Huawei: Una historia de gorilas, tecnología y cintas de video

Empieza a resultar evidente que los americanos le tienen más que miedo, pánico, tanto a los productos como a la capacidad de penetración de Huawei en los mercados europeos. No es ya tanto por el origen de la empresa (Huawei es una compañía privada que nació en el seno del ejército de su país), sino simplemente por su procedencia, China.

Estamos en un momento histórico en el que operadores de telecomunicaciones deben definir las redes 5G. Estas redes regirán los protocolos de comunicación de los distintos países durante al menos la próxima década, y son fundamentales para acercarnos al Internet de las cosas. Los grandes avances y cambios que están por venir se desarrollarán sobre estas auténticas autopistas de comunicación, y de su velocidad, robustez y escalabilidad dependerán procesos de cientos de industrias y la competitividad de las mismas.

Son pocos, muy pocos los proveedores que tienen la capacidad de desarrollar estas nuevas infraestructuras. Las principales empresas que pueden ofrecer esta tecnología son las chinas Huawei y ZTE, la finlandesa Nokia, la sueca Ericsson y la coreana Samsung. Operadores de todo el mundo deben decidir de qué forma y a qué velocidad van a desplegar sus redes 5G, pero, además, y hoy en día mucho más trascendente es que deben decidir de la mano de quién van a hacerlo, y de cómo se construyan estos cimientos dependerá la robustez de las nuevas comunicaciones de sus países.

Es ahí donde encontramos la primera singularidad. Una brecha tecnológica producto de una enorme inversión en I+D durante más de un lustro. Así, una de esas compañías Huawei, está a dos años de distancia en cuanto avance tecnológico respecto a sus rivales. No sólo eso, además de tener un mejor producto, su relación calidad precio es bastante mejor que la de sus competidores. En un escenario de libre mercado, simple y llanamente ya habrían ganado la partida.

Huawei 5G

Lo que debiera ser una decisión empresarial como otra cualquiera se está intentando transformar en una batalla geopolítica por parte del Gobierno de los Estados Unidos. Los americanos pretenden ganar en los despachos lo que han perdido en los laboratorios de I+D, donde por primera vez sus empresas son incapaces siquiera de competir y ofrecer una alternativa potente y viable. Es una evidencia que China, que otrora se limitaba a copiar patentes -creando en ocasiones enormes conflictos empresariales, como en la industria sanitaria-, ha decidido apostar por la innovación y tiene la capacidad de invertir ingentes cantidades de dinero en ese campo.

Sí, algo se mueve. Hay un país, China, que ha decido ser mucho más que la mano de obra barata donde compañías americanas como Intel, Dell, Apple o Microsoft fabrican sus equipos. Estas empresas lo hacen, pero manteniendo la propiedad del negocio, las tecnologías que desarrollan y las patentes. El gigante amarillo ha despertado y quiere controlar todo el proceso. No quieren trabajar para los Apple de turno sino ser los propietarios de las grandes compañías que marquen la próxima década. Para eso deben controlar la innovación, el proceso de creación y las patentes. La fabricación está más que claro que históricamente han sido los más capacitados para llevarla a cabo.

El despliegue del 5G tiene varias partes diferenciadas. La primera, la lucha por dominar el core. Se trata del corazón de los sistemas y donde se produce la mayor y más sensible carga de computación. La segunda las antenas exteriores del resto de la red, que se consideran menos sensibles a nivel de seguridad por parte de todos los operadores y no son los cimientos del sistema.

De la robustez y escalabilidad de la red 5G van a depender cientos de industrias sobre la próxima decada

Cada operador de telecomunicaciones debe tomar sus decisiones. En España, la red 4G de Telefónica está construida sobre el sistema de Huawei. Esto es especialmente importante ya que el 5G se construye sobre la base del 4G y si se pretendiera excluir a Huawei eso querría decir que primero habría que sustituirle también de la parte alta del 4G actual. Así, la empresa española anunció en diciembre del 2019 que de nuevo seleccionaba a Huawei para el core de su red 5G, pero que compraría un segundo núcleo a otro fabricante durante 2020 para “balancear la dependencia” de la compañía china. Ese segundo fabricante, podría ser Ericsson, Nokia o incluso los americanos Afirmed o Mavenir.

