Facebook, el nuevo hogar del jubilado sin «likes»

Desde hace años hay cientos de pronósticos sobre la muerte de Facebook. En mi caso seré menos osado. No tengo ni idea sobre si la red social más famosa del mundo morirá en breve o lo hará dentro de unos años. Es decir, la historia nos dice que la mayoría de «cosas», desde la Imperio Romano al auge del Renacimiento, nacen, eclosionan y mueren. El chiringuito del rubio prodigio de EEUU también lo hará. Y al margen de cuándo lo haga, la realidad para Facebook ya ha cambiado.

Quizá eran conscientes de ello cuando sus dueños compraron WhatsApp e Instagram. O a lo mejor no. Simplemente la vida se ha abierto camino sobre Facebook, como diría el señor mayor de Parque Jurásico. Y que es hablando de señores mayores, en estos momentos la plataforma representa cierto atractivo para un público muy concreto. En general personas avanzadas de edad, o gente que nunca ha sentido la gratificación social como una necesidad.

Empecemos por lo segundo. Según muchos expertos con títulos en psicología y sociología, que algo sabrán, estiman que el gran auge de las redes sociales se ha basado en las recompensas sociales en forma de likes, «me gusta» o comentarios. Bien en modo positivo, «mirad en que sitio más bonito estoy comiendo, moríos de envida»; o en forma de buscar ánimos, «soy un desdichado porque no me hace caso la chica que me gusta»… hemos ido cazando impactos para satisfacer nuestra relación con las redes sociales. ¿Pero qué ha pasado cuando no hemos encontrado eso?

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Facebook es un negocio y necesita plata; para seguir creciendo y para pagar a sus accionistas. Así que, en un momento determinado, estimó que debía cambiar los algoritmos por los cuales salen los lamentos de amor o las cenas con velitas, y premió a quienes pagan por salir en el muro (las empresas). De esta forma, los likes y «me gusta» de los usuarios se fueron reduciendo, y la gente empezó a encontrarse cada vez con más publicidad. Dos impactos negativos en uno. Ya nadie leía a nadie; y encima te tragabas la publicidad.

Por ese motivo hubo que desplazarse a otros lugares. Cada uno donde más le convenía. A los más enteraillos’ les reenamoró Twitter. Fake news en directo, interacción falsa con famosos, actualidad… perfecto. Los necesitados de likes y «me gusta» se fueron a Instagram. Corazones fáciles, visualizaciones a medida… e, incluso, los más necesitados se han hospedado en WhatsApp. Atención directa, aunque sea reclamada a punta de mensaje con necesidad de respuesta, y sensación de pertenencia. Así pues, todo solucionado.

EL FACEBOOK DE NUESTROS PADRES

El segundo motivo, y más importante, de por qué la gente ha abandonado Facebook es porque se ha convertido en la red social de padres y abuelos; o gente que tiene comportamiento de padres y abuelos.

Si durante estos días has vistos decenas de memes sobre los reyes magos, la pérdida de la inocencia, por qué debemos creer en la magia y diversas ñoñerías del estilo, es que sigues navegando por Facebook con frecuencia. Y es que la red social por excelencia se ha convertido en todo lo que aburre a una generación, la que vivió el nacimiento y muerte de Messenger (Hotmail), Tuenti y las cadenas de correos, que ya hemos visto todo eso.

Facebook se ha convertido en un replicador de videos de El Chiringuito de Josep Pedreol, recetas de cocina y virales racistas de Vox. No se trata de un axioma categórico, pero si todavía tienes cuenta de Facebook, y una lista de contactos diversificada, la magia del algoritmo, que premia a quienes más comparten y dan likes, te ajustará una realidad muy concreta.

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Fotos de abuelos con sus hijos; fotos de esos hijos con sus hijos; chistes malos, chistes racistas; memes malos y memes sobre Messi. Anuncio, anuncio, viral falso; anuncio; video del día sobre el Congreso de los Diputados con Gabriel Rufián o Pablo Iglesias; anuncio, viral; Cabronazi (o uno similar); anuncio; y pantallazo de Twitter. Eso es Facebook ahora mismo.

Luego siguen las recetas, los memes de frases inspiradoras; y los meses sobre los valores del cariño, el amor y la fraternidad. Un par de chistes y más anuncios. En resumen, todo lo que un jubilado sin muchos intereses puede desear. Y aquí no juzgamos ni que sea bueno, malo o regular. Solo expongo la realidad de una red social que por su algoritmo (para sacar dinero) por un lado; y su algoritmo (que premia a los cansinos) por otro; ha provocado una fuga masiva de gente cansada de ver siempre lo mismo.

Es evidente que Facebook todavía tiene utilidad para millones de personas. De hecho, tienen mi simpatía más que aquellos desplazados a Instagram para conseguir likes (entre los que me incluyo); o los refugiados en Twitter para creerse muy listos (entre los que también me incluyo). Pero la realidad es que ha perdido una importante masa de gente; y, estimo, un target de consumidores muy importantes. Bien es cierto que gran parte de esa marcha se ha ido a dos redes de su propiedad. Luego es cambiar los huevos de una cesta para ponerlo en otra cesta de la misma marca. No problema.

Raúl Masa
Raúl Masa
Ex Coordinador de redacción y redactor de empresas y economía; especializado en telecomunicaciones, tecnología y energía.