BBVA es un banco maravilloso, o al menos eso se desprende al escuchar al presidente Carlos Torres. Con alguna sombra, como una imputación por revelar secretos, cohecho y corrupción, pero nada importante. De hecho, la propia entidad ya está trabajando para solventarlo, además, a una velocidad pasmosa. Total, solo llevan 19 meses de investigación interna con ningún resultado, al menos hecho público. Nada, pequeños detalles, prosigamos. La firma es tan avanzada tecnológicamente, según el mismo Torres, que bien podría ser la nueva Facebook o Amazon, aunque (por suerte) han decidido seguir siendo una entidad financiera. Una actividad que desarrolla con una rentabilidad enorme, aunque (viendo sus cuentas) ni queda claro realmente si es tan alta como el banco dice, ni siquiera si supera tan holgadamente a la media del sector como proclama.
Para adentrarnos en cualquier enigma lo primero es empezar por el principio. Viernes 31 de enero, BBVA presenta sus resultados. Primero, habla con analistas, pero esos se guardan gran parte de la información para ellos. Por lo que, para que el gran público sepa lo bien que va el banco, que en 2019 dice alcanzar el beneficio (sin extraordinarios) «mayor en 10 años», y que a alguien se le ocurra comprar acciones (que suba el precio y así los directivos ganen más dinero) se cita a los periodistas también.
A ellos, se les entrega los resultados, con muchos colores y bien encuadernados, junto con seis folios escritos por ambas caras a modo de resumen. Como en la carrera no se dan muchos números, piensan que es mejor darlos mascados no se vayan a confundir al sumar con los dedos. Así, en las primeras páginas los distintos apartados (obviamos el primero de perspectivas), que el banco considera relevantes empiezan literalmente por: «Sólido crecimiento»; «excelente evolución»; «extraordinaria generación»; «Una política de dividendos clara, concisa y predecible» y «fantásticos resultados». Bienvenidos a la fiesta de la hipérbole.
Aunque lo realmente importante, la rentabilidad, viene en la cuarta hoja: «Hemos logrado resultados financieros diferenciales frente a peers gracias a nuestra transformación». Aquí una aclaración, la palabra rara anterior viene a decir en comparación con otros bancos que estima BBVA son similares por su volumen de negocio, pero que dicho con un anglicismo parece más importante. Como fuera, la entidad proclama que su ROTE (una de las medidas con las que se mide la rentabilidad) es del 11,9%, a finales de 2019, mientras que el de la lista de los 16 bancos más importantes de Unión Europea no pasan del 7%. La distancia es considerable, aunque a píe de página aparece el primer aviso de que ese casi 12% no es real, porque no tiene en cuenta «el deterioro del fondo de comercio de la filial en Estados Unidos».
PON UN EXTRAORDINARIO EN TU VIDA, FIRMADO BBVA
Las normativas contables explican que los llamados extraordinarios se pueden sacar de la actividad del banco, puesto que son acontecimientos especiales que se dan de forma ocasional. Por ello, BBVA opta por ofrecer la rentabilidad sin tener en cuenta el impacto de su filial de Estados Unidos. Al fin y al cabo, es la tónica habitual en el sector bancario, pero que se extiende a todos. Aun así, la entidad también informa de la rentabilidad si tiene en cuenta dicho impacto, en concreto, rebaja la cifra al 8,6%. Una cifra todavía bastante superior a la de sus pares.
El problema es cuando empiezas a mirar atrás. Un año antes, la firma bilbaína también tuvo que apuntarse otro extraordinario en forma de plusvalía por su filial en Chile, que obviamente, no incluye en sus cifras de rentabilidad. En 2017, tampoco incluyó el agujero que le hizo la zozobrante marcha bursátil de Telefónica que eran más de 1.000 millones. Aunque la cosa va a más, y no porque en 2016 también se eliminase (porque eran extraordinarios) más de 400 millones por las cláusulas suelo, sino debido a que es el tercer deterioro en sus cuentas que asume la entidad como «ocasional» en Estados Unidos.
SEGUIMOS… CON LA BÚSQUEDA DE LA RENTABILIDAD
Una vez se ha dado por bueno que los extraordinarios que cada año merman las cuentas de BBVA «ocasionalmente» (guiño, guiño), queda otro pequeño detalle: «Las ratios ROE y ROTE incluyen en el denominador los fondos propios medios del Grupo y tienen en cuenta otra partida del patrimonio neto denominada Otro resultado global acumulado». La partida (que es negativa, por lo que reduce el denominador) incluye elementos como la variación de las divisas, la variación del valor de mercado de las participaciones o de la deuda. Unos elementos que resultan ser altamente volátiles, varían mucho y muy rápido, razón por la que muchos expertos desaconsejan su uso (Giner 2011).
Más allá de los dilemas técnicos, el uso que hace la entidad del mismo es controvertido por dos razones, principalmente. En primer lugar, porque el volumen en el caso del banco bilbaíno es enorme y puede generar distorsiones importantes. Así, la cifra asciende a los 7.235 millones en negativo, lo que supone un 13,1% de todos sus fondos propios. Aunque no es el que más, puesto que Banco Santander acumula bajo dicho epígrafe más de 22.000 millones de euros, algo más de un 18% de sus fondos propios, que le ayuda también a maquillar su rentabilidad.
Por otro lado, BBVA asegura que, aunque «no hay una forma para calcular el ROTE, el estándar de la industria es incluir dicha partida». El problema es que ‘donde dije digo digo Diego’, esto es, que años atrás nunca se introducía. De hecho, desde el 2012 solo se ha hecho en un par de ocasiones. Además, curiosamente ha empezado a hacerlo cuando su volumen ha adquirido una magnitud grande y su efecto muy beneficioso.
En definitiva, del 11,9% que aparece como rentabilidad del banco que, además, se asegura que es «con la que se compara con el resto del sector» se ha ido desinflando a medida que se juegan o no con las distintas cifras. Finalmente, cuando se añaden los impactos y se resta el ingente volumen de la partida ‘Otro resultado global acumulado’ el ROTE de la entidad cae al 7,4%. Una cifra similar a la media de competidores. Pero, y ¿con cuál es mejor quedarse? Pues no se sabe, ahora nos dirían que el 11,9%, pero unos años antes nunca se hubiera llegado a esa cifra, por lo que al final el enigma se resuelve eligiendo la respuesta que más conviene a cada a uno. Como no podía ser de otra manera.