¿Por qué debemos criticar?

Ante la tan penosa situación que se vive hoy día, hay dos posturas posibles: la primera pasa por conformarse con lo que nos está viniendo y esperar a que el temporal escampe, de forma acrítica; la segunda (no incompatible con la primera, que es de suyo forzosa) pasa por cuestionar el comportamiento de los gestores públicos allí donde opinamos que es criticable. Como puede verse, soy claramente partidario de la segunda opción.

Pero, en sus ya pródigas comparecencias públicas, el presidente del Gobierno pone especial ahínco en dividirnos entre, de un lado, los que admiten sin rechistar los hechos y los dan por buenos (esos, según él, reman a favor del bien), y, de otro, nos pone a los que somos contestatarios a su gestión. Esta dicotomía, este maniqueísmo es muy propio del Personaje al que me refiero: en un lado, los que obedecen sumisamente, y en otro, los que se muestran rebeldes a su gestión de gobierno; esto es, los buenos junto a él y los “fachas” en oposición a su persona y a la de sus socios.

Pero cada día hay menos gente que compre este discurso falaz y mentiroso.

Lo que es incuestionable es que la falta de previsión del Gobierno que él preside ha generado las condiciones que desembocaron en el colapso hospitalario que, a su vez, está en el origen de todas las medidas de restricción de libertades que ahora padecemos y que tendrán (están teniendo ya) las terribles consecuencias económicas que padecemos y que padeceremos más virulentamente en el inmediato futuro.

El sábado pasado, ante el descontrol de la situación, salió a decirnos lo del “permiso retribuido recuperable”. Vamos: como si estuviéramos recién “destetados”. Puede que muchos de sus seguidores jueguen a parecerlo; pero ni siquiera éstos estarán en condiciones de desconocer que lo que Pedro Sánchez anunció es, lisa y llanamente, que se acabaron en la práctica los ERTES hacia el futuro.

De entrada, nadie los va a plantear a partir de hoy; y, hacia el futuro, que nadie piense en que esta medida llegará -contrariamente a lo que dice la letra del Real Decreto-Ley 10/2020 hasta el día 9 de abril, puesto que ya saldrá otra norma que lo prolongará en el tiempo tanto como duren las medidas de confinamiento.

Pedro Sánchez, en lugar de decirnos, con claridad y transparencia, que el Estado no puede asumir el pago de los salarios del tiempo de encierro forzoso en las casas, acude a la perífrasis eufemística del “permiso retribuido recuperable”. Y lo hace con toda la desfachatez del mundo, pretendiendo hacer que ignoremos que habrá muchas empresas que no podrán luego recuperar el tiempo perdido y, lo que es más grave aún, el dinero que habrán tenido que pagar a sus trabajadores. Son, sobre todo, aquellas empresas que tienen actividades no susceptibles de ajustar sus horarios a voluntad del empresario y de los trabajadores (que son muchas).

Pero, además, existe otro problema que el sr. Sánchez no ha querido y no parece que, salvo que le obliguen, quiera afrontar: ¿qué pasará con las empresas que no tengan liquidez para pagar las nóminas del tiempo regulado en el Real Decreto-Ley y en su inexorable prórroga? ¿Dónde está el mecanismo real de cobertura para -no ya los empresarios- sino para los trabajadores? ¿Pero qué pasará, además, con los trabajadores que no puedan recuperar el tiempo de permiso obligatorio?

Estamos asistiendo a chapuza legislativa tras chapuza legislativa; y, mientras tanto, el “bicho sigue descontrolado”.

Dice la norma que comento en su exposición de motivos que la misma ha sido consensuada con los representantes sociales (empresarios y trabajadores). Pues, si eso es así -y a Sánchez yo ya lo pongo más en cuarentena que al coronavirus), ¿no le han puesto de manifiesto todo esto? ¿Y, ya de paso, dónde está la Oposición al Gobierno?

Si el sr. Presidente hubiera comparecido anunciando medidas económicas concretas para que las empresas pudieran hacer frente con solvencia a la imposición de pagar las nóminas, su credibilidad -al menos en esta materia- no habría quedado más en entredicho de lo que ya está; pero no las ha anunciado ni existen por tanto. Así que tendremos que ir, una vez más, a remolque de los acontecimientos.

¡Gracias por tanto de nada, sr. presidente!

Miguel Durán (abogado)