El volantazo de Mediaset: del «¡No a la guerra!» a hundirse con Losantos

Paolo Vasile heredó en 1999 la Telecinco que había diseñado Mauricio Carlotti, enterrador de las ‘Mama Chicho’ e impulsor de una televisión progresista durante el aznarismo a pesar de la complicidad entre el presidente del Gobierno de aquel entonces y el propietario de Mediaset, Silvio Berlusconi.

El actual CEO del grupo líder de audiencia en España tuvo que hacer malabares para que desde La Moncloa no le hundiesen. Y para ello acometió algunos sacrificios: la destitución de Luis Fernández como jefe de los Informativos Telecinco (entonces modernizados, creciendo en audiencia y orillados a la izquierda con Àngels Barceló o Juan Ramón Lucas).

En 2002 Vasile volvió a sacar la espada, en este caso contra el ‘¡Caiga quién caiga!’, que había dejado de ser simpático (de la gafas que se calzó Juan Carlos I a la complicidad con Esperanza Aguirre), para convertirse en látigo del PP con Wyoming parodiando a la ‘primera dama’, Ana Botella.

MEDIASET, LÁTIGO DEL FINAL DEL AZNARISMO

Aun así Telecinco cerró el año 2002 con unas Campanadas emitidas, en diferido, desde la localidad gallega de Muxía. El Prestige había destrozado parte del litoral gallego, Rajoy hablaba de «hilillos de plastilina» y Mediaset le metía el dedo en el ojo desde el noroeste con la reivindicativa Mercedes Milá a la cabeza.

Y en 2003, días antes de las municipales y autonómicas que ganó el PSOE de Zapatero contra el PP de Aznar (por mucho que diga el PP que perdió las de 2004 por los atentados de Atocha), el público del programa estrella de Telecinco, ‘Crónicas Marcianas, gritaba el «¡No a la guerra!».

Mediaset
Aznar contra la telebasura.

Minutos después Latre se mofaba de la fastuosa boda de la hija de Aznar y Sardá realizaba monólogos, un pelín demagógicos, contra Aznar y Bush por sus mentiras sobre Irak. El presentador descargaba su conciencia mientras alentaba el combate de ‘Pressing Catch’ entre juguetes rotos.

Aznar contestaba a su manera al griterío juvenil. En Onda Cero se ponía estupendo al protestar porque se dedicaban a «airear intimidades» y «miserias». El por aquel entonces presidente del Gobierno parecía desconocer que el volcán desde el que se escupían todos los ríos de lava rosa estaba en el feudo del PP valenciano, la manipulada y corrompida Canal 9, que tenía como programa estrella a un espacio que estaba lejos de dedicarse al servicio público, ‘Tómbola’.

TELECINCO CONTESTÓ

En Telecinco no se tomaron a bien las palabras de Aznar: Sardá aseguraba que «telebasura» era ‘Informe Semanal’, la Campos invitaba al PP a barrer su casa y Malena Gracia y Yola Berrocal irrumpían con merecimiento en la historia de la televisión con un monólogo realizado a dúo desde ‘Hotel Glam’: «Señor Aznar, no somos telebasura (…) Hemos dibujado camisetas y tocado las castañuelas». No todo lo hacían mal…

Aznar, es evidente, buscaba desactivar a Telecinco. Y la cadena de Mediaset, a su manera, le hizo caso y se cargó ‘Hotel Glam’, ejemplo máximo de la telebasura. Al menos Vasile, tras varias gestiones en Italia, consiguió salvar el cuello de ‘Crónicas Marcianas’ (gallina de los huevos de oro para el imperio Berlusconi en España).

EL CAMBIO

A finales del aznarismo ‘La noche de Fuentes… y cía’ mimaba a los artistas que gritaban contra el PP en los Goya, ¡qué tiempos!, y María Teresa Campos moderaba a la hora de comer una tertulia política que cojeaba hacia los intereses del PSOE.

