Todos le conocen como el Warren Buffett español, pero pocos saben que a este gallego cincuentón con nervios de acero siempre le ha parecido un despropósito que le comparen con el oráculo de Omaha. Francisco García Paramés, un gestor de inversiones con más vidas que un gato anda estos días revuelto, porque la inversión en valor (value investing) que abandera no ha conseguido los resultados esperados en los últimos meses.
La barra libre de la banca central –en Europa con tipos negativos– ha distorsionado tanto los mercados que lo lógico ha perdido todo el sentido. Paco, como le llaman sus amigos, es un tipo frío, calculador y paciente, con un punto pretencioso, al que no le gusta equivocarse y menos por culpa de la injerencia del sector público en la economía.
La leyenda siempre ha acompañado a Paramés, que logró amasar una considerable fortuna durante los años que trabajó al frente de la gestora de Acciona, la ya mítica Bestinver con la que se hizo un nombre tras ser considerado por Financial Times como el gestor más importante de España. Aquel niño que dejó su Ferrol natal rumbo a Madrid terminó estudiando por casualidad Económicas en la Universidad de Complutense de Madrid y posteriormente un MBA en la escuela internacional de negocios IESE de Barcelona. Su pasión por las finanzas comenzó tras leer un artículo en una revista deportiva sobre el impacto económico de los fichajes de la NBA.
El baloncesto es una de sus grandes aficiones, aunque el deporte que práctica con asiduidad es el golf, siempre que alguno de sus cinco hijos no requiera su atención. Es un padrazo y durante su exilio en Londres –tras divorciarse de Acciona– ejerció de amo de casa, cuidando de sus vástagos y escribiendo un libro que se ha convertido en referencia de los amantes del value ibérico: Invirtiendo a largo plazo: Mi experiencia como inversor (Deusto, 2016).
Y es que Paramés no es el clásico economista que huye de las letras. De hecho su amor y dedicación a la lectura es un rasgo que define su personalidad y que le acompaña tanto en el ocio como en trabajo. Defiende la importancia del estudio para ser un buen gestor de inversiones y pasa buena parte del tiempo entre libros. Es un autodidacta nato que predica con el ejemplo.
Su acercamiento a las ideas de Benjamin Graham, Warren Buffet y Peter Lynch se produjo, precisamente, con una obra del último de estos tres ases de la inversión en valor. One Up On Wall Street (titulado en español Un paso por delante de Wall Street) cayó en sus manos a principios de los años noventa del pasado siglo, cuando daba sus primeros pasos en Acciona.
Desde aquel momento el value se integró en su ADN y utilizó sus herramientas analíticas para gestionar Bestinver. Con un volumen de activos superior a los 5.000 millones de euros logró durante dos décadas una rentabilidad del 16%, duplicando la evolución del Ibex durante ese periodo. Allí forjó la imagen de gurú que le permitió, tras la nada amistosa separación de los Entrecanales, montar su propia gestora, Cobas Asset Management, que se denomina así en homenaje a la parroquia ferrolana de menos de mil habitantes y paisajes idílicos que le gustaba tanto a su madre.
A pesar de que abandonó la región con sólo tres años de edad, Paramés es un enamorado de la terra galega y vuelve allí todos los veranos. Su padre fue un ingeniero que se casó con una ferrolana y fue allí donde Paco comenzó sus primeros pasos. Tiene cinco hermanas a las que gestiona sus finanzas y es un hombre muy familiar que lamenta no haber apostado por Inditex antes de que Amancio Ortega la pusiera en órbita convirtiendola en un referente mundial.
Ha confesado que estuvo a punto de comprar acciones de la textil gallega en 2009, cuando perdió la mitad de su valor en Bolsa y los títulos cotizaban a 20 euros, pero se lo pensó demasiado y perdió la oportunidad. Otros errores sonados han sido la apuesta por DIA y la reciente exposición a Duro Felguera, de la que ha salido con más pena que gloria.
