sábado, 14 diciembre 2024

Despropósitos políticos

Francesc de Carreras, un fundador respetado de Ciudadanos, ha pedido reiteradamente a Albert Rivera que pacte con Pedro Sánchez. Juntos, dispondrían de 180 escaños. Es el único gobierno posible con estabilidad para cuatro años y sin sujeción a los indepes.

Columnistas prestigiosos también abogan por ello, así como Luis Garicano, economista, miembro de la Ejecutiva de C’s y cabeza de lista de este partido en el Parlamento Europeo. Varios miembros de la Ejecutiva de Ciudadanos han dimitido porque Rivera se niega.

En los partidos españoles imperan los “jefes”, normalmente vengativos con quienes rechistan. Silencian al rebelde, al discrepante, incluso al “matizante”. Eliminan al que no es un incondicional. En todos los partidos. No hace falta un microscopio para observarlo. “Si no estás conmigo, estás contra mí”, se escribe con mayúsculas.

El sistema electoral diviniza las jefaturas de los partidos. Lo deciden todo. El programa, las listas electorales, los pactos para gobernar. Son como Júpiter o cualquier Jefe Provincial del Movimiento.

Juan Diaz Nicolas, renombrado sociólogo, mostraba recientemente como el sistema electoral hace que los votantes elijan entre partidos, no entre candidatos, ignorando, además, a qué pactos llegarán luego. Díaz Nicolás preferiría unas circunscripciones uninominales que establecen una relación directa entre el elegido y los electores, así como un escrutinio a la francesa.

En Francia se hace a dos vueltas si nadie obtiene más del 50% en la primera y permite al votante elegir entre los dos primeros en la segunda en función de eventuales pactos. En el Reino Unido proclaman al más votado en cada circunscripción. En Alemania, además de los escogidos al Bundestag (Congreso) por circunscripciones uninominales, hay una lista nacional donde los partidos pueden incluir a gente valiosa que no es mitinera y el Bundesrat (Senado) refleja el esquema federal del país.

Su control ciudadano es superior al nuestro. Sin embargo, no se trata de elegir entre estas fórmulas (u otras), sino de saber quiénes le pondrán el cascabel al gato reformando una ley electoral que, según los especialistas, favorece al PP, luego al PSOE y a los partidos regionales que con pocos votos lo condicionan todo al nivel nacional, como los indepes catalanes o vascos, los casi indepes del PNV o los regionalistas en Canarias o Cantabria.

Asentado, como otros, en este sistema que concentra el poder en los líderes de los partidos, Rivera lleva a C´s al sinsentido vetando al PSOE, salvo a aquellos socialistas que él considera enemistados con Sánchez, y no tiene reparos en pactar, aunque sea indirectamente, con Vox.

La derecha estima que, si los socialistas pueden entenderse con la extrema izquierda de Podemos, ella puede hacerlo con la extrema derecha de Vox, aunque, remilgada e hipócritamente, C´s diga que es el PP quien abraza a Vox. Solo Manuel Valls se salió dignamente del guión de Rivera que, ahora, le repudia.

Rivera quiere propulsar a Sánchez en brazos de Podemos y de los indepes para luego acusarle de juntarse con malas compañías y seguir intentando un “sorpasso” del PP. El sentido del Estado parece ausente. Rivera debe pensar que Sánchez rompió un frente constitucional con su moción de censura avalada por separatistas y ahora hace pucheros. Una chiquillada. Si reza “no es no” antes de dormirse, merecería pesadillas.

Sánchez también debe hacer algo. Si pretende el apoyo de Ciudadanos, tendría que resucitar el “Pacto del Abrazo” de 2016. Mejor que instalar a Podemos en la gobernación del país y recoger apoyos de independentistas que es como cuando Ciudadanos dice que Vox les vota solo por su cara bonita.

Nada se ganaría con repetir las elecciones, una operación desaconsejable y arriesgada para todos. El mundo empresarial presiona al PP y C´s para que, como hizo el PSOE con Rajoy en 2016, se abstengan en la Investidura de Sánchez. Mejor una coalición que ofrezca estabilidad.

Como nuestros políticos juegan a “que se mueva el otro”, en julio parece improbable una Investidura y en septiembre, ya veremos. Será que podemos permitirnos estos lujos. ¿. ¡Ojo!

Carlos Miranda es Embajador de España


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