Tsunamis a proa

Tras la Primera Guerra Mundial, algunos creyeron que sería la última, pero los mecanismos para prevenir otras y resolver pacíficamente los diferendos fallaron. La Sociedad de Naciones no pudo con el revanchismo germano, el temor al contagio de la revolución comunista rusa, la crisis económica de 1929, la subida del nazismo junto al fascismo yel rearme de los insatisfechos que llevaron auna nueva gran guerra. ¿Se repite ahora la Historia? Quizá lo piensen Bernie Sanders, Yanis Varoufakis y Ada Colau al impulsar, frente a la extrema derecha, una Internacional Progresista. La Internacional Socialista les parece demasiado socialdemócrata.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1945, los EEUU asumieron esta vez un liderazgo occidental y mundial. Sin su protección, Europa habría sido distinta, sus libertades administradas por Stalin. Tampoco se hubiese beneficiado de la ayuda económica estadounidense del Plan Marshall que a España no llegó por Franco.

Durante la Guerra Fría los EEUU garantizaron la independencia de la Europa occidental mediante la Alianza Atlántica. Las reglas comerciales y financieras de Bretton Woods (1944) diseñaron unmundo económico liberal. Las Naciones Unidas sustituyeronla fracasada Sociedad de Naciones. Aunque la ONU no resuelva todos los conflictos, controla y soluciona bastantes de ellos.

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Sin embargo, no estamos exentos de temblores que resquebrajan esta arquitectura. La globalización, un enorme vaso comunicante, mejora las clases mediasdelos países en desarrollomientras que sus homólogas en los países desarrollados se empobrecen, haciéndolas vulnerables a populismos nacionalistas.

Con Donald Trump, los EEUU reniegan del libre comercio mundial, embarcándose en guerras comerciales desestabilizadoras. El magnate amaga con no amparar militarmente a la Europa que Washington defendió en dos guerras mundiales y una fría, facultando el nacimiento y desarrollo de la Unión Europea.

La reciente decisión trumpiana de retirada militar estadounidense de Siria, que provocó la dimisión de su Secretario de Defensa, Jim Mattis, rompe equilibrios en el Oriente Medio, favoreciendoa Irán, Rusia y Turquía en detrimento de Israel, Arabia saudíy de los kurdos, aliados todos de EEUU. Tomen nota los europeos.

La China Popular, comunismo dictatorial y capitalista, en ascenso económico decreciente, rechaza el orden internacional establecido tras 1945 porque no participó en su confección. Quiere imponer ahora su preeminencia. La Rusia de Putin, económicamente frágil,es peligrosamente zarista en su autocracia y objetivos internacionales expansivos.

Una posible ralentización económica, anticipada por las caídas de las bolsas internacionales, complicaríamucho este panorama. En medio de olas gigantes, la insolidaridad infecta a la Unión Europea mientras el Reino Unido la debilita con el Brexit, un culebrón ramplón. Preocupada, la UE habla de un ejército europeo y de “autonomía estratégica”, un sueño sin una Europa integrada económica y fiscalmente, sin disuasión nuclear propia y más exploración del espacio exterior.

Con Angela Merkel de retirada, la extrema derecha avanzando en Alemania y una Italia que perdió su “finezza”, quedan al timón europeo Jean-Claude Juncker, quese marcharápronto y Emmanuel Macron, que debe sortearunos chalecos amarillosultras y reacios a reformas que reduzcan el Estado Providencia.

El separatismo catalán, aunque dividido, no quiere dialogar, menos aún con el juicio a sus caudillos encima. PNV y Bildubuscan una España confederal más deslavazada. El penoso compadreo culinario-navideño de Idoia Mendía, Secretaria General del socialismo vasco, con el bildutarra y antiguo etarra Arnaldo Otegui, un grave error rebajado por Pedro Sánchez, refleja memorias históricas selectivas. Por si éramos pocos, llegó Vox con Santiago Abascal al otro extremo que Pablo Iglesias y Podemos. Veamos como lo lidia Albert Rivera. Manuel Valls desearía un cordón sanitario. Pablo Casado, no es tan remilgado. Conviene confiar más que nunca enlos Reyes (Magos).

Carlos Miranda es Embajador de España