El aliento empieza a sentirse en la nuca sobre la aparición de la próxima gran crisis y eso se empieza a notar en los movimientos de los inversores. De ahí a las subidas y bajadas tan fulgurantes entre el final del pasado año y el comienzo del presente ejercicio. Sin embargo, aún hay interrogantes sobre si lo que estamos presenciando es el inicio de una recesión inevitable o simplemente hay un miedo exagerado.
Ahora que hemos dejado atrás el primer trimestre, tenemos que hacer un gran esfuerzo para ignorar los signos de debilidad económica. Según apunta Volker Schmidt, gestor senior de Ethnera Independent Investors, uno de estos signos es “el volumen del comercio mundial”. A finales de 2018 se observó una marcada desaceleración de los flujos comerciales, lo que también está en consonancia con la actual debilidad mundial del sector manufacturero. Después de todo, la guerra comercial entre China y Estados Unidos parece haber dejado huella.
En esta línea el equipo de análisis de Alger Management sostiene que cuando se trata de medir la probabilidad de una recesión en Estados Unidos, el Conference Board Leading Economic Index ha funcionado como un “indicador fiable” del crecimiento económico futuro. Este índice hace un seguimiento de diez variables económicas clave y tiende a alcanzar máximos y mínimos adelantándose al ciclo económico. Actualmente, la lectura de este índice “no predice que vaya a haber una recesión inminente”.
Si bien el LEI ha descendido históricamente año tras año hasta llegar a una recesión, actualmente sigue subiendo, lo que indica “un crecimiento económico continuado”. Al menos hasta la fecha. La gestora explica que el LEI tiende a alcanzar su punto álgido entre 6 y 18 meses antes de que se produzcan cambios en los resultados empresariales. Por lo tanto, su impulso actual “sugiere un crecimiento futuro de los beneficios por acción”.
SEÑALES A TENER EN CUENTA
¿Esto es lo único que debemos tener en cuenta para anticiparnos a movimientos recesivos? Los expertos consideran que no. Hans Bevers, Chief Economist de Bank Degroof Petercam, concreta que es muy importante la duración que está teniendo este ciclo alcista, pues la expansión que siguió a la Gran Crisis de 2008-2009 se encuentra ahora en su 119º mes. Y es que Estados Unidos está a punto de batir el récord de la mayor expansión económica.
Manteniendo este hilo, hay que seguir muy de cerca varios deterioros, que pueden hablar de un mayor grado de maduración económica. Por ejemplo, los índices de gestores de compras (PMI) también se están deteriorando perceptiblemente. Lo que resulta sorprendente es el ligero deterioro de las cifras de Reino Unido debido a los problemas causados con su brexit, evento que ha mantenido como rehén a la política europea durante muchos meses.
Lo único que queda por hacer en estos momentos es enviar un mensaje al Parlamento británico. Se dice que el escritor norirlandés C.S. Lewis afirmó: “No puedes volver atrás y cambiar el principio, pero puedes comenzar donde estás y cambiar el final”. Quizás los parlamentarios se lo tomen en serio. El resto de Europa se lo agradecerá.
Para Schmidt otro indicador clave del futuro de los mercados es, sin duda, “el nivel de rendimiento de los bonos federales alemanes y de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años”. El 22 de marzo de 2019, el bono alemán a 10 años se negoció con un rendimiento negativo por primera vez desde 2016. Este hecho puede no haberse debido únicamente a la visión del mercado en relación con una futura recesión económica, sino también “al temor de un posible caos, si hubiera tenido lugar un Brexit desordenado el pasado 12 de abril”.
El rendimiento de los bonos del Tesoro estadounidense a diez años también cayó por debajo del 2,5% y la curva de rendimientos estadounidense se invirtió, con los rendimientos a 10 años por debajo de los rendimientos a 3 meses. Las últimas seis recesiones en Estados Unidos siempre estuvieron precedidas por una inversión de la curva de rendimiento de 12 a 18 meses antes.
Hasta este punto, Schmidt afirma que era comprensible que el mercado “reaccionara reevaluando los cambios futuros en los tipos de interés oficiales por parte de la Fed”. Tras la inversión de la curva, el mercado (medido sobre la base de los futuros sobre tipos de interés estadounidenses) ha incrementado significativamente la probabilidad de un recorte de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal en su reunión de finales de enero de 2020, pasando de poco menos del 50% a casi el 80% de probabilidades, mientras que, al mismo tiempo, la probabilidad de que no se produjera ningún cambio en los tipos de interés se redujo en consecuencia.
Además, hay que tener en cuenta que la probabilidad de que se produzca una recesión durante el próximo año, calculada por la Reserva Federal de Nueva York, también “está aumentando constantemente”. Otro indicador más.
Bevers coincide en que es difícil ignorar algunas señales de advertencia, como “la pendiente de la curva de tipos, y más concretamente, la diferencia entre los tipos a corto y a largo plazo.” Los tipos de los bonos a 10 años y a 3 meses son casi idénticos. A finales del mes pasado, esta diferencia era incluso negativa.
Se trata de una señal que debe tomarse en serio, ya que, aunque el momento preciso es incierto, y es posible que la política de la Fed distorsione este indicador, “en el pasado ha sido la señal de advertencia más fiable de una ralentización del crecimiento y de una desaceleración de la economía”.
¿ATERRIZAJE SUAVE O FORZOSO?
Así las cosas, para Schmidt en estos momentos, conviene al menos alejarse un poco del rebaño. Los indicadores mencionados anteriormente apuntan, de manera unívoca, a una recesión en Estados Unidos, que “comenzará en los próximos doce meses y, por lo tanto, también en todo el mundo desarrollado”. Pero esto no significa necesariamente que vaya a “producirse de esta manera”.
El experto añade que es muy posible que el llamado aterrizaje suave, es decir, una desaceleración gradual que “no derive en recesión”, se produzca realmente gracias a una sabia combinación de medidas monetarias y fiscales. Esta estrategia funcionó bien durante la crisis de los mercados financieros y puede “volver a funcionar”. Después de todo, nadie está interesado en una recesión real, ni los gobiernos ni los bancos centrales.