23 de marzo de 1974. Franco se sume en los achaques que se lo llevarían junto al Señor y el Gobierno de Carlos Arias Navarro, ‘Carnicerito de Málaga’, nombra como jefe de los servicios informativos de TVE a Juan Luis Cebrián: 29 años, barba de mayo del 68, suficiencia del que no sabe lo que promete y pedigrí heredado de su padre, don Vicente, exdirector del Arriba.
23 de febrero de 1981. Han pasado siete años y varios siglos. Los viajes londinenses de Cebrián para pelotear a Fraga tienen premio y se pone al frente de El País, diario hegemónico de la Transición y órgano que dispensará carnés de demócratas desde que el joven periodistas se la juega en movimiento audaz: «El País, con la Constitución», titula en plena intentona golpista.
19 de mayo de 1997. La Real Academia Española de la Lengua nombra como académico, al alimón, a Cebrián y Anson, dicen que las dos Españas, aunque ellos militen en la misma: el negocio. Felipe González, recién caído de la peana, se obnubila ante el discurso de la mano derecha de Polanco, tres lustros haciéndose de oro con el Gobierno del PSOE y su ‘negocio de la Libertad.
6 de octubre de 2014. El País lanza su edición digital catalana cuando en Madrid llueven los chuzos de punta del procés. Soraya Sáenz de Santamaría mira almibarada a Cebrián, sonrisa pícara y verdugo de la línea editorial de El País para que la quiebra fuese cubierta por el establishment, encantado de comprar pararrayos baratos en plena crisis sistémica.
1 de octubre de 2016. El País editorializa contra el alicaído líder del PSOE: «Sánchez ha resultado no ser un dirigente cabal, sino un insensato sin escrúpulos que no duda en destruir el partido que con tanto desacierto ha dirigido antes que reconocer su enorme fracaso».
30 de octubre de 2016. Sánchez se sienta ante Évole y suelta la lengua: «Ha habido determinados medios que si hubiera habido un entendimiento entre el PSOE y Podemos lo criticarían e irían en contra (…) El País ha sido uno de ellos». Por aquellos días Rosa Díez cuenta lo que le dijo Antonio Caño: «Si quieres portada y editorial, fusiónate con Ciudadanos».
11 de diciembre de 2016. Cebrián pasa también por el confesionario de Évole y dice que «la mediocridad política de Sánchez se ha puesto de relieve en este proceso y es lamentable que los problemas con su partido los trate de rebotar a periódicos que no tienen nada que ver con su partido». Aquel año ‘Janli’ se embolsó 1.762.000 euros, 692.000 por objetivos, mientras PRISA perdía 68 kilos.
CEBRIÁN Y RIVERA
Las élites encontraron al «Podemos de derechas», Oliu dixit: Ciudadanos, que según la encuesta de Metroscopia para El País iba a alcanzar en la Comunidad de Madrid en 2015 el 21% del voto, en realidad logró el 12%. Villacís iba a alcanzar diez concejales, en realidad fueron siete.
Rivera iba a dispararse sobre los cien diputados y en torno al 22,6% del voto en las generales de 2015, Ciudadanos sumó el 14% del escrutinio y 40 escaños. Al año siguiente iba a superar el 16%, se quedó en el 10% y 32 escaños.
LA DERECHA LAICA
Cebrián explicaba hace unos días que Ciudadanos «desde su fundación ha sido un partido de indudable adscripción democrática, lejos de las tentaciones ultramontanas de amplios sectores del PP, y en cuya nómina inicial figuraban intelectuales de fuste. Parecía destinado a construir lo que en cierta medida ya es: una formación liberal demócrata, laica y progresista, alejada del nacionalcatolicismo de la derecha española y contraria al estatismo económico de la izquierda».
La pena, según el directivo, es que «su deriva reciente le ha llevado sin embargo a aceptar sin ambages formar parte del bloque de la derecha, incluso de la más fanática, y soñar ingenuamente con liderarlo. La única posibilidad de afirmación futura de Ciudadanos en el elenco español es garantizar su carácter de centro reformista. Decisiones recientes, como la de aceptar una vinculación pasiva con el neofascismo en la Junta de Andalucía, le han perjudicado ante su electorado potencial, pero sus dirigentes no parecen haber aprendido la lección».
«Un pacto nacional PSOE-Ciudadanos, para el gobierno del Estado y el de las comunidades autónomas y municipios, serviría para reconstruir la confianza en nuestro parlamentarismo y mejorar el juicio sobre nuestros políticos. Nada hay desde luego que permita suponer que nuestra dirigencia se apreste a ello». Y tanto.
EL REMATE
Cebrián ha repetido en el empeño y en El País, que le sigue permitiendo escribir, afirma que «la formación liderada hoy por Albert Rivera, al que respeto personalmente y cuya amistad cultivo, viene desde hace meses estableciendo alianzas con un partido neofranquista, heredero del más oscuro credo reaccionario. Allí donde Vox ha tenido oportunidad de influir en el poder político no ha hecho sino proponer medidas que implican un retroceso, en algunos casos dramático, de derechos adquiridos por los españoles con esfuerzo y tesón durante los cuarenta años de democracia».
El expresidente de PRISA explicaba que «Ciudadanos debería haber prestado su concurso al partido socialista para garantizar la gobernabilidad de mi país en el corto plazo. Lo hago, como decía, para drenar el sentimiento de impotencia y decepción que causa en la conciencia liberal ver que un partido que se apodera de su nombre perece alegremente y pone en peligro el devenir ajeno, movido solo por el personalismo, la impericia y las ambiciones pequeñas. Y lo hace en nombre de una regeneración política de la que abiertamente ha abdicado».
A lo que no abdica Cebrián es a acercarse al poder, anteayer el Régimen, ayer el felipismo y hoy Pedro Sánchez, cautivo y desarmado ante la entusiasta amistad del eterno aspirante a visitador nocturno de La Moncloa o El Pardo, lo que tercie.