Que el core de la red de Telefónica 4G sea de Huawei es especialmente trascendente. Esto provoca que la integración y sustitución sea mucho más sencilla al tratarse de un desarrollo de la misma tecnología. La sorpresa llega por la intención de balancear dos operadores diferentes en el core, lo que a buen seguro creará problemas y dolores de cabeza a los ingenieros y puede entenderse como una concesión a las presiones que llegan del otro lado del Atlántico. Tal vez en esa necesidad de “balancear” la dependencia del proveedor chino tenga mucha relación la presión que, durante el 2019, y en 2020 viene desarrollando el gobierno americano sobre empresas y gobiernos de distintos países. Esa presión cada vez es menos sutil, y recientemente podríamos calificarla como amenaza e injerencia en otros estados.

A José María Alvarez-Pallete, presidente de Telefónica, le visitó antes del verano el embajador americano en Madrid con un único punto en la agenda: impedir que Telefónica continuara con su apuesta por la tecnología de Huawei. Fuentes conocedoras de este encuentro, relatan a MERCA2 que el enviado del mismísimo Trump dejó a un lado las sutilezas llegando a apuntar directamente a la capitalización de la compañía, que no vive un buen momento en bolsa. Quedó en el ambiente que los fondos e inversores institucionales americanos podrían recibir la recomendación de salir del valor de la telco española si cometía “una mala decisión”. Así se las gastan los amigos americanos.

Lo que hace un año eran presiones más o menos sutiles, hoy se han convertido hoy en toda una ofensiva en nuestro país. Los principales actores han sido el embajador Richard Duke, el presidente de la Cámara de comercio de Estados Unidos en Madrid y el Subsecretario de Estado Adjunto para cibercomunicación Robert Strayer, que recientemente visitó la capital.

Robert Strayer huawei 5g

¿PUERTAS TRASERAS EN HUAWEI?

A estas alturas, y con todo lo que se juegan unos y otros, resulta evidente que se han buscado desde hace más de un año, por activa y por pasiva todo tipo de pruebas de que existen puertas traseras en los equipos 5G de Huawei. Y sin embargo, no hay una sola evidencia que apunte a ello. Recientemente se llevó a cabo una investigación en Reino Unido y Holanda que determinó que no había indicio alguno de backdoors. Si ni siquiera desde Estados Unidos, con todo el interés y recursos que están destinando a ello, han encontrado nada es evidente que, probablemente no existen. De hecho, existe la misma posibilidad de que haya puertas traseras en el software de Huawei de que las haya en el resto de software de otros proveedores.

Nadie mejor que el gobierno de los Estados Unidos para encontrar un agujero de estas características en un software. Entre otras muchas cosas porque durante décadas las han creado, explotado y utilizado. Son públicas las evidencias de que versiones de Windows tenían un acceso directo que permitía a la NSA escrutar todo tipo de información y no menos celebre que la compra de Skype por parte de Microsoft, pagando una cantidad absurda, fue en su día alentada y compensada con contratos por parte del gobierno americano, con un solo fin. Y este era tomar control sobre un software de comunicación al que no estaban pudiendo acceder. Hoy contamos con evidencias más que suficientes, tras las revelaciones de Snowden de que si alguien debe callar al hablar de backdoors son las organizaciones gubernamentales americanas.Hasta la fecha nadie ha podido demostrar ninguna puerta trasera en los productos 5G de Huawei

Y es que desde el otro lado del Atlántico nos avisan que todas las empresas chinas tienen la “obligación legal” de colaborar con el gobierno de aquel país. Y es cierto. Pero olvidan citar que en virtud de la Patriot American Act, que se promulgó tras los atentados del 11S todas las empresas tecnológicas americanas deben hacer lo propio y facilitar toda la información, de cualquier ciudadano, a petición de cualquier agencia gubernamental, incluso sin mediar una orden judicial.

El tema no es si hay o no puertas traseras. El tema es que al reino de los Google, Facebook, Apple, Amazon o Microsoft le está saliendo un sexto unicornio, llamado Huawei, que por primera vez crece exponencialmente y amenaza el control del hardware y de las comunicaciones por parte de empresas de Estados Unidos. Y llevan un año intentando derribarlo por tierra, mar y aire. Con episodios vergonzosos como intentar que Google deje de suministrar el sistema operativo Android a sus terminales móviles, o ejerciendo todo tipo de presiones a empresas y políticos para evitar su éxito en el 5G.

Y es que se trata de transformar un conflicto comercial perdido en un problema de seguridad nacional y para eso se está llegando al amedrentamiento y chantaje. El último y vergonzoso capítulo las amenazas de Robert Strayer en su reciente visita a Madrid sobre dejar de compartir información de inteligencia con España si la base de la red de nuestro país es el 5G de Huawei, ya que “la información sensible podría caer en manos del partido comunista chino”. Un razonamiento tan ventajista como infantil que nadie cree. Responsables de inteligencia española consideran (y esperan) que estas declaraciones sean un farol. Pero la personalidad irascible y agresiva del presidente Trump hace que todo se tome con extrema cautela.

