celtas Cortos fue tan anómalo. Algunos recordarán esta fecha en el año 1992, cuando España se unía en la inauguración de la Expo de Sevilla; hoy, el país se encuentra también unido, pero la causa es bien distinta. Hoy, 20 de abril de 2020 el eco de aquella letra sigue resonando entre los que cantaron y bailaron al ritmo del grupo vallisoletano. Así ha sido el destino que esperaba a la banda.
Entre concursos y pequeños conciertos, los Celtas Cortos sufrieron la metamorfosis que les catapultaría años más tarde al éxito. Influencias folk y el gusto por la música de corte celta, el rock&roll y una pizca de pop, por lo de enganchar a todos los públicos, fueron los ingredientes perfectos para sonar en España y parte del extranjero durante años. Unos duros inicios en el ‘salvaje mundo de la música’, con rechazo por parte de las discográficas incluido, les llevaron a plantearse la disolución del grupo.
Pero apareció la chispa de magia que faltaba. La maqueta de diez temas que habían rechazado los sellos interesaba a Paco Martín, propietario de Twins. Bajo el paraguas de este sello ve la luz su primer álbum en 1989, ’Salida de emergencia’. La acogida que tuvo el disco está avalada por las 60.000 copias que se vendieron. Una cifra satisfactoria, sobre todo si se tiene en cuenta el tiempo récord en el que se grabó, tan solo diez días.
Llegaba la década de los años 90 y los gustos cambiaban. Y así, poco a poco, los Celtas Cortos fueron dejando de lado los temas instrumentales en sus discos para adentrarse en la letra de lo que serían los grandes éxitos que marcarían a toda una generación.
DESDE 1990 HASTA EL 2000
Los primeros diez años de Celtas Cortos vienen a ser algo así como su época dorada. La producción de discos era casi anual, y los fans cada vez más numerosos. En 1990 lanzaron ’Gente impresentable’, que fue el primero de los discos que dejaba a entrever lo que sería la esencia de la banda de rock vallisoletana. Solo cinco de los once temas tenían letra, pero eso bastó para alcanzar las 180.000 copias vendidas.
Más de 200 conciertos en los dos años siguientes elevaron a los Celtas Cortos al éxito. Vivieron una subida imparable que les llevó a tocar ante 25.000 personas en Las Ventas, ante 63.000 fans en las fiestas del barrio de la Mercè de Barcelona o en la Expo de Sevilla; incluso a cruzar el charco hasta el New Music Seminar de Nueva York.
El 30 de abril los Celtas Cortos hubieran actuado en el festival VIÑAROCK
Este segundo disco fue el segundo y último que la banda grabó de la mano de Twins antes de que el sello pasase a integrarse en Discos Radiactivos Organizados (DRO). Esta discográfica (DRO) se convirtió en la más importante de España a nivel independiente, pues además de su gran apuesta por los Celtas Cortos, resuenan en sus anales los nombres de Fangoria, Los Nikis, Loquillo o Nacha Pop.
Sea como fuere, ya en la escudería del Grupo DRO, los Celtas Cortos dieron el pelotazo definitivo. Más de 300.000 copias, un nuevo récord batido con ‘Cuéntame un cuento’ en 1991. Este disco además de disparar las ventas del grupo, también incluía más letra en sus canciones. Algunos de los temas más icónicos de Celtas Cortos pertenecen a este disco: ‘Cuéntame un cuento’, que da nombre al álbum, y la gran epístola de la música, ’20 de abril’.
Para estos momentos su respaldo musical ya estaba consolidado. Y en esta misma década llegarían cinco nuevos discos. ‘Tranquilo majete’ (1993), su cuarto álbum, no logró superar el éxito del anterior, pero se convirtió en el impulso necesario para dar el salto a otros países. Méjico, Italia, Portugal o Suiza figuran en su ruta, aunque la mayor aceptación se da en Francia y Alemania. Así en 1995 editan el recopilatorio ‘Vamos’ para Francia y Alemania.
