Las ínfulas de los grandes directivos del Ibex ha hecho un agujero de 1.200 millones de euros a sus compañías. El actual colapso en el que vive el mercado, provocado por el coronavirus, ha dejado una incómoda situación para las firmas: así, mientras empresas como Meliá, IAG (Iberia) o la gran banca (BBVA, Banco Santander o Banco Sabadell) se afanan por rascar ayudas del Gobierno, en su caja fuerte retienen acciones propias (autocartera) valoradas en más de 4.550 millones para remunerar a ejecutivos y accionistas de sus años de bonanzas.
La recompra de acciones ha sido una práctica utilizada siempre para incrementar la rentabilidad de los propietarios. Pero en los últimos años ha ganado todavía mucha más fuerza. En principio, el factor fundamental fue la excesiva liquidez que inundaban los mercados, debido a las medidas de los bancos centrales, unido a que las rentabilidades esperadas eran pequeñas. Incluso, algunos casos algunas empresas han aprovechado los bajos tipos de interés para endeudarse y comprar acciones, una decisión que se ha mostrado nefasta, tras el hundimiento del último mes.
Además, ha influido otro factor fundamental: el fiscal. Los programa de recompra de acciones tienen dos utilidades convencionales, según el manual más clásico de inversión. En primer lugar, evitar posibles ataques especuladores que supusiesen un hundimiento del valor de la cotización. Un hecho, que salvo excepciones no ha ocurrido. El segundo, incrementar la remuneración de accionistas (al retirar los títulos del mercado) y directivos (al entregarles dichas acciones). Todo ello, sin tener que pagar a Hacienda como si ocurre con los dividendos.
LAS ESPAÑOLAS DEL IBEX SE HAN GASTADO 4.556 M€ EN SUS TÍTULOS
Por todo ello, las empresas se han afanado en llenar sus cajas fuertes con acciones propias para, después, poder decidir que hacer con ellas. En la actualidad, las compañías españolas que figuran en el selectivo tienen bajo llave más de 562,6 millones de títulos propios por los que han pagado 4.556 millones. Pero, el valor real de dicha inversión se ha desplomado tras el mazazo del coronavirus sobre los mercados y apenas supera los 3.370 millones.
El impacto ha sido especialmente virulento para las grandes compañías. En el caso de ACS, la constructora de Florentino Pérez, el saldo negativo casi alcanza los 165 millones. La siguen otras firmas como Repsol que pierde 155 millones, Naturgy se deja algo más de 77 millones o Iberdrola que supera, también, los 150 millones. Aunque, el mayor desplome es el de Acerlomittal que ha visto como el valor de su autocartera se ha desplomado más de un 65%.
En este apartado, el de las pérdidas de valor de la autocartera la banca se salva. En cierta medida, claro. Las seis mayores entidades de España suman un saldo negativo en su autocartera de un 120 millones. La baja cifra, pese al hundimiento de sus cotizaciones, se debe a que en los últimos años no se han podido prodigar con las compras de acciones. La razón es, por un lado, las exigencias del BCE sobre los colchones de capital requeridos. Y, por otro, que la política de dividendos ha sido muy ambiciosa para compensar el bajo rendimiento del negocio.
UN AGUJERO DE 1.200 PUEDE AFECTAR A INVERSIONES FUTURAS
Uno de los problemas del hundimiento de los mercados y, con ello, del valor de la autocartera de las compañías es que limita la capacidad de muchas en el futuro. Hace no mucho, las dos promotoras más importantes del país, Neinor y Aedas, iniciaban un ambicioso plan de recompras de acciones como forma de rentabilizar sus excedentes de caja para próximas inversiones. Incluso, en el caso de la primera, se llegó a pedir prestado dinero para acometerlo. Ahora, ambas medidas arrojan un agujero millonario importante.
Aunque, no el único problema en el corto plazo para las compañías. Otro importante, es que los Gobiernos han empezado a poner el foco en esa caja fuerte. El primer en dar el paso fue el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que exigió a las aerolíneas del país una porcentaje de sus acciones (equity) para desbloquear las ayudas al sector. La razón es que las peticiones de rescate, de unos 50.000 millones, prácticamente coincidía con el volumen gastado en los últimos años para otorgar ganancias a los accionistas.
En definitiva, que la decisión de Trump iba directamente proyectada para evitar que las ayudas del Estado se transforme en un rescate encubierto a los accionistas. En España, pronto podríamos asistir a un debate similar. Uno de los ejemplos será el de Meliá que posee más del 3% de sus acciones, por las que ha pagado más de 45 millones de euros, mientras que se suma a la lista de compañías del sector turístico que exigirán ayuda al Gobierno.