El dato es más que revelador: la tasa de sustitución, esa que nos indica la pérdida de poder adquisitivo que supondrá acceder a la jubilación, pasará del 80% al 50% en los próximos 30 años. ¿Consecuencia? “La gente va a tener que ahorrar para tener condiciones económicas similares que cuando trabajaba”, afirmó José Antonio Sánchez, director general de Icea durante la jornada ‘Perspectivas del Seguro y la Economía para el año 2019’. Para que así sea, el ‘jugador clave’ tiene nombre propio, según Unespa: productos de previsión.
“Las aportaciones a productos de previsión es dramática para la sociedad española”, señaló la presidenta de la patronal, Pilar González de Frutos. Y es que la aportación media a productos de previsión presenta durante los últimos años un perfil muy plano. Dicho de otra manera, quien venía ahorrando, lo sigue haciendo, y quien no, no se suma al carro. “Hace falta dinamizar este ahorro, dar un giro de 180 grados para que aumente la cuenta de resultados del país, no de las aseguradoras”, matizó Pilar González de Frutos.
Más de tres cuartas partes de los productos que demandan los ciudadanos tienen garantía de rentabilidad
“Hay una bajísima penetración de los instrumentos de capitalización. Están muy lejos de cubrir las necesidades del mercado”, apuntó Antonio Trueba, CEO de Mediterráneo Vida. Y añadió: “Vida y pensiones han mantenido el ahorro gestionado pero no ha logrado incorporar nuevos flujos. El dinero que ha entrado es parecido al que ha salido”.
Además, otro condicionante es que el ciudadano español se caracteriza por ser un ahorrador con aversión al riesgo. Prefiere rentabilidades modestas ante la probabilidad de tener pérdidas. “Más de tres cuartas partes de los productos tienen garantía de rentabilidad. Ese es el modelo que nos demandan nuestros clientes”, apostilló la presidenta de Unespa.
¿Cuál es el peligro que se cierne sobre estos ahorradores? Para que esa rentabilidad sea factible, el seguro debe casar activos y pasivos, cimentando unos compromisos a largo plazo con los asegurados. Y ahí entra en juego la legislación. Si las Normas Internacionales de Pago mantienen el ‘castigo’ a estos compromisos a largo plazo, es posible que los productos con garantía acaben desapareciendo del mercado.
UNESPA Y LA LÍNEA ROJA
Cierto que el ahorro individual presenta una evolución sostenida, en torno al 4%, aproximadamente, y con volatilidades. Pero la línea roja tiene nombre propio: seguros colectivos. Es decir, los de las empresas. “La tasa es negativa. El debilitamiento del ahorro colectivo es un fenómeno bastante generalizado en Europa pero vivimos en mundos distintos porque no hemos construido lo que ellos tienes”, advirtió Pilar González de Frutos.
Una mala noticia para la sociedad, en su conjunto, y para su mercado laboral, en particular. ¿Por qué? “Si hoy es dual, en el futuro corre peligro de ser un mercado de pensiones mega-dual”, añadió. Es decir, que por un lado habrá personas con pensiones públicas y complementarias y, por otro, quien no tenga nada.
Durante los dos últimos años, sólo dos productos, individuales, han tenido aportación neta: los planes de previsión asegurados y las rentas. El primero todavía se puede decir que está en pañales, de ahí su crecimiento. Sin embargo, los planes de pensiones individuales reciben aportaciones netas negativas, es decir, que pagan más de lo que aportan o se sitúan en equilibrio.
“Lo importante, en todo caso, es que la previsión complementaria en España no muestra la capacidad de crecimiento que debería”, finalizó la presidenta de Unespa. Una mala noticia para los aseguradores y para quienes los aseguran.