‘En estos días inciertos’ (1996), ‘Nos vemos en los bares’ (1997), ‘El alquimista loco’ (1998) y ‘Tienes la puerta abierta’ (1999) son los discos que cierran sus primeros diez años de andadura en el mundo de la música. A este fin de década hay que añadirle el adiós del que había sido el vocalista, Jesús Cifuentes ‘Cifu’. Todo un punto de inflexión en su carrera.
LA DÉCADA DE LOS 2000
Los Celtas Cortos entraban en los 2000. Una década marcada por los recopilatorios. La salida de Cifu daba paso a Antonio E. Muñoz ‘Antuan’ como vocalista. Tras dos años de discos recopilatorio, en 2003 llegaría ‘C’est la vie’. Tardó en llegar y el resultado no fue muy bueno, pues tal y como reconocen en uno de los sitios web del grupo “pasó desapercibido en el mundo musical, y las pocas críticas que tuvo fueron relativamente malas”.
Cifu dejó la banda para iniciar su carrera en solitario con el grupo ‘Cifu y La Calaña Sound’
La situación se invirtió con la vuelta de Cifu y la publicación de ’40 de abril’ en 2008. El efecto que causa este lanzamiento en los fans lleva a prolongar la gira de este disco durante dos años. Para estos años, la discográfica DRO, que había acompañado a los Celtas durante su carrera, ya pertenecía a Warner Music International. El grupo americano había adquirido al endedudado Grupo DRO por unos mil millones de pesetas de la época. De esta manera había nacido DRO EastWest.
LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS
Nueva década y nuevo disco. En 2010 salía al mercado musical ‘Introversiones’. Se trata de uno de los mejores discos de la banda, según críticos musicales, algo que sorprende teniendo en cuenta la época en la que se graba. ‘Contratiempos’ (2014), ‘Energía positiva’ (2018) y el más reciente, ‘30 aniversario: Sólo recuerdo lo bueno, de lo malo nada’ (2019) son los discos de los últimos diez años de un grupo surgido al calor de los años 80 en España.
Los Celtas Cortos tienen una calle con el nombre de la banda en su tierra, Valladolid
Más que por la innovación musical, los últimos años han significado reconocimiento y conmemoración. El lanzamiento del videoclip de ’20 de abril’ en 2019 trajo de vuelta a la memoria de muchos nostálgicos lo que significó aquel tema. El emplazamiento más icónico posible, la cabaña del Turmo, fue el escenario elegido para el videoclip de la canción más reproducida de la historia del grupo.
LA CABAÑA DEL TURMO
Conocida para casi todos como ‘La cabaña del Turbo’, este emblemático lugar está ubicado en el pirineo oscense. Y, como los propios Celtas Cortos se ha encargado de difundir, no es turbo, sino Turmo. Esta pequeña construcción que vive en la memoria de todo aquel que haya escuchado alguna vez la canción de ’20 de abril’ es un refugio para los pastores que cuidan del ganado.
Gracias a la letra del grupo vallisoletano también se ha convertido en un lugar de peregrinación. Sin embargo, hace unos tres años saltaba a las noticias el pésimo estado de conservación en el que se encontraba la caseta. La popularidad le servía para algo, pues se creó una campaña de micromecenazgo para su rehabilitación. Un año después de la puesta en marcha del proyecto, la recaudación ascendía a los 18 millones de euros. Todo un hito en una campaña de este tipo.
Treinta años después, los Celtas Cortos acumulan más de dos millones de copias vendidas. En Spotify alcanzan los 500.000 oyentes mensuales. Y la estrella de su carrera, ’20 de abril’ cuenta con más de 13.000.000 de reproducciones; mientras que, ‘Cuéntame un cuento’ tiene más de 9.000.000, y ‘La senda del tiempo’ 6.000.000 de reproducciones.
Algunas de las voces más populares del panorama musical de ayer y de hoy han verriondo sus canciones, señal de que todavía hoy siguen sonando en radios, televisiones y fiestas patronales, entre otros. Y todavía queda gente que se pregunta cuál era el destino de los Celtas Cortos. No ha sido otro que hacer bailar y gozar a cientos de miles de personas durante sus tres décadas, cantando a grito pelado ’20 de abril del 90’.