Hoy en día no queda nada de aquello porque Telecinco se ha convertido en la cadena favorita de formaciones como el PP, Ciudadanos o Vox. Encabeza este giro Ana Rosa Quintana, que mima a Carlos Herrera y a Eduardo Inda mientras se convierte, según su tertuliano Monedero, en «el corazón de la derecha española».

Ana Rosa con sus sucesos y sus investigaciones con olor aporofóbico (se habla de lateros y okupas, nunca de chanchullos de la beautiful people), está estupendamente acompañada por Bertín Osborne, que niega ser machista y asegura que Iván Espinosa de los Monteros es un «tío cojonudo».

Osborne le río el pasado viernes las gracias a Jiménez Losantos, ese que animó a volar cervecerías alemanas cuando el país teutón se negó a extraditar a Puigdemont. Losantos insultó el otro día al marxismo mientras Bertín se lamentaba porque a los pobres chicos de Vox les llaman «ultraderecha». ¡Hay que ver!

TORTAZO DE AUDIENCIA DE LOSANTOS EN MEDIASET

El homenaje al fundador de Es Radio hundió a ‘Mi casa es la tuya’, que marcó un gris 11,5% (tercera opción a punto de caer a la cuarta, superado por casi nueve puntos por ‘Tu cara me suena’ y 2,2 puntos por debajo de la media de Telecinco).

En Proamagna, productora del programa, relacionaron la mala audiencia de Losantos con la de Aznar, que en 2017 marcó el mínimo histórico del programa con un 13% de share (que ahora ha hecho bueno el turolense).

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

Ana Rosa dice que modera la mesa más plural de la televisión, y tiene razón; Paolo Vasile asegura que él no se dedica al enredo político como otros cuates, y tiene razón; y Mediaset asegura que se dedica a informar y no a opinar, y también tienen razón.

Pero aun así es digno de estudio el cambio ideológico de Telecinco, que tiene como una de sus estrellas de informativos a Pepe Ribagorda (fichaje del aznarismo en TVE y muñidor de noticieros llenos de loas a la Guardia Civil, dardos contra Cataluña, reportajes de restaurantes y guiños a la tauromaquia).

‘SÁLVAME’

A la derecha de Ribagorda se sitúan algunos tertulianos de ‘Sálvame’, que según Bob Pop es el ejemplo del mal: «Lo que ocurre con ‘Sálvame’ es que hace tiempo que dejó de hacer corazón. Es un reality que proyecta una ideología neoliberal salvaje: gente que ha cumplido los 50 que se humilla y hace lo que sea por conservar un puesto de trabajo. Transmite el mensaje de que no hay otra forma de sobrevivir si estás en el mercado laboral».

Recuerden que Antonio Montero relacionó a Franco con el éxito de la Transición y Kike Calleja se marcó un discurso lleno de falsedades: «Hay que reconocer que en esa época se hicieron cosas buenas. Tenemos la sanidad pública gracias a Franco, todo el mundo tenía trabajo en esa época y a los presos les hacía trabajar y cobraban un sueldo, cosa que ahora no se hace». Tres tesis y tres mentiras.

Sálvame
Sálvame cobija a personajes con discursos peligrosos.

Aunque ‘Sálvame’ alimenta también discursos reaccionarios al condenar socialmente a las mujeres infieles y tratar a los hombres desleales como modelos de conducta. También es digno de estudio, lo dejamos para la semana que viene, la evolución de las series de Telecinco: de las sitcom progres de Globomedia a los actuales narcoculebrones de Mediaset que alaban la ostentación.

Y no podemos olvidar en cambio de Cuatro, que nació con Iñaki Gabilondo y se hizo adolescente con Jesús Cintora dando voz al 15-M. Ahora ‘Todo es mentira’ y el ‘Cuatro al día’ con Joaquín Prat guiñan a la izquierda, pero Cuatro, por desgracia, se ha convertido en un apéndice de los realities de Telecinco y ha dado pábulo a personajes como Pilar Gutiérrez, conocida en los platós como ‘la mujer franquista’. En esos platós en los que se gritaba «¡No a la guerra!».