“Me alojé en la suite del hotel Meliá, en el piso 23, con excelentes vistas de Cuba; pero la mitad de la terraza no tenía baranda”. Esta es la experiencia que vivió uno de los accionistas que intervino en la Junta de Accionistas de Meliá. Una situación que desvela otro de los grandes quebraderos de cabeza a los que se enfrenta la hotelera española en la isla, además de la famosa Ley Helms-Burton.
Por sorprendente que parezca, en Cuba es normal encontrar en malas condiciones algunas instalaciones de hoteles con casos como este, en el que la seguridad de los huéspedes no está garantizada. De hecho, otros usuarios se han quejado a MERCA2 de que en otro hotel de Meliá en La Habana se encontraron “las puertas roídas, azulejos superpuestos o paredes sin ellos, cortinas rotas o desagües oxidados”. Una dejadez que puede dar la sensación de abandono. Lo único bueno en todos los casos es que la gestión de los trabajadores siempre es buena y que, incluso, en el caso del accionista se le alertó de este problema.
Además de las medidas de Trump, Meliá se enfrenta en Cuba a otro problema: el mal estado de algunas instalaciones en sus hoteles
“Estamos trabajando con Cuba para mejorar los hoteles. Ha habido problemas de liquidez (en Cuba), algo que no nos exime de este problema. Pero es salgo que no debería de ocurrir y trabajamos para mitigar ese riesgo. Está claro que no podemos vender esa habitación sin baranda”, defendió el vicepresidente Ejecutivo de Meliá, Gabriel Escarrer Jaume.
Y esa falta de liquidez del país por las medidas de Trump y la asfixia económica están detrás de este problema. Las deficiencias se deben a que el Estado, dueño de la infraestructura, tarda en dar mantenimiento a los hoteles que entrega a operadores extranjeros solo para su administración. De hecho, algunos informes alertaron hace años de que el Estado también era el responsable de contratar al personal del hotel y de pagarles un salario bajo.
PROBLEMAS CON TRUMP EN CUBA
Estas quejas sobre el mal estado de los hoteles se suman a las medidas de Trump sobre la isla y que tiene efectos en las hoteleras españolas como Meliá. A mediados de abril fue cuando Trump levantó la liebre y anunció la aplicación del título III de Ley Helms-Burton, que permite establecer demandas en tribunales de Estados Unidos contra quienes se beneficien de propiedades confiscadas por el castrismo.
Meliá siempre ha señalado que se siente segura teniendo en cuenta que las reclamaciones irían directamente contra los propietarios. En Cuba –a excepción de cuatro establecimientos– todos los hoteles están bajo la fórmula de gestión, según Escarrer. Así, Meliá desafía a Trump y mantiene sus previsiones de crecimiento en la isla. “En Cuba llevamos 31 años. Estamos orgullosos de contribuir al desarrollo turístico de Cuba. Tenemos 34 hoteles y a final de este año tendremos 28. El 30% de los turistas se hospedan con nosotros”, recordó Escarrer.
Durante el primer trimestre de 2019, Meliá abrió parcialmente el Meliá Internacional Varadero (en régimen de gestión con 946 habitaciones). En este sentido, se han puesto a disposición del público 200 habitaciones del resort de cinco estrellas, mientras que el resto se incorporarán en los próximos meses hasta junio.
Por otro lado, desde Meliá se quejan de otras medidas de Trump. Afirman que la demanda y los precios se ven afectados por las trabas que supone tener 13 visados americanos para entrar en la isla.
La situación en Cuba junto a la devaluación del euro frente al dólar, el Brexit en el Reino Unido y la inflexión del turismo vacacional en España son los retos de los que el directivo alertó en su discurso en la Junta de Accionistas en la que se aprobó abonar un dividendo bruto de 0,1830 euros por acción con cargo al ejercicio de 2018, que hará efectivo el próximo 9 de julio.