Manuel Pizarro, el retorno del hombre que susurraba al oido de “franquito”

Manuel Pizarro es como esos fantasmas que se aparecen en las casas encantadas y que siempre retornan tras ser expulsados a golpe de crucifijo. El turolense más famoso del caduco empresariado español –que se hizo de oro al calor de las privatizaciones peperas de finales de los años noventa– vuelve otra vez a la arena política tras haber salido escaldado de su última aventura al lado del huido Mariano Rajoy. Y lo hace de la mano de Pablo Casado, quien le trata como un autentico gurú obviando que trabaja junto a César Alierta en su aventura mediática aragonesa que aspira –de momento con poco éxito– a controlar el Grupo Prisa. El empresario que apodó a Aznar con el sobrenombre de “franquito” tiene querencia por las moquetas, seguramente porque es nieto de gobernador civil e hijo de procurador en Cortes.

Todo ello acompañado de un puesto en el consejo de administración de El Corte Inglés, donde llegó aupado por el patrón Isidoro Álvarez para modernizar la compañía y sacarla a Bolsa, tarea que se frustró por el repentino fallecimiento del presidente y la posterior defenestración de Dimas Gimeno, que era quien estaba destinado a llevar el timón del grupo y que fue abandonado a su suerte por Pizarro en la guerra de sucesión que iniciaron las hermanas Álvarez. Roma no paga a los traidores pero premia a los fieles. Quizás por eso este abogado del Estado en excedencia ha sido renovado para seguir ocupando un sillón de consejero en el gigante de la distribución.

Además, acumula otros muchos cargos bien remunerados. El empresario que se hizo famoso como presidente de Endesa en la OPA lanzada por Gas Natural está en el Consejo de Estado, se sienta en el máximo órgano de gobierno de HENNEO y tiene puestos de representación en instituciones sociales donde muestra sus valores cristianos. Su relación con el Opus Dei y los Legionarios de Cristo le han servido para engrasar las relaciones personales que son indispensables para subir escalones en esta España del siglo XXI que arrastra casposas estructuras de poder centenarias. 

El aragonés no es de los que frecuenta el palco del Bernabéu pero es un ídolo del conservadurismo español, especialmente de aquel que se hace pasar por liberal. Federico Jiménez Losantos sigue bebiendo los vientos por él, aunque oculta que participó en la expropiación de Rumasa a las órdenes de su odiado PSOE –entre 1983 y 1987 fue asesor jurídico de Economía y subdirector de Expropiaciones de la Dirección General de Patrimonio–. Sin embargo, la enemistad con Ferraz es ahora más que evidente: todos recuerdan que Zapatero llamaba a Pizarro “el fachas” cuando blandió la Constitución para evitar que Endesa acabara en manos de la burguesía catalana patrocinada por Isidro Fainé, y Pedro Sánchez no lo puede ver ni en pintura.

El periodista Íñigo de Barrón cuenta que Pizarro cuando era poco conocido en Madrid siempre iniciaba las conversaciones con sus interlocutores diciendo que era de Teruel, porque eso le proporcionaba una cierta ventaja: “muchos creían que eras tonto y te podías mover con más tranquilidad”, confesaba. Y es que este empresario con alma de político siempre ha sido muy astuto. Su capacidad para encandilar en las distancias cortas se combina con un espíritu de defensa numantino de lo que considera que es su negociado. De casta le viene al galgo.

Si algo ha demostrado el turolense, además de capacidad y entrega, es que ha sabido siempre colocarse al lado del sol que más calienta. Cuando su amigo Aznar llegó al Palacio de La Moncloa y nombró a Rodrigo Rato ministro de Economía fue Pizarro quien le susurraba al oído los nombres de los que serían agraciados con la bonoloto de nombramientos del PP. Francisco González, el propio Alierta, Miguel Blesa, Juan Villalonga y Jaime Caruana son algunos de los nombres de los que conformaban lo que se llegó a denominar el clan de Teruel. 

IDOLATRABA A RATO Y LO QUERÍA DE PRESIDENTE

Hoy en día Pizarro intenta ocultar su pasado, especialmente su relación con Rato, pero la hemeroteca no perdona. Cuando Aznar desojaba la margarita para decidir quién sería el receptor del bastón de mando popular, el aragonés pedía a gritos que fuera designado su amigo Rodrigo. “Es un personaje excepcional del que hablarán las futuras generaciones cuando estudien la Historia económica de este país. Le tengo, desde siempre, un gran afecto y admiración. Con hacer la mitad de lo que él hizo, me daría por satisfecho. Y sería ya buenísimo para la economía española”, decía Pizarro en una entrevista concedida al diario El Mundo.

A Pizarro tampoco le gusta que le recuerden que bajo su mandato Ibercaja concedió un crédito de 650.000 euros el 28 de diciembre de 1998, día de los Santos Inocentes, a Muinmo SL, empresa que explotaba emisoras de radio de la familia Rato. Esta sociedad recibió también un préstamo del HSBC, el banco británico que recientemente ha sido condenado por evasión fiscal tras aparecer en la lista Falciani y que los españoles conocen por su implicación en el caso Gescartera.