A Paramés no le da vértigo manejar el dinero de otros porque es un tipo con un halo de seguridad y autoconfianza que a veces sorprende a quienes no le conocen. A pesar de que parece un hombre tímido que se esconde tras su imagen de matemático despistado es un killer de las finanzas al que no le tiembla el pulso. Sólo teniendo nervios de acero se puede dormir tranquilo cuando tu cartera está perdiendo valor por un pánico bursátil, confiando en que tus decisiones serán acertadas a largo plazo. La base teórica la ha extraído de la Escuela Austriaca de Economía, esa que no se enseña en las universidades y que explica como ninguna la gestación de las burbujas crediticias orquestadas por las entidades financieras bajo la batuta de la banca central.
“Si eres capaz de sobreponerte al rebaño y la impaciencia, tienes mucho ganado. Yo tengo esa personalidad, añadiendo también el conocimiento, y creo que conozco bien de lo que hablo”, exponía hace unos años Paramés en una entrevista concedida a La Voz de Asturias, una aseveración que refleja bien la personalidad del gestor. Considera, como Buffett y Graham, que las emociones son el peor enemigo de los inversores y que lo difícil es actuar al contrario de los movimientos de la manada. Por eso esquivó la crisis de las puntocom y la posterior debacle inmobiliaria, negándose a escuchar los cantos de sirena y haciendo de la paciencia su principal virtud para alejarse de las tendencias del mercado de cada momento.
Paramés tiene más vidas que un gato y ha mirado cara a cara a la muerte en dos ocasiones. La primera de ella se produjo cuando tenía nueve años. Una calurosa mañana de julio del año 1972 nuestro protagonista viajaba en uno de los trenes que chocaron entre El Cuervo y Lebrija, un accidente que acabó con la vida de casi 80 personas y dejó más de un centenar de heridos. Fue el siniestro ferroviario más importante de la historia y Paco fue uno de los supervivientes.
No fue la única ocasión. En marzo de 2006 volaba a una reunión de trabajo en Pamplona y su avión se estrelló antes de llegar al aeropuerto de Noain. Apareció amarrado a su silla, en un sendero lleno de barro y con los pulmones destrozados, pero consiguió levantarse y caminar durante horas, malherido y descalzo hasta localizar una carretera para pedir ayuda. Acabó en la UCI y se recuperó a tiempo para ver nacer a su cuarta hija.
Con este bagaje vital se comprende que Paramés sepa navegar en mares de adversidad, como los que está cruzando en los dos últimos años en los que Cobas no logra los resultados esperados. En el encuentro anual que mantuvo recientemente con los inversores que le han confiado sus ahorros les prometió que los fondos “doblarán su valor tarde o temprano”, pero las caras de los asistentes eran un poema, especialmente aquellos sexagenarios que esperan mayores rentabilidades a corto plazo.
Su mayor reto ahora es que sus patrocinadores sean tan pacientes como él, tarea que cada día es más difícil. De momento les entrega el caramelo de la rebaja de comisiones, aunque todavía no especifica ni la fecha ni la cuantía, y muchos están con la mosca detrás de la oreja porque Cobas no invierta en tecnológicas norteamericanas, que van como un tiro en Bolsa. ¿Por qué no lo hace? Porque desde su punto “son capital riesgo”.
En materia de gestión de equipos, Paramés ha dicho públicamente que sus compañeros de Cobas son “los mejores con los que ha trabajado”, lo que supone un claro ataque a Álvaro Guzmán de Lázaro y Fernando Bernad, los dos gestores con los que levantó Bestinver y que luego fundaron AzValor. Este trío revolucionó la inversión en España y todavía hoy en día los grandes patrimonios buscan señales para saber cuál de ellos fue el verdadero artífice de las rentabilidades obtenidas por la sociedad financiera de Acciona. Esto es algo que no preocupa a Paramés, que mantendrá el rumbo a pesar de las mareas y las tormentas con un ojo puesto en su fortuna personal. La verdad es que con un gran patrimonio de centenares de millones de euros parece sencillo poner la vista en el largo plazo, ¿no creen?.