– Su majestad Felipe VI, ¿usted utiliza Netflix?
– No solo lo uso, Reed, sino que me declaro un gran seguidor de ‘Paquita Salas’. De hecho, hace exactamente 22 años yo también ‘hice mis pinitos’ delante de una cámara en el programa ‘La España salvaje’.
– Me temo decirle, entonces, que le vamos a subir el precio.
– Lo siento más por Mariano, el expresidente, que le encantaba ‘Black Mirror‘ y, sobretodo, ‘House of Cards‘.
Probablemente no, pero lo anterior podría ser una pequeña parte de la conversación que el Rey de España, Felipe VI, y el cofundador de Netflix, Reed Hastings, tengan a lo largo de su encuentro este viernes.
La visita de Haasting a España, dónde mantendrá encuentros con otras personalidades además de Felipe VI, llega en un momento crucial para la plataforma de contenidos. Netflix ha empezado el 2019 con el objetivo de seguir mejorando su posición financiera, de cara a poder hacer frente a los nuevos competidores que están apareciendo. Para ello, ha aprobado subidas de precios en distintos países entre los que destaca la cuarta en Estados Unidos, que además es la más agresiva.
La política de subida de precios que la compañía ha ido ejecutando en los últimos años se ha sostenido sobre dos pilares: en primer lugar, se ejecuta un aumento de tarifas más o menos cada dos años. Por otro, cada trimestre se incrementan las tasas en al menos un mercado, así en el tercer trimestre de 2017 lo subió en Japón, en el cuarto lo hizo en Canadá y Argentina y en el primero de 2019 se ejecutó en Estados Unidos. Un ciclo que ahora apunta a España, ya que en octubre de 2015 se lanzó y en dicho mes de 2017 se llevó a cabo la primera subida.
El aumento de precios le permitirá a Netflix cubrir el agujero más acuciante al que se enfrenta, el de sus propias cuentas. De hecho, la propia plataforma de contenidos está subvencionando a todos sus usuarios para ver sus contenidos, dicho de otra manera, a Netflix le cuesta dinero cada cliente que consigue. Lo anterior se debe, a que su flujo de explotación -el dinero que entra (a través de suscriptores) en la compañía menos el que sale (por crear contenido)- fue negativo en 2.680 millones. Aunque no solo fue cosa de 2018, ya que desde 2015 la cifra acumulada se acerca a 6.700 millones de euros.
El problema de lo anterior es que una empresa no puede continuar indefinidamente con dicha estructura financiera, puesto que todos esos flujos que salen (6.700 millones en explotación que incluso son más cuando se toma el flujo de caja libre) se deben financiar mediante deudas. De hecho, el volumen de deuda neta de Netflix asciende a 6.565 millones, que es prácticamente la cifra anterior. Por ello, la plataforma de contenidos está obligada a incrementar ingresos (vía subscriptores) para limar el gap, ahora que posee una base sólida de suscriptores que cada vez crece menos.
La necesidad de equilibrar cuentas se vuelve más acuciante cuando aparecen, como ahora, grandes competidores, ya que al revés de lo que muchos piensan la verdadera pelea será en contenido y no en precios. Netflix no es capaz de desarrollar una cartera que pueda hacer frente a gigantes como Apple o Disney (que a su vez es Marvel, Star Wars, Pixar… etc) si su producción está limitada a las cantidades que pueda extraer de los mercados de capitales, mientras su deuda se dispara. Simplemente, es inasumible.
Una posición, la de avanzar en la calidad del contenido, que es defendida desde la banca de inversión como JP Morgan: «Si bien Disney sea probablemente la oferta más competitiva a la que se enfrente Netflix, todavía no lo vemos como una amenaza importante dada la calidad y cantidad de contenido de Netflix. Por último, la firma de inversión destaca en su último informe que la plataforma de contenidos “está bien posicionada con su contenido original y a escala global”.