En muchas ocasiones, las personas de fuera ven nuestras debilidades como fortalezas. Aquello que creemos desde nuestro punto de vista que nos hace vulnerable, puede ser un punto positivo para alguien más. La mayoría de las veces, nosotros mismo somos nuestro propio verdugo, pues somos los que más nos juzgamos y no dejamos salir a flote nuestros verdaderos superpoderes.
Por ello, es bueno ser consciente de cómo nos perciben los demás. Pregunta para aprender. Sí, incluso a conocerte a ti mismo. De esta forma, podremos saber cómo transformar esos puntos que creemos flacos en auténticas oportunidades. Volvernos más fuertes aún.
Todos tenemos defectos, pero las debilidades no lo son. Y no deberíamos confundir ambos conceptos. Con los primeros nos vemos obligados a convivir, siempre los podemos evitar, pero es prácticamente imposible desprendernos de ellos. Sin embargo, las debilidades las podemos transformar. Y en este artículo te mostramos cómo hacerlo.
Afronta que tienes debilidades
Lo primero que debemos hacer para transformar las debilidades en nuestros superpoderes, es aceptar que existen. Están ahí, son nuestras y es mucho más fácil si lo reconocemos.
Muchas veces no lo hacemos porque a nadie le gusta sentirse débil. Porque ser débil está relacionado con ser peor. Sin embargo, en muchas ocasiones la gente percibe la debilidad como buena. Necesitar ayuda para hacer algo no es sinónimo de no saber hacer las cosas, sino de ser lo suficientemente inteligentes como para darnos cuenta de que no podremos hacerlo solos.
Por ello, una vez que tengamos las debilidades controladas, será mucho más sencillo comenzar con ese proceso de transformación. Una buena idea es hacer una lista. Sí, lápiz y papel para ver las cosas con perspectiva.
Apóyate en aquellos que te rodean
El saber rodearse de buenas personas será uno de tus primeros superpoderes. Transforma la debilidad que crees que tienes de no saber hacer algo en el poder de buscar ayuda para sacarlo adelante.
La gente que te rodea debe ser optimista, apoyarte para conseguir más. Nunca te rodees de personas conformistas o derrotistas, pues es de este tipo de gente del que debemos huir si queremos consagrarnos como un líder que se encuentre a la altura de las circunstancias.
Rodearte de personas que son excelentes en lo que hacen conseguirá que te sientas seguro y puedas delegar parte de tus obligaciones sabiendo que no estás comprometiendo tu trabajo.
Las debilidades no son defectos
Esto es lo primero que debe quedar claro. Las debilidades no son defectos. Defectos tenemos todos, pero las debilidades se pueden cambiar y convertir en algo más grande.
Si queremos lograr esa transformación y sacar a relucir nuestros verdaderos superpoderes, lo que puedes hacer es identificar también aquellos defectos que tú mismo o los demás creéis que tienes. Apúntalos en tu lista y realiza una comparación. Seguro que no coinciden.
Además, lo que tengas apuntado como debilidad puede que otra persona no lo considere tal. Como mencionábamos, muchas veces somos demasiado duros con nosotros mismos. Y la excelencia no se consigue machacándonos, sino queriendo mejorar paso por paso.
Quiérete a ti mismo
Cuando ya tengamos los deberes anteriores hechos llega el momento de la verdad. El de querernos a nosotros mismos y dejar de ser un lastre para poder avanzar.
No te centres en lo que crees que tienes negativo, sino en las virtudes que tienes. Pregunta a los que te rodean, seguro que pueden rellenar una extensa lista de fortalezas que ni tú mismo crees que tienes.
Vernos con los ojos con los que nos ven los demás es un gran paso para aprender a querernos. Y es que si nosotros mismos no nos queremos, si no estamos a gusto en nuestro papel, no podremos hacer nada para efectuar un cambio. En el momento que estemos listo, las cosas buenas aparecerán solas. Este es uno de los principales superpoderes a los que debes aspirar.
Siéntete orgulloso de tus debilidades para transformarlas
El orgullo a grandes rasgos es un valor que nos han dicho desde pequeños que está mal. Pero hay muchos tipos de orgullo. Piensa cuando alguien de tu familia, o un amigo, logra un éxito. Te sientes orgulloso, ¿verdad? ¿Por qué no contigo mismo?
No importa cómo seas, lo principal y otra de las cosas que debes hacer para lograr ese objetivo de transformación es sentirte orgulloso de cómo eres. Sí, y en eso también entran dentro las debilidades.
Eres así, naciste así. Pero en tu mano está el poder cambiarlo siempre que sea lo que de verdad deseas.
Mira el lado positivo
Al igual que a nadie se le aconseja rodearse de personas negativas, el primero que debe empezar por no serlo eres tú mismo.
Todas las cosas tienen un lado bueno, la diferencia entre alguien inteligente y alguien que no lo es, es que el primero siempre sabe mirar las veces necesarias hasta encontrarlo. Y es eso lo que marca la principal distancia entre un tipo y otro de personas.
Una vez que hayas alcanzado ese nivel, ya habrás avanzado mucho en tu cruzada por lograr unos superpoderes que en realidad no son tales, sino que son tus antiguas debilidades transformadas gracias a tu inteligencia y a la experiencia.
Habla abiertamente
No vetes un tema simplemente porque no te guste hablar sobre él. Nos negamos casi siempre a hablar de las debilidades porque nos hace sentir mal. Pues ha llegado el momento de la terapia de choque.
Saca lo que tienes dentro, exprésate, habla con claridad sobre lo que piensas de ti mismo. Háblate a ti, y habla con tu círculo más cercano. Dos cabezas piensan más que una y en estos temas siempre es mejor contar con una opinión ajena que nos ayude a ver las cosas con perspectiva.
No eres débil por solicitar que te escuchen, todo lo contrario. Haciendo esto habrás transformado la debilidad de la inseguridad en el superpoder de la valentía.
Deja de lado el miedo
Todos tenemos miedo a hacer algo, pero superar ese miedo es lo que nos hace diferentes o no al resto.
Una vez que dejes de lado el miedo habrás alcanzado otro de los superpoderes más importantes: la confianza y seguridad en ti mismo. Y con esto serás capaz de lograr todo aquello que te propongas.
El miedo no te llevará a ningún sitio. Y aquel que no hace nada por cambiar algo que no le gusta no tiene ningún derecho a quejarse sobre ello.