No es para nada habitual experimentar semejantes oscilaciones en el sentimiento como las que hemos visto durante los últimos meses. Los mercados cabalgaron a lomos del optimismo durante gran parte de 2018, pero este se agotó durante el último trimestre del año.
Es verdad que, por lo pronto, este año ha regresado el optimismo, aunque no a los niveles que vimos en varias fases de 2018. Las valoraciones han recuperado niveles más razonables, pero la coyuntura macroeconómica para las bolsas dista de ser eminentemente alcista. Los inversores prefieren la seguridad y se está prestando más atención a las empresas que están reduciendo su deuda que a las que recompran sus acciones.
Además, hemos asistido a unas salidas de capitales de alrededor de 30.000 millones de euros de los ETF europeos en dirección a Estados Unidos y los volúmenes siguen siendo bajos. La liquidez inferior a la media en las bolsas es un problema, ya que los inversores se mantienen al margen y eso acarrea ampliaciones de los diferenciales, sobre todo en Asia y Europa. Pero parte de la liquidez volvió al mercado cuando terminó el cierre de la administración estadounidense, el Brexit sigue preocupando en Europa.
Sin embargo, los expertos de Fidelity consideran que existen “varias razones para ser más optimistas conforme avanza 2019”. En primer lugar, los diferenciales de deuda corporativa, que son un indicador muy seguido de la salud económica y el sentimiento inversor, se han estrechado durante el mes de enero, lo que” ha enviado una señal alentadora a EE.UU. y Europa”.
Pese a ampliarse considerablemente en 2018, los diferenciales de los títulos BBB siguen estando claramente “por debajo de máximos anteriores (2016 y 2011) y muy por debajo de los niveles registrados en 2008/2009”. Los indicadores de sorpresas económicas están rebotando desde unos niveles bajos, lo que sugiere que “podríamos empezar a ver una mejoría de los datos macroeconómicos a lo largo del año”, explican desde la gestora norteamericana.
Teniendo en cuenta que este año las valoraciones bursátiles han recuperado gran parte de lo perdido a finales del año pasado, los múltiplos siguen, a juicio de estos analistas, “estando por debajo de los promedios de los últimos tres años”, lo que indica que “al menos parte de la incertidumbre está descontada”.
Por el contrario, no ocurre lo mismo en todas partes. Se puede observar que el diferencial de valoración entre las acciones de calidad y las infravaloradas alcanzó su máximo histórico durante el primer trimestre de 2019, después de que el aumento de la incertidumbre empujara a los inversores hacia los valores refugio.
De ahí a que los expertos de Fidelity crean que esta situación “crea oportunidades en sectores sobrevendidos y denostados, como los valores cíclicos con exposición a China”. Existen otras áreas atractivas disponibles donde mantenemos visiones contrarias al consenso, “como Japón”.
IMPLICACIONES PARA LA INVERSIÓN
En el marco europeo, incluyendo al Reino Unido, la desaceleración prosigue en Europa, el crecimiento económico prosiguió con su desaceleración. El índice de compras (PMI) de la zona euro se situó en su nivel más bajo desde 2013, debido en gran parte, analizan, “a la debilidad de las exportaciones y a la desaceleración de los nuevos pedidos, un efecto de la mala salud de la economía china”. Tanto Italia como Alemania se enfrentan a recesiones técnicas y prevemos que la economía europea seguirá ralentizándose.
No obstante, eso podría reducir la presión sobre el BCE para que suba tipos, lo que “daría apoyo a las valoraciones bursátiles”. Las empresas caracterizadas por un crecimiento estructural generalmente se comportan bien en este tipo de entorno. En Europa, los PER se encuentran en su nivel más bajo desde 2012 comparado con los niveles globales. Algo que para Fidelity sugiere que “existen oportunidades para aprovecharlo”.
Para estos expertos un área interesante es “los valores de calidad de alta rentabilidad por dividendo que pueden destacar en el entorno de baja inflación de Europa”. En el Reino Unido hemos moderado nuestras posiciones tras el rebote del mercado a raíz de la fuerte oleada de ventas que se desató a finales de 2018.
Sus análisis muestran que sectores enteros, como la ingeniería y la construcción, “están en punto muerto ante la parálisis de los contratos públicos”. Esta situación probablemente continúe hasta que se despeje el Brexit, de ahí que “la selección de valores sea más importante que nunca”, concluyen.
INVERTIR EN LO QUE SE TIENE CONVICCIÓN
Un informe reciente de Deloitte mostraba que solamente unas pocas personas son conscientes del enorme poder que tienen para “votar con sus ahorros”. Deloitte apunta a varias posibles causas, que incluyen una complejidad excesiva y una falta de transparencia al invertir.
El sector financiero tiene la responsabilidad de capacitar a los inversores para que aprovechen la oportunidad de influir en el mundo y cambiarlo usando sus inversiones, ofreciendo a los clientes mejores herramientas de inversión, precios competitivos e información y servicios más relevantes.
Cuando invertimos en empresas a través de acciones y bonos, aportamos a estas empresas concretas capital para llevar a cabo sus operaciones y proyectos. Como inversor, uno está contribuyendo por tanto a la manera en que promocionan su visión y estrategia generales de cara al futuro. Por ejemplo, una participación en una empresa que funciona con energía renovable es algo más que simplemente una oportunidad de lograr un retorno sobre la inversión: es una oportunidad para influir en sus objetivos empresariales y (en el caso de la energía renovable) ayudar a combatir el cambio climático.
La misma dinámica se aplica si se entra en un fondo de inversión o en un ETF que invierte en cierto número de empresas con criterios de sostenibilidad. Estos pueden ser fondos temáticos que se centran en empresas que promueven el liderazgo femenino, la educación, el agua limpia y potable o un menor consumo de plásticos.