Machado llora por su Castilla: el Covid-19 se ensaña con la meseta

Castilla no muere, la están matando. Estos podrían haber sido versos de Antonio Machado hablando de Castilla; pero solo es la dura realidad. Esta muerte antes lo provocaba la falta de oportunidades que ha generado una lenta y continua erosión en el número de habitantes. Ahora, la estupidez humana ha dejado libre en la región un brutal asesino que atemoriza al mundo. El coronavirus ha encontrado en la meseta central un territorio propicio -dado el envejecimiento de la población y su precario sistema sanitario- para ejecutar su matanza. De hecho, tanto Castilla y León como Castilla-La Mancha se sitúan entre las zonas más mortíferas en el planeta y, también, entre las que más muertes parecen esconder.

El rastro de covid-19 en una población se mide, con mayor frecuencia, a través de dos cifras: cuántas personas están infectadas y cuántas han muerto. Y ambos son excesivamente limitados. Así, el primero es muy incierto, puesto que la mayoría de los países no evalúan a las personas que parecen saludables. En España, además, el número de test para las zonas rurales son muy limitados. Lo anterior ha provocado que los investigadores opten por centrar sus esfuerzos en las muertes. Pero las nuevas estadísticas han empezado a certificar que las cifras actuales de fallecidos están subestimando el daño.

Los nuevos parámetros toman el volumen total de muertes certificadas, las comparan con las de años antes (tendencia de muertes naturales) y el excedente la distribuyen entre las que se explican, oficialmente, por el coronavirus y las que no. Al aplicar está nueva metodología se aprecia que covid-19 está siendo especialmente letal en las Castillas españolas, muy por encima que en Madrid o el resto de regiones en Europa, salvo el epicentro del brote en la italiana Bérgamo.

MÁS DE 500 FALLECIDOS SIN EXPLICACIÓN EN UNA SEMANA

Los datos en Castilla y León son aterradores. La cifra media de muertes por cada 100.000 habitantes es de 20, pero en la semana del 17 al 24 de marzo se acercó a 40, según un estudio realizado por el centro de investigación de salud del Gobierno. El problema es que del exceso de fallecimientos registrados, covid-19 solo explica un porcentaje muy pequeño que apenas supera el 20%. En otras palabras, que hay más de 360 muertos que ni están en la media de muertes naturales ni tienen otra explicación plausible, al menos según los datos oficiales.

Las cifras en Castilla-La Mancha pese a ser algo menores, también la sitúa entre las zonas más mortíferas en las que se está propagando el virus. Así, de las 20 muertes naturales por cada 100.000 habitantes se pasó a unas 38, entre el 15 y el 24 de marzo. La diferencia, de entre 15 y 18 muertes, covid-19 solo explica la mitad, por lo que de nuevo existe un desfase muy grande. En concreto, ese número de fallecidos total sin una justificación, al menos oficial, ascendió a más de 160 personas.

En definitiva, entre ambas Castillas hay más de 500 muertes que no están justificadas. Una auténtica barbaridad para una sola semana y más sin estar en el pico de la epidemia. Por ejemplo, las cifras de Castilla y León doblan a las de Madrid, pese a ser el epicentro del virus. Para encontrar una región a dicho nivel hay que viajar hasta Bérgamo, el primer foco reconocido en Europa, donde murieron 2.420 personas más que hace un año y de las que covid-19 solo explica 1.140. Aunque eso sí en todo el mes, por lo que es probable que dichas regiones españolas puedan superarlo próximamente.

UNA REGIÓN PROCLIVE PARA LA DEBACLE

La dramática situación que vive la Castilla de Machado no debería sorprender a nadie. Tanto Castilla y León como Castilla-La Mancha tenían todas las papeletas para sufrir el golpe más duro. En primer lugar, la estupidez humana como fuerza inexorable de propagación. Por suerte o por desgracia, ambas regiones son la primera frontera con el foco principal del virus, Madrid. Un núcleo que primero se potenció al retrasarse las medidas de parálisis. Hay que darle las gracias a que las autoridades gubernamentales cuando miraron para otro lado, agravando la situación, por motivos políticos como el 8M.

Una vez que el número de infectados se disparó, llegó la propagación. Los jóvenes que estudiaban en la capital regresaron a sus hogares, dado que muchos proceden de estas regiones dada su cercanía. También se potenció el turismo, el buen tiempo llevó a muchos madrileños a pasar los fines de semana en las zonas colindantes o segundas residencias. De hecho, el 14 de marzo el 112 denunció que La Pedriza, en plena sierra madrileña, estaba llena de gente. Una semana después, cuando el confinamiento llevaba una semana, en poblaciones cercanas a la capital el número de vehículos se multiplicó.

Otra de las razones, es alto número de personas mayores, dada la alta mortalidad que presenta el coronavirus sobre dicho colectivo. En especial, en Castilla y León, ya que la comunidad es la segunda región de España con la población más envejecida, con una edad media de 47,5 años. Por su parte, Castilla-La Mancha cuenta con mejores datos, ya que la cifra es de poco más de 43 años. Pero, ambas, sobretodo la primera, está lejos de Madrid donde la longevidad media es de 42 años.

SIN RECURSOS Y OLVIDADOS POR EL GOBIERNO

A todo lo anterior, se le añade una carencia severa de medios médicos. En especial, en las regiones limítrofes a la capital como Soria o Segovia. De hecho, han sido ambas provincias las primeras en colapsar realmente en España a pesar de que el número de infectados era menor. Aunque, obviamente dichas cifras no son más que una trampa. Por un lado, aunque el volumen parezca pequeño si se miden por el tamaño de la población los infectados oficiales están disparados respecto de otras zonas de España y del mundo.

Por otro lado, no existe capacidad real en España en estos momentos para que los test lleguen a las zonas rurales. La única salvación en muchas localidades es la sacrificada y valiente actuación de la Cruz Roja, para poder servir de apoyo a personas mayores que necesitan ayuda para realizar sus distintas labores. Aun así, es imposible que lleguen a todos y la población se siente desprotegida.

Aunque la situación más terrible se da en muchas residencias de ancianos de pequeñas localidades donde los casos se apilan y no hay acceso a los test para cuadrar la situación. Es el caso de Riaza, una pequeña localidad segoviana, donde se llevan mucho días reclamando el acceso a estás pruebas, pero que son denegadas por las instancias políticas. De nuevo, la ineptitud e irresponsabilidad de los que mandan en el país está matando las zonas rurales. El problema es que está el destrozo será mayor, acelerado y en forma de muertes que, una parte importante de ellas eran evitables.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2