Es indudable que Huawei ofrece el mejor producto 5G y que está dos años por delante en tecnología al resto de proveedores

Pocas horas después un comunicado de Huawei España que aseguraba que “la compañía cumple rigurosamente con las leyes y regulaciones en todos los mercados en los que opera. No hay ningún gobierno que intervenga en nuestras operaciones e influya en la toma de decisiones. Estados Unidos esta llevando a cabo una campaña global atacando a Huawei sin ningún tipo de prueba o evidencia que sustente sus acusaciones. Estas acusaciones infundadas van en contra del libre mercado y la competencia”.

Es cierto que tenemos a nivel de inteligencia un gran aliado en los Estados Unidos. La explicación de eso, es su capacidad de acceso a la interceptación de comunicaciones. Lo mismo que ellos se quejan de Huawei sin prueba alguna.

EL PROBLEMA REAL NO ES EL 5G, ES EL CAMBIO DE CICLO GEOPOLITICO

El problema real no es el 5G por muy importante que este sea, sino la evidencia de que China emerge como una gran potencia, con capacidad de investigación, desarrollo y comercial, que está llamada a pasar a los Estados Unidos en menos de veinte años en la práctica totalidad de los indicadores. Y eso es lo que explica el nerviosismo americano, las presiones, el 5G, la guerra comercial. Todo.

Hoy Estados Unidos importa de China 539.000 millones de dólares. Y sólo exporta 120.000 millones. La economía china crecerá en 2020 el doble de la americana. Ese es el drama que obsesiona a la administración Trump que ve como China está ganando la partida. Y va a ir a más. En pocos años los consumidores europeos masivamente optaran por el coche eléctrico, y si, hoy pueden comprar un Tesla, pero en menos de 10 años el mercado estará invadido por marcas chinas que los ofrecerán por 15.000 Euros. Seguro que entonces vivimos presiones similares para ponerles aranceles y la pérdida de la batalla de la innovación y competitividad vive otro episodio de mentar a la seguridad nacional.

El Gobierno está viviendo en primera persona y en su entorno una presión brutal por parte de los Estados Unidos. No sólo en este campo sino también ha sido así con la “tasa Google”, que ha quedado retrasada por un único motivo: las consecuencias de las amenazas de represalias del “amigo americano”. Hay quien diría que con amigos así, quién necesita enemigos. Nos tutelan y ayudan a decidir con la vieja, pero efectiva táctica del palo y la zanahoria. Y ahora están amenazando con el palo. Esto por cierto ha sido una constante en la relación entre ambos países, que sólo ha variado en la época de Aznar. El principal problema es que esa tutela con otras administraciones (Obama) era más estética y sutil que con la actual (¡Mr. Trump!)

En noviembre del 2018 el primer ministro chino Xi Jimping visitó España y se reunió con el Presidente del Gobierno.

Fuentes de la delegación china indicaron en aquel momento que pese a que había varios puntos del día, el viaje se centraba en un asunto fundamental, confirmar y acordar que España no bloquearía a Huawei. Y el presidente del Gobierno español dio su palabra. En la conferencia de prensa posterior se anunciaron varios acuerdos de exportación y comerciales que para los representantes chinos eran temas menores. Su preocupación y el motivo de su viaje se centraba en Huawei.

Ahora le toca al Gobierno español lidiar con la presión y velar por el libre mercado evitando la tutela que nos intentan imponer como serán las telecomunicaciones del futuro. Debe resistir la presión y los primeros indicios indican que podría estar dispuesto a ello.

Hoy, pocos países han excluido a Huawei, y los que lo han hecho, sacrificando la velocidad y costo de sus redes, lo han hecho cediendo a la presión americana, en ningún caso por motivos comerciales y/o técnicos. Tal ha sido el caso de Nueva Zelanda y Australia, países satélites de Estados Unidos y miembros de su Alianza de Inteligencia “los cinco ojos”.

En el resto del mundo estamos siendo menos obedientes, y quiero pensar que en España las decisiones tanto políticas como empresariales que se tomen, se llevarán a cabo con una única motivación: crear la mejor red 5G para nuestras comunicaciones durante la próxima década porque muchos servicios que están por llegar y que todos nosotros usaremos en el día a día, dependen de ello. Construyamos las mejores carreteras posibles, y que nadie nos obligue a comprar las que tienen baches.

Alejandro Suárez
Alejandro Suárez
Estos son los artículos escritos por Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña, CEO y Editor de Merca2.