Hay errores de parvulario. Lo malo es cuando se repiten. El último ejemplo, la forma de retirar la fragata Méndez Núñez del grupo de combate liderado por el portaaviones estadounidense Abraham Lincoln al cual estaba adscrito el buque español por un acuerdo con los EEUU, sujeto ello a condiciones evidentes.
Entre ellas, naturalmente, no participar en una acción unilateral de los EEUU. Podía ser el caso al adentrarse la Armada norteamericana en aguas cercanas a Irán con una tensión regional en la que los europeos y los americanos no comparten su diagnóstico, no avalando la Unión, de la que somos parte, las actuaciones unilaterales de Washington. Ahora, Trump afirma no querer un enfrentamiento militar, pero es razonable que la fragata española esté a la espera hasta que la Armada americana no reemprenda una navegación más plácida por el Índico y el Pacífico.
Los objetivos de la Méndez Núñez parecen ser varios: ejercitarse con la US Navy; demostrar a EEUU que nuestras fragatas F-100 podrían servir en la Armada americana (un gran pedido sería magnífico para Navantia); y circunnavegar la Tierra en el 500 aniversario de la primera vuelta al mundo culminada por Juan Sebastián Elcano.
Hubo fallos de comunicación, porque al aproximarse a esas aguas revueltas la Armada americana, no se adelantó a la opinión pública que la Méndez Núñez no participaría en una eventual operación estadounidense contra Irán. Por lo visto, tampoco se advirtió de ello a Washington por la vía diplomática, de lo que se ha quejado el Departamento de Estado.
El Ministerio de Defensa y nuestras FAS son actores internacionales de nuestra política exterior. Coloquialmente podríamos decir que son un ministerio de exteriores “armado”. Las actuaciones internacionales de Defensa y de las FAS se enmarcan en la política exterior española, competencia de Exteriores. Una buena coordinación es, pues, imprescindible, involucrando asimismo a Presidencia del Gobierno.
Esta necesidad se ha venido resolviendo hasta ahora con varios niveles de coordinación. En lo más alto, con contactos y reuniones entre los titulares de Exteriores y Defensa, así como con el Presidente del Gobierno. Como un ejemplo de algo que no debió ocurrir tenemos la salida unilateral de las FAS españolas de Kosovo en 2009. Decisión de la entonces titular de Defensa (con el aval del Presidente del Gobierno).
Debajo del nivel gubernamental se han empleado diversos instrumentos de coordinación en reuniones con altos cargos de Exteriores y Defensa, con asistencia de Moncloa, Estado Mayor de la Defensa y representantes de nuestras Delegaciones en la UE y en la OTAN.
En 1983 se empezó incorporando en Defensa a un “Asesor del Ministro de Defensa para Asuntos Internacionales”. Asimismo, hay otros cargos de Defensa circunstancialmente desempeñados por diplomáticos y militares destinados en Exteriores. Es importante que todos estén en contacto permanente y se eviten reinos de taifas y cortacircuitos personales. En algunas operaciones en el exterior participan la Guardia Civil (muy apreciada internacionalmente) y la Policía Nacional. En esos casos la coordinación suele ser más puntual.
Seguridad, Defensa y Desarme son las cuestiones necesitadas de coordinación. A veces son operaciones en el exterior, pero hay que coordinar también la posición española en distintos organismos internacionales o en reuniones y conferencias ad hoc. Entre otros en NNUU (operaciones militares y primera comisión que trata de desarme); en la Conferencia de Desarme en Ginebra; en la Unión Europea (operaciones militares, Defensa europea); en la OSCE en Viena; y, naturalmente, en la Alianza Atlántica cuya sede está en Bruselas. Esta coordinación también abarca la relación militar bilateral con los EEUU.
En este asunto de la Méndez Núñez parece que no ha funcionado bien esta necesaria coordinación o que se han tomado decisiones erróneas. Habrá que remediarlo. Nuestra credibilidad va en ello.
Carlos Miranda es Embajador de España