Una buena charla. Una reunión con los amigos. Música, al gusto de cada uno. Un Uber. Las alternativas, también podemos llamarle excusas, para dejarse llevar por el alcohol son muchas y muy variadas. Curiosamente, ha sido el último elemento añadido a la lista, el pionero estadounidense del transporte de pasajeros, el que más está empujando (o ayudando) a aumentar el consumo de licores. Obviamente, su efecto es mucho más destacable en ciudades que no cuentan con un sistema de transporte eficaz, puede ser público o servicio de taxis, pero tampoco son despreciables las consecuencias que puede estar generando en otras metrópolis más grandes.
Los últimos estudios, junto con otros más antiguos, apuntalan la idea preestablecida de que los viajes a través de plataformas como Uber implican un mayor nivel de inseguridad y de consumo de alcohol. Así, la llegada de UberX a una ciudad promedio, que cuenta con transporte público, incrementa el número de bebidas alcohólicas ingeridas en un 3,1%, también incrementa, cerca de un 3%, el número de días que se bebe y, además, eleva el máximo de copas tomadas en una sola ocasión un 5%. Por último, arroja hasta un 9% más en la prevalencia en el consumo excesivo de licores, según los investigadores de la Universidad de Louisville y Georgia State.
Los datos del estudio son mucho más concluyentes cuando dicho servicio de viajes con conductor llega a regiones con un sistema de transporte público más débil. Así, la llegada de UberX provocó un aumento que se mueve entre el 17,5% al 21,8% en casos de consumo excesivo de alcohol. Obviamente, a más copas más camareros. El informe también señala dicho efecto. En concreto, muestra que tras el lanzamiento de dichas plataformas se produce un incremento del 2,4% en el empleo, en pubs y no bares no así en restaurantes, y del 2,3% en las ganancias que obtienen dichos establecimientos.
Pero la lectura inicial solo es ver el vaso medio vacío, y no es porque se lo haya bebido nadie. Uber también ha facilitado la vida de los urbanitas. Por un lado, su plataforma ha logrado que sea mucho más fácil para cada persona llegar a casa de manera segura. Un estudio publicado al respecto en 2017 explicó que después de su llegada a Portland y Oregon los accidentes automovilísticos relacionados con el alcohol disminuyeron un increíble 62%. Un par de años antes, otro informe señaló que la aparición de la compañía de movilidad en Seatle redujo un 10% los arrestos por conducción bajo los efectos del alcohol. El problema al final, es que de cara a la salud pública todavía no se puede discernir si el neto de dichos efectos es bueno o malo.
UBER UNA RUINA Y UN IMÁN DE PROBLEMAS
Acusado de causar inseguridad a sus clientes. Acusado de explotar laboralmente a sus trabajadores. Con varios frentes legales abiertos. Con riesgos importantes de dejar de operar en un gran número de ciudades. Con la licencia retirada en uno de sus mercados más importantes cómo es Londres. Y con unas pérdidas acumuladas que superan ya los 14.000 millones de dólares. Los enanos del circo de Uber no es que hayan crecido, es que se han largado directamente a jugar a la NBA tras el estirón que han dado.
El principal frente al que se enfrenta en la actualidad la compañía es la revocación de la licencia con la que operaba en Londres. Aunque más importante que ese hecho, puesto que le ocurrió años atrás y la volvió a recuperar, es que los problemas de inseguridad que dio motivo a la Agencia de Transporte de Londres a la primera retirada han seguido vigentes. Así, la propia Uber reconoció que un cambio en sus sistemas había permitido erróneamente que conductores no autorizados subieran sus fotos a las cuentas de otros compañeros. En total, fueron 43 trabajadores que ofrecieron cerca de 14.000 viajes. Incluso, uno de ellos había recibido una advertencia en el pasado por distribuir imágenes ilegales de niños. Pese a que el error ha sido subsanado, otras ciudades británicas también han señalado que están estudiando seguir el ejemplo de la capital.
Al ver la sangre, Londres es uno de los grandes mercados de Uber con millones de viajes a la semana, muchos de los competidores de la compañía se han abalanzado sobre ella. Hasta cinco compañías, con inversores muy fuertes detrás, tienen pensado plantar cara en la ciudad. Kapten ocupa el segundo puesto con 800.000 clientes. Viavan afirma tener más de 500.000, mientras Bolt, que lleva desde 2017, asegura que cuenta con 300.000 usuarios. Los dos primeros, cuentan con el respaldo de grandes grupos de automóviles alemanes. La última ha recaudado dinero de Didi Chuxing, un gigante chino de transporte. Además, se prevé la entrada de otra más, Ola, que cuenta con el apoyo del grupo japonés, SoftBank.
¿ALGUNA VEZ GANARÁ DINERO UBER?
Uber ha perdido a lo largo de los últimos años más de 14.000 millones de dólares, pero la verdadera tragedia es que 5.000 de ellos han sido en el último trimestre. Una cifra difícil de ver incluso para compañías dedicadas a quemar dinero como motor de crecimiento. La firma se excusa en un gran gasto único relacionado con la compensación basada en acciones para los trabajadores, tras la salida a bolsa en mayo. Aunque la medida favorita de la compañía, el ‘Ebitda Ajustado’, mostró una pérdida de 656 millones de euros. Una cifra bastante peor que un año antes.
El problema es que su modelo de negocio se tambalea más que nunca. Uber, Lyft, Cabify y otras tantas firmas de transporte de pasajeros están utilizando toneladas de efectivo para inundar las calles de automóviles y tarifas baratas que reducen las ganancias propias y de los competidores. La historia del taxi ha demostrado que cuando está regulado es una actividad muy lucrativa, pero sin dicha reglamentación no es capaz de cubrir los costes. De hecho, en 1930 (en mitad de la Gran Depresión) el desarrollo de vehículos baratos de Ford llevó a muchos ciudadanos a venderse como taxistas improvisados para ganarse la vida, lo que llevo a fuertes caídas de los precios y a arruinar a la mayoría.
Las plataformas como Uber trabajan en crear un efecto red que les lleve a ser una especie de monopolio. El conocimiento de la marca llevaría a más clientes hasta su aplicación que a la de sus rivales, lo que convencería a más conductores para que trabajasen para ella al acceder a un número mayor de personas. Pero una cosa es lo que se quiere y otra la realidad.
A medida que entran más competidores el transporte de pasajeros pasa a ser un negocio básico en el que los clientes no prestan atención al vehículo en el que montan. Por lo que aumentar las ganancias a través de los precios se vuelve se imposible, dado que más que aumentarles estaría obligados a reducirlos (o apostar por ofertas) para ganar mercado. Por último, perderían la fidelidad de los conductores (que son los verdaderos propietarios de los coches) incrementando la espiral negativa. En definitiva, que el futuro del sector es bastante más oscuro de lo que en principio se pensaban inversores y compañía.