Un verano sin fiesta en Ibiza: temporada de julio y agosto con turismo familiar

Enormes carteles plagados de colores extravagantes con las imágenes de los DJ más populares del mundo. Garitos en plena playa, da igual la hora del día, con música de ambiente. Incluso hoteles más conocidos por sus fiestas que por sus vistas u hospedaje. Ibiza ha sido el oasis de los amantes de la música (tecno, dance y otras variantes más duras) durante muchos años. Incluso, el pasado año se atrevieron con el reggaeton, lo nunca visto. Pero, en este verano todo ello no será más que un buen recuerdo.

El de 2020, será un verano totalmente diferente a lo que conocíamos. Esa es una de las únicas certezas que a día de hoy deja la pandemia del coronavirus. Los destinos de vacaciones de playa y fiesta, donde las aglomeraciones son la norma, dejarán paso a otros planes mucho más reducidos y familiares. De hecho, en el epicentro del turismo de ocio en España, Ibiza, la mayoría de hoteleros está trabajando en potenciar este tipo de planes de cara a los meses de julio y agosto.

A día de hoy, reconocen fuentes del sector, es la idea más plausible que barajan como salida a la actual situación. La de condensar la temporada en la isla únicamente en los meses de julio y agosto y, a su vez, buscar un público con unos intereses diferentes. Al fin y al cabo, parece casi seguro que habrá aforos reducidos y las grandes discotecas apenas puedan abrirse para albergar a miles de personas. Ahora, el plan es explotar otra de las joyas que también posee Ibiza para atraer al cliente más exclusivo: sus calas de agua turquesa, sus playas más buscadas y su cercanía a la isla de Formentera.

IBIZA, MÁS EXCLUSIVIDAD QUE NUNCA

La reducción de plazas y las limitaciones de aforo tienen varias consecuencias importantes. El más importante es que producirá un notable incremento de los precios, salvo sorpresa de bloqueos internacionales en las fronteras. La afluencia masiva de visitantes ha tenido como resultado una democratización de la isla, dentro de lo excesivamente cara que siempre ha resultado, de tal manera que a más plazas los costes se pueden repartir más y la competencia (al menos en los alojamientos) bajar los precios.

Pero, ahora las limitaciones provocarán que los precios se deban aumentar para no acabar en perdidas. Al fin y al cabo, se cobra por noche y se debe intentar compensar, al menos para tapar la parte fija, en 60 días lo que el año pasado, por ejemplo, fueron cerca de 180. En definitiva, que para que salga a cuenta abrir de media los precios deberán multiplicarse por tres y, aun así, difícilmente se podrán equilibrar las cuentas. Todo ello, de nuevo, pensando que no habrá limitaciones en los vuelos y la demanda fluctuará normalmente.

EL PLAN B, SERÍA NO ABRIR

La idea de condensar la temporada en los meses de julio y agosto es el plan A, pero también existe un plan B: no abrir, perder el año entero y limitar en lo posible los costes. Una medida que supondría un golpe mortal para la economía local. La temporada en Ibiza, que empieza mucho antes del verano y se extiende hasta primeros de octubre, es una fuente de recursos casi inagotable. De hecho, el grueso de la recaudación sirve para afrontar todo el año con mucho menos negocio.

Pero, no solo para los establecimientos, empresarios y población local, sino también para muchos trabajadores de otras zonas que acuden a la isla. Mucho dinero en muy poco tiempo. Aunque eso sí, también poniéndole muchas horas. Así definen la temporada en Ibiza durante los meses de verano muchas personas que se dedican a trabajar en Ibiza y Formentera y que después vuelven a su ciudad para pasar el resto del año.

En definitiva, el turismo de ocio y fiesta está más amenazado que nunca en este 2020. Por suerte, algunas regiones como Ibiza que cuenta con un patrimonio paisajístico importante pueden enfocar de forma diferente los problemas actuales y centrarse en el tradicional negocio familiar vacacional. Algo, que otros muchos tendrán más difícil y que, probablemente, les obligará a permanecer cerrados o muy limitados todo el año. La isla se enfrenta a un nuevo reto, ¿será capaz de permanecer en silencio en verano por primera vez en muchos años?