sábado, 14 diciembre 2024

La guerra sucia de BBVA contra Sacyr y Abelló

En noviembre de 2004, cuando la constructora Sacyr intentó hacerse con el control del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), la segunda entidad financiera de este país contrató al polémico José Manuel Villarejo. El comisario de Policía que trabajaba como agente encubierto y, entre otras empresas, contaba con una agencia de detectives con la que buscó trapos sucios de los empresarios y políticos que querían sacar a Francisco González de la presidencia. Todo ello se desprende y se conocerá en los próximos días en un trabajo conjunto de investigación de MONCLOA.COM y El Confidencial en el que se han analizado más de 4.000 documentos del hoy excomisario en prisión preventiva.

El 1 de diciembre de 2004, apenas tres días después de que Sacyr anunciara su intento de control, el BBVA solicitó «formalmente» a Villarejo una «colaboración profesional» a través del Gabinete de Investigación y Análisis (GIA), el pomposo nombre con el que bautizó al equipo de trabajo puesto a sueldo del BBVA, que ayer prefirió no hacer comentarios a las preguntas que este medio le trasladó sobre esta relación laboral entre el banco y el citado comisario que hasta ahora se desconocía.

La entidad dirigida por González le dio manga ancha, ya que deseaba evitar cualquier riesgo de «contaminación informativa» que condicionase su línea de trabajo contra el movimiento de la constructora: «Con lo que de manera sutil, obliga a este GIA, tanto a decidir el alcance y planificación del proyecto, como la evaluación y procedimiento del mismo«, se apunta en un documento.

BBVA

EL «PROYECTO TRAMPA» DE VILLAREJO PARA EL BBVA

Nació así el ‘Proyecto TRAMPA’ (Villarejo también lo denomina en ocasiones TRAPA), cuyo principal cometido fue encontrar «aspectos negativos» de una serie de personas a las que el comisario colocó en el llamado «grupo hostil (GH)» y que formaban el núcleo de la operación de Sacyr para hacerse con el control del BBVA. O como dejó por escrito Villarejo: «Se trataba de conocer actividades de GH relacionadas con TRAMPA y de manera FUNDAMENTAL influir en sus decisiones para boicotear sus proyectos«.

Para el BBVA era «fundamental» conocer el alcance e importancia de «dicho complot», así como saber quiénes eran las personas implicadas y «en la medida de lo posible, poder disponer de los medios necesarios para anticiparse al mismo y anularlo«.

El objetivo: Anticiparse y anular el Grupo Hostil

Sobre las espaldas de Villarejo recayó, por tanto, la tarea de acabar con el asalto de Sacyr al segundo banco español. El policía conocía en el BBVA a Julio Corrochano (JC), quien había sido comisario como él, hasta que en 2002 se convirtió en director de Seguridad de la entidad financiera.

Villarejo centró de inicio sus pesquisas en las figuras de Luis del Rivero, presidente de la constructora; Miguel Sebastián, por aquel entonces jefe de la Oficina Económica en el Palacio de la Moncloa a las órdenes de José Luis Rodríguez Zapatero y que antes había pasado por el BBVA; y Juan Abelló, vicepresidente de la empresa de infraestructuras y que también ocupaba un puesto de consejero en el BSCH -hoy Banco Santander-, un hecho que puso muy nervioso a González y el resto de miembros de la directiva del BBVA porque creían que la operación estaba orquestada en última instancia por Emilio Botín. En altas instancias del BBVA se consideraba que el objetivo final de la operación de Sacyr era hacer presidente a Juan Abelló.

BBVA VillarejoLa presencia de Abelló en el consejo del BSCH era una de las razones esgrimidas por el consejo de BBVA para considerar ‘inconvenientes’ las intenciones de Sacyr, dado que el también presidente de Torreal y otro de los máximos accionistas de la constructora, querían hacerse con otro 0,47% adicional del BBVA. Precisamente esos accionistas formaban parte junto a Vicente Benedito (un antiguo directivo del banco que se había pasado a Sacyr), José Domingo Ampuero (actual presidente de Viscofan) o el abogado Matías Cortés -vinculado al Santander- del grupo de personas ‘hostiles’ al que se refiere Villarejo.

LOS «ENEMIGOS» DEL BBVA

El comisario también incluyó entre los potenciales enemigos del BBVA a Manuel Conthe, por aquel entonces presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y su número dos, Carlos Arenillas, un economista en la órbita del PSOE y casado con Mercedes Cabrera, la que poco después sería ministra de Educación y Ciencia con Zapatero.

El anuncio de Sacyr de que quería hacerse con el 3,1% del capital del BBVA y, de esta forma, asaltar la presidencia de FG, topó de inicio con las trabas del Banco de España, dirigido por Jaime Caruana, quien consideró que la participación no era significativa, de ahí que la constructora abriese contactos para intentar superar el 5% del capital del banco e, incluso, llegar al 6,25% que daba acceso para lograr un puesto de consejero.

Villarejo prometió al BBVA trabajar «de manera sigilosa» y actuar con «procedimientos de ‘respuesta clandestina’ para que el rastro dejado, sea prácticamente inexistente»

Para demostrar más la apuesta de Sacyr por la operación, su vicepresidente y uno de sus principales accionistas, Juan Abelló, anunció su dimisión como consejo del Santander, donde se sentaba desde 2002, nada más conocerse las intenciones de la constructora. Pero dicho paso no calmó las aguas.

A juicio de Villarejo, los promotores del asalto de Sacyr al BBVA calcularon mal «el primer envite» y vaticinó que con el respaldo político que iban buscando Rivero y Abelló no iba a ser suficiente. «La escueta intervención desde el Banco de España, muy calibrada por Caruana, ha sido posible, presumiblemente, porque él detectó sobre la marcha esta debilidad, entre otras».

BBVA SAcyrEn todo caso, el comisario hoy en prisión no quiso lanzar las campanas al vuelo y advirtió a su cliente de la renuencia «de las terminales informativas tocadas» a la hora de darle información privilegiada. Todo el mundo estaba en guardia.

Por ello, le adelantó al banco que ese escenario le obligaría a realizar «un trabajo sutil, moviéndose de manera sigilosa y actuando con procedimientos de ‘respuesta clandestina’ para que el rastro dejado, sea prácticamente inexistente«. Un lenguaje más propio de la lucha antiterrorista que de la jerga empresarial.


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