Arabia Saudí frente a Rusia: una relación incómoda dónde lo peor está por llegar

Arabia Saudí y Rusia nunca se han tragado. Ambos llevan trabajando juntos desde 2016 con la esperanza de mantener a ralla los precios del petróleo y la producción de Estados Unidos. Una relación incómoda con muchos referentes históricos y choques que van desde la actual guerra en Siria hasta el colapso de la Unión Soviética, tras la decisión de los sauditas de inundar el mercado de crudo allá por 1985. Ahora, ambos están enfrascados en una pelea erigirse líder de los países productores de petróleo cuyas consecuencias no se atisban.

El primer punto, y más importante, en su tormentosa relación es la falta de confianza que se profesan ambos. Arabia Saudí siempre ha desconfiado de Rusia, hasta el punto que en los muchos años de historia de la OPEP, la organización que manejaba el petróleo en el mundo, nunca se ha invitado a los rusos a participar. En dicho grupo, los sauditas son el gallo del corral y en privado siempre han recelado de que aceptar al gigante asiático le podría hacer perder vitola de líder. Una posición que, además, han compartido todos los estamentos saudíes.

En cuanto a Rusia, la desconfianza de las intenciones de Arabia Saudí van más allá. En privado, los rusos siempre culpan al emirato del colapso que sufrió la URSS a mediados de los 80 que provocó la desintegración de su imperio. Aunque va a más, ya que para los más fervientes seguidores de aquella monstruosa creación, incluso para el propio Vladimir Putin, fueron los saudíes y no los americanos los que privaron a la superpotencia de gobernar el mundo. Desde entonces, han pasado casi 35 años y todavía no se ha olvidado.

EL TABLERO CAMBIA POR IMPERATIVO LEGAL

Hasta la irrupción del fracking norteamericano, la contención de poderes fue más o menos lógica. Rusia, en pleno proceso de reestructuración, dejó hacer a los sauditas, aunque sin perder influencia en las decisiones. Para ello, los rusos siempre utilizaron el contrapeso de Venezuela, un país declarado amigo y cuyas reservas de petróleo eran tan abundantes como las del emirato. La relación rusa venezolana de amistad fue uno de los factores por los que Arabia Saudí nunca actuó con contundencia cuando el colapso del precio del crudo infligió terribles daños en el República Bolivariana.

El contrapeso de poderes finalmente acaba en 2016. La tecnología para extraer petróleo y gas de las reservas de esquisto en EEUU toca su pico, al calor de unos precios de 100 dólares el barril, y obliga a actuar al resto de productores. Solo es en ese momento, cuando Arabia Saudí acepta la entrada a Rusia y, aún así, no lo hace en el núcleo duro de la OPEP, sino en un segundo bloque de 10 países productores más y que junto a los existentes conforman la OPEP+. La (geo)política sigue haciendo extraños compañeros de cama muchos años después.

ARABIA SAUDÍ Y RUSIA, UNA PUGNA POR SER EL GALLO DEL CORRAL

Lo que iban a ser poco más de 9 meses, la creación de la OPEP+, ha terminado siendo más de cuatro años. El tiempo necesario para que Rusia haya ganado la influencia necesaria sobre el resto de países productores para erigirse como gallo del corral. Para ello, los rusos han mostrado su maquinaria económica hasta el punto de que es el país, de entre todos ellos, que más bajo necesita el precio para equilibrar sus cuentas: 42 dólares. Un mensaje claro de que tiene capacidad de aguante para poder enfrentar un choque con cualquier otro productor.

Aun así, a los rusos, siempre sobrados de orgullo, les queda el último paso: derrocar al histórico gallo de ese corral, Arabia Saudí. Para lo cual utiliza una lenta y erosiva táctica de desgaste al mantener el precio más bajo que el equilibrio presupuestario del país, que está en 83 dólares. Asimismo, limitar el potencial de producción de EEUU. Una situación que los saudíes han aceptado de mala gana.

Pero, el último envite ruso se ha visto como una amenaza demasiado obvia. Y la respuesta elegida por Arabia Saudí no ha sido al azar: un anuncio de inundar el mercado de petróleo barato utilizando su ingente arsenal capaz de bombear crudo a un coste ínfimo de 2,8 dólares, donde sabe que nadie es capaz de llegar. Curiosamente, la misma táctica que años atrás tumbó la URSS. El recordatorio no ha debido de ser fácil para el orgullo de los rusos. Ahora, el tablero está dispuesto y las fichas se mueven, pero la pugna entre ambos seguirá en los próximos años y los sauditas saben que a largo plazo pueden tener las de perder.