Voto del rechazo

Un factor relevante el próximo 28 de abril puede ser el “efecto del rechazo”, fruto de una oferta electoral ampliada con tres partidos inexistentes en los años gloriosos del bipartidismo (cuando se elegía a un partido más que oponerse a otro) y de la necesidad de acuerdos para poder gobernar ya que hacerlo a decretazos chirría en una democracia parlamentaria.

 Entre los tres nuevos partidos nacionales, dos de ellos son radicales para muchos electores. Podemos, de extrema izquierda. Vox, de extrema derecha.Asimismo, hay quienes tienen una visión benévola de cada extremismo sin por ello compartir sus ideario sin votarlos. Para unos, pactar con Podemos solo es una necesidad, no algo rechazable. Lo mismo ocurre con otros que sin compartir un ideario de extrema derecha, están dispuestos a pactar con Vox. Demasiados pretenden mantener encendida una cerilla hasta el final y sin quemarse.

En estas elecciones de abril y mayo en las que el centro político será el gran olvidado, parte del voto vendrá determinado por el rechazo a ciertas formaciones políticas o a sus líderes.Habrá quienes, por ejemplo, no desearán que sus vidas puedan quedar condicionadas por Podemos o por Vox y votarán para evitar su influencia en un ambiente enrarecido por los políticos y sus partidos.

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En las Autonomías donde hay partidos regionales, también operará el “frente del rechazo” solo que con un abanico más amplio y complicado de partidos al añadirse los nacionalistas y soberanistas. Sin perjuicio de “votar por lo contrario” de lo que se rechaza, bastantes electores alimentarán la abstención y el voto en blanco.

Habrá también quienes no solo no votarán a los radicales, sino que tampoco querrán votar a aquellos partidos dispuestos a aceptar el apoyo de extremistas para gobernar. Como PSOE y PP aceptan el apoyo, respectivamente, de Podemos y de Vox, al “elector del rechazo” sólo le quedará abstenerse o votar a Ciudadanos.Sin embargo, la postura de los naranjas en Andalucía y en la manifestación de Colón, decantados claramente hacia la derecha y flirteando con Vox, puede llevar a parte de sus electores potenciales a no votarles.

Añádase la anunciada negativa de Albert Rivera a pactar con el sanchismo o los socialistas. Revela ello esencialmente un ansia de “sorpasso” al PP, atrayéndose a los votantes conservadores que no quieren pactar con el PSOE con una promesa que, finalmente, podría revolverse contra Ciudadanos.

En efecto, C’ s parecía un partido de centro derecha dispuesto a hacer de bisagra con el PP o el PSOE, condicionando sus políticas e, incluso, llegando eventualmente a la Moncloa en coalición, aunque sin ser el partido mayoritario. Ejemplos de esto último hay en el marco autonómico y en el internacional. Sin embargo, Rivera prefiere ahora sustituir al PP como partido dominante conservador. Olvida que la resiliencia del PP es fuerte, como la del PSOE, y que el sistema electoral tampoco le favorece.Recientes sondeos lo confirman. Otros dirigentes de Ciudadanos, como el economista Luis Garicano, discrepan de Rivera en lo del veto.

Habrá quienesengrosarán a Ciudadanos esperando queel resultado electoral favorecerá un pacto posterior entre PSOE y Ciudadanos a pesar de todo.Quizás, pero los electores tienen memoria y habrá quienes, si eso ocurriese, lo considerarán un engaño.

Confiar, pues, en un acuerdo entre socialistas y ciudadanitas parece una postura voluntarista,con más motivo añadiendo que Sánchez y Rivera evidencian repelerse personalmente, aunque la política encama cualquier cosa. En Andalucía, por un solo escaño no hubo una mayoría absoluta del PSOE y C’s. ¿De haberse logrado, la hubieran ignorado ambos partidos? Igual, porque hoy, lamentablemente,se predica la confrontación y no el entendimiento.

Carlos Miranda es Embajador de España