sábado, 14 diciembre 2024

BBVA lleva al límite a sus empleados en su obsesión por crecer en seguros

BBVA está obcecado con el negocio asegurador. La entidad se propuso tiempo atrás acelerar en dicha área, aunque eso supusiese multiplicar el malestar sobre sus trabajadores. Una meta que ha conseguido a partes iguales. Pese a que la firma que dirige Carlos Torres muestra cifras récord año a año en los ingresos procedentes de la venta de este tipo de productos, su robusto crecimiento pierde fuelle. Una de las razones de ello, es que la plantilla está ahogada por las «presiones desmedidas» a las que está sometida, junto a la «poco transparente» política de retribución variable aplicada por el banco, apuntan fuentes internas a MERCA2.

A la espera de que se formalice la alianza con Allianz, que dé un mayor impulso al negocio, la filial de la entidad vasca, BBVA Seguros, parece en mejor forma que nunca. Al menos, así lo reflejan los últimos datos aportados por la entidad. Por un lado, el total de pasivos amparados por contratos de seguros llegó en 2019 a 10.606 millones de euros, un 7,9% más que en 2018. Por otro, dicha área aportó al grupo un total de 518 millones de euros frente a los 485 millones que alcanzó un año antes, lo que le convirtió en la partida dentro de la cuenta de resultados de la compañía, en España, que más creció, con un 6,7%. Por encima, de otras como el propio margen de intereses, que cayó un 1,4%, o las comisiones que se incrementó un 4,1%.

Pero, las buenas cifras aportadas por la entidad esconden un grave problema: la colocación de seguros se frena. Además, tanto en porcentaje de crecimiento como en volumen de negocio. En primer lugar, el incremento del 6,7% que experimentó el año pasado está por debajo del registrado tanto en 2018, que lo hizo un 10,7%, como en 2017, con un 8,6%. La caída también se ha producido en forma de volumen de ingresos totales sumados en el periodo. Así, en el 2019 el incremento neto fue de 33 millones de euros, una cantidad que se sitúa muy lejos de los 47 millones un año antes y los 38 de hace dos.

LA PLANTILLA DENUNCIA “PRESIONES DESMEDIDAS”

La tensión en el día a día para los empleados de banca es palpable. La ambición de las entidades por encontrar ingresos alternativos al de su negocio tradicional, prestar dinero, les ha llevado a extremar las exigencias en la colocación de distintos productos. Además, con el telón de fondo de los miles de despidos anuales que se suceden. Una política que, por ejemplo, en el BBVA llega a ser agotador para el trabajador medio. De hecho, para crecer en el negocio asegurador, donde la entidad es una de las peor posicionadas, las altas instancias exigen la venta de al menos un seguro para poder cobrar los jugosos bonus con los que se induce a un mayor esfuerzo.

La versión moderna, y bancaria, del palo y la zanahoria. El problema es que la vara que sujeta la apetecible verdura es demasiado larga y las piernas del equino ya están muy cansadas. Entre otras razones, porque el número de personas que van a una oficina ha caído considerablemente o porque la agresividad de la competencia se ha disparado. Sea como fuere, «las estimaciones de los de arriba son demasiado optimistas, por llamarlo de alguna manera», explican fuentes internas. Mientras, los sindicatos de BBVA no se esconden al señalar el malestar que genera dicha política debido a la «presión excesiva y desmesurada» que lleva a muchos empleados a «la frustración». Pero desde arriba no se para la maquinaria.

BBVA VE EN LOS SEGUROS UNA VÍA DE ESCAPE

El entorno bancario resulta extremadamente complicado. Tanto para BBVA como para el resto. La vía tradicional de ingresos está en decadencia debido a los tipos negativos, que han llegado para quedarse, la caída del volumen de negocio o las mayores exigencias de capital. Por ello, la obtención de ingresos alternativos vía comisiones o intereses alternativos a las clásicas hipotecas (de ahí el fuerte repunte del crédito al consumo) se ha convertido en una obsesión. En este escenario se disputa la lucha por el mercado asegurador, donde la entidad vasca es claramente la perdedora con una cuota de mercado muy lejos de los grandes ganadores como Caixabank, con VidaCaixa, o Bankia, asociada con Mapfre.

Aunque ser el perdedor no siempre es malo. Todo depende del punto de vista. En realidad, ser el último también significa ser el que más potencial de crecimiento tiene. En eso está BBVA. Pese a que en 2019 el crecimiento se resintió, que sigue siendo fuerte, los ingresos se han disparado un 30%, al pasar de los 400 millones a los 518 millones, desde el 2016. En ese tiempo, el otro gran pilar de sus cuentas, las comisiones se elevaron un 18,5% y, aun así, el banco no ha logrado frenar la sangría en su margen bruto que ha caído un 10,6%. El gran drama de la banca europea.

Lo anterior, explica porque la dirección de Carlos Torres no quita el píe del acelerador. También, porque se va a seguir presionando a los empleados en la venta de productos financieros. Y, también, porque el BBVA necesita a cada vez más de forma urgente, ha perdido poder de negociación, un aliado que le permita crecer en el sector asegurador.


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