Pero por lo que será siempre recordado “Manolo”, que es como le llaman sus amigos, es por el frustrado debate televisivo con Pedro Solbes meses antes de que la Gran Recesión obligara a familias, empresas y políticos a bajar de las nubes creadas con la máquina de dinero barato. Aquel combate de boxeo dialéctico con el vicepresidente económico le dejó tocado y cuentan algunos de sus asesores que hasta él se dio cuenta de que había desaprovechado una oportunidad única para desarbolar el discurso socialista. Ese que nos decía que estábamos en la Champions League de la economía mundial y que nuestro sistema financiero era el más solido del planeta.

EL ESPIONAJE DE VILLAREJO Y LA PRESIDENCIA DEL POPULAR

En las últimas semanas hemos confirmado que la figura del empresario aragonés ha estado implicado en varios culebrones corporativos que han acabado en los tribunales y que amenazan con meter entre rejas a algunos de los ejecutivos mejor pagados de la banca española.

Tal como avanzó MONCLOA.COM el ex comisario Villarejo elaboró un dossier sobre su figura –con el nombre en clave BB– en el que investigaba su vida personal con seguimientos y pinchazos telefónicos ilegales. En este dossier se confirma que la relación con el imputado ex presidente de BBVA, Francisco González, sigue siendo muy buena y que mantiene conversaciones frecuentes con Jaime Caruana, ex gobernador del Banco de España y actual aspirante a suceder a Carlos Torres si el escándalo obliga a cambiar de presidente.

Pizarro también ha aparecido en la investigación de la crisis y caída del Banco Popular. El ex consejero Jorge Oroviogoicoechea ha declarado en sede judicial que Reyes Calderón, cuando era presidenta de la Comisión de Nombramientos del banco, se reunió con el actual presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, y con Pizarro para proponerles que asumieran la presidencia de la entidad. El siguiente en la lista era Emilio Saracho, entonces vicepresidente de JP Morgan y quien se llevó finalmente el gato al agua… para terminar de ahogarlo. La oferta a Pizarro llegó por petición del mexicano Antonio del Valle, que se llegó a reunir con él pero dicen que el turolense no le cayó bien. Seguramente influido por los problemas que tuvo el inversor con el Opus Dei en tierras aztecas.

A tenor de sus últimos movimientos lo que está claro es que Pizarro no se conforma con lo que tiene y aspira a un mayor protagonismo en la vida financiera española. En 2018 intentó volver a BME aprovechando la renovación del consejo de administración pero la jugada no le salió bien. Su amistad con Antonio Zoido no fue suficiente porque el resto de miembros del consejo rechazaron el retorno del hijo pródigo. Pizarro y Zoido se alternaron en la presidencia de la Bolsa de Madrid entre 1991 y 1995, y desde entonces mantienen una excelente relación personal. 

VENDEDOR DE BMW Y GURÚ ECONÓMICO DE CASADO

El turolense también colecciona negocios en Galicia a través de Amiocar, propietaria de varios concesionarios de BMW, y podía haber sido el alcalde de Madrid si hubiera confiado algo más en las posibilidades del PP, ya que rechazó la oferta de Casado para ser candidato en las últimas elecciones municipales. Junto al economista y ex ministro Román Escolano, Pizarro es el asesor económico de cabecera del líder popular y departe con él casi a diario. 

En lo personal el empresario vive un momento dulce con su matrimonio con Yolanda Barcina, ex presidenta del Gobierno de Navarra con quien se casó casi en secreto cuatro años después de que falleciera Adela Buñuel, madre de sus tres hijos y la mujer que le ha acompañado durante toda su vida.

Barcina se divorció en el año 2010, tras 21 años de matrimonio, del arquitecto José Virgilio Pucho Vallejo, y más de un lustro después consiguió la nulidad matrimonial para poder casarse por la Iglesia. Aunque su relación con el turolense se descubrió en julio de 2014, en realidad comenzó en noviembre de 2013 y Barcina era la que se desplazaba a Madrid para ver a Pizarro, que no pisaba Pamplona. 

VERANOS EN IBIZA E INVIERNOS EN FORMIGAL

Los primeros rumores sobre el nuevo amor de Pizarro comenzaron con una fotografía de la pareja en un chiringuito de Ibiza en julio de 2014, en Cala Tarida, donde el empresario tiene una casa en la que le gusta disfrutar del periodo de descanso veraniego. A Barcina no le importó abandonar Pamplona durante los Sanfermines para disfrutar del sol con su amado. En invierno el matrimonio prefiere las chimeneas de Formigal porque una Navidad como Dios manda tiene que tener nieve.

El turolense se define como una persona tranquila que le gusta pasear y leer, aunque a tenor de sus múltiples cargos no dispone de mucho tiempo para ello. “Manolo el breve”, como le conocen en Telefónica tras su frugal paso por el consejo de administración de la operadora, no se jubilará nunca mientras la salud se lo permita. Y seguirá disfrutando de unos buenos garbanzos al ajo arriero, una de sus comidas favoritas.