Iberdrola, a través de la filial Scottish Power, ha cerrado la venta de un 40% de su proyecto de energía eólica marina, que se conoce como offshore, en Reino Unido a Green Investment Group (GIG) que pertenece al grupo australiano Macquarie, por un total de 1.630 millones de libras (lo que suponen unos 1.800 millones de euros), según comunicó este pasado lunes la propia compañía en un hecho relevante a la CNMV. El movimiento que en un primer momento no ha sido demasiado notorio, «noticia de poco impacto» señalan los analistas de Banco Sabadell, sí esconde algunas claves de cara al futuro de la eléctrica.
En primer lugar, es evidente que la tecnología offshore no está funcionando al nivel que se podía prever años atrás, de ahí la desinversión de la española. El hecho de que las mareas en el mar son constantes, al contrario que el viento, abría muchas posibilidades, pero su difícil implantación (dada la dificultad de transportar la energía de manera eficaz) ha hecho a muchas firmas replantearse su uso. De hecho, el propio Antonio Brufau, presidente de Repsol, señalaba ante los inversores las dificultades en el desarrollo que dicha fuente de energía está teniendo en la actualidad.
En segundo lugar, se trata de la segunda gran desinversión en Reino Unido por la firma presidida por Ignacio Sánchez Galán. La primera fue la venta de la totalidad de sus centrales de gas, mantenía una potencia instalada de 2.566 megavatios (MW), a finales de 2018 y por lo que recibió cerca de 800 millones de euros. Si bien podría verse como un movimiento para alejarse del riesgo del Brexit, que les está afectando (a través de lo que se conoce como riesgo país) como aseguran fuentes cercanas a la misma, en realidad podría tratarse de un simple cambio de cromos.
La eléctrica española hará una oferta por la británica Electricity North West (ENW) de cara a reforzar su segmento de negocio de distribución, según relataron meses atrás fuentes financieras. Curiosamente, el precio inicial en la subasta, que lideran JP Morgan y Colonial First que mantienen un 50% de la compañía tras la entrada en el capital (con un 32%) del conglomerado japonés llamado Kepco, es de algo más de 2.000 millones de euros (unos 2.300 millones de libras), una cantidad que podría sufragar sin excesivos problemas con los algo más de 2.500 millones que ha conseguido tras las dos ventas en UK. De esta manera, Iberdrola tendría margen para subir la apuesta por ella, una posibilidad que habían comentado meses atrás distintas fuentes del sector, una vez el regulador, Ofgem, había visto con buenos ojos incrementar la remuneración en el negocio de distribución.
Por último, la necesidad de desinvertir en activos para poder invertir más tarde en otros, explica también las limitaciones financieras de Iberdrola. La firma ha acumulado en los últimos años una importante carga de deuda que ya supera los 36.000 millones de euros, según los datos a 30 de junio, que le limita en posibles nuevas inversiones. De hecho, las cargas financieras se han elevado un 41% en los últimos cinco años, mientras que los ingresos apenas lo han hecho un 13,3%, aunque ese efecto no ha sido tan acusado frente a ebitda, ya que consiguió reducirlo en el primer semestre del año de las 4,10 veces a 3,67 veces.
LAS TARIFAS VERDES COGEN VELOCIDAD EN UK
Otra de las claves de la venta de Iberdrola, si su desempeño por ENW no sale adelante, será el de la construcción de nuevos parques renovables en el Reino Unido. El país está viviendo en la actualidad un boom de demanda de tarifas residenciales que se suministren únicamente con fuentes de energía limpias, hasta el punto de que desde BloombergNEF se estima que «al menos una quinta parte de las casas de UK tienen una tarifa verde, comprando una cuarta parte de toda la electricidad renovable generada en el país».
En el informe que ofrece el portal económico se explica que si bien las tarifas verdes eran especialidad de algunos minoristas pequeños, las grandes compañías de servicios públicos han dado pasos importantes para ofrecerlas. Así, a mediados de 2019, EON, uno de los seis grandes, dio un paso más y eliminó todas las ofertas de tarifas de energías no limpias, cambiando sus 3,2 millones de clientes residenciales a un suministro 100% renovable sin costo adicional. Todo ello, llevará a que presumiblemente se incremente la demanda de la misma provocando que se tengan que dar nuevos proyectos renovables en el corto plazo.