La banca debe ser un actor clave para la descarbonización. El banco más grande de la zona euro y uno de los principales de Latinoamérica, el Banco Santander demuestra en su informe anual de 2018 que es uno de los grupos bancarios internacionales que en mayor medida está apostando por la financiación de proyectos de energías limpias. Más concretamente, fue el líder en número de operaciones en todo el mundo y el segundo por volumen de financiación, según las tablas que elabora Dealogic.
En total, Santander contribuyó a hacer posible la instalación de 6.689 MWs, o lo que es lo mismo, una capacidad equivalente al consumo de 5,7 millones de hogares. Esta cifra resulta de calcularla a partir de los datos de electricidad media consumida en los hogares de los países respectivos publicados por el World Energy Council (2014). Por hacernos una idea, el número de habitantes que tendrá Barcelona… en 2030.
Mientras tanto, la inversión global en energías renovables bajó en 2017 por primera vez en tres años mientras la producción de petróleo aumentó ante el incremento de la demanda, según los últimos datos disponibles, según datos de ‘The Economist’
¿Pueden la innovación o las políticas globales internacionales detener el cambio climático? Si no se hace algo para descarbonizar, por ejemplo mediante impuestos, será imposible. Con la inmensa mayoría de la comunidad científica asegurando que la acción del hombre y las industrias fósiles están detrás del cambio climático y que no queda apenas tiempo para evitar que sus efectos sean irreversibles, miles de niños y adolescentes han tenido que manifestarse en más un millar de ciudades repartidas por todo el planeta para exigir a los adultos y a sus representantes, los políticos, que cojan de una vez el toro por los cuernos, se dejen de dilentatismos y aceleren en el proceso de ‘descarbonización’.
Sin embargo, a la movilización por la sostenibilidad y al sentido común avalado por la ciencia le ha salido dos duros competidores: el repunte de la producción de petróleo y el negacionismo del cambio climático, otro sinsentido a altura de otros fenómenos globales absurdos pero en crecimientio, como el ‘terraplanismo’ (la tierra es plana) y la antivacunación (las vacunas son prescindibles).
El cambio climático se ha convertido en terreno para la polarización política. Pero en este caso (como en el de ‘la tierra es plana’ y ‘las vacunas provocan autismo’) no son dos visiones contrapuestas y legítimas las que se enfrentan, sino una suicida y seguramente interesada y otra con el respaldo de la ciencia. Hay que correr. Hay prisa y hace falta dinero para invertir en la ‘descarbonización’ y persuasión para cambiar nuestros modelos económicos y energéticos y nuestro modo de vida. La innovación hará lo que pueda y llegará cuando llegue, pero ya hay tecnologías limpias plenamente operativas. Y con los esfuerzos individuales y lo de cooperativas de consumidores no es suficiente.
Hace ya varios años, Santander declaró que “el sector bancario tiene que desempeñar un papel preponderante en la transformación del sector energético”. Y uno de sus instrumentos principales corre a cargo de su filial Santander Corporate & Investment Banking, que ha coordinado varias varias emisiones de bonos verdes y sostenibles y préstamos sindicados ESG (Environmental, Social and Governance, en inglés). Sólo en 2018, lsu participación en las primeras acendió a 730 millones de euros, y las emisiones ligadas a los segundos 2.017 millones de euros.
¿Otros ejemplos? Pues la línea de crédito de 200 millones para la construcción de centrales de energías renovables en España con el Banco de Desarrollo del Consejo de Europa (CEB); o de 84 millones en colaboración con el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) para financiar la compra de equipos fotovoltaicos en Brasil; o de 50 millones de euros con el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo (BERD) para financiar inversiones en eficiencia energética en empresas polacas; o líneas de financiación por importe de 345 millones para proyectos de eficiencia energética y energías renovables, lo que sumado a lo dedicado en el último trienio elava esa cifra hasta los 1.080, con destino Brasil, Polonia, Perú y España.
Santander también gestiona nueve fondos ISR (socialmente responsables), que tienen entre sus criterios de inversión los criterios medioambientales; siete de ellos en nuestro país, uno en Brasil y otro, recién estrenado, en Portugal.
Desde 2001, el grupo presidido por Ana Botín está midiendo su huella ambiental, y desde 2011 comenzó a aplicar medidas para reducirla.
Después de un parón de varios años provocado por los recortes derivados de la Gran Recesión, España consiguió el año pasado retornar al ‘top ten’ mundial en renovables, liderando el crecimiento en este terreno gracias a una inversión que se multiplicó por siete, hasta los 6.800 millones. Gracias a la nueva regulación, el autoconsumo creció también.
Es desde luego una buena noticia, pero insuficiente. Porque el problema del cambio climático tiene que resolverse a nivel planetario, porque en este caso no hay fronteras que valgan.