La revolución de las canas: hay mucha vida después de los 60

Se dice que la juventud es una enfermedad que se cura con el paso de los años. Seguramente algo así han pensado alguna vez Iñaki Ortega, director de Deusto Business School y Antonio Huertas, presidente y CEO de Mapfre, desde hace una década. Ambos han plasmado su visión sobre el envejecimiento en el libro La revolución de las canas, un manual que habla de las oportunidades de una economía del envejecimiento, ageingnomics, pero sobre todo de capacidades.

En los años 60 en nuestro país, solo uno de cada cien habitantes llegaba a los 65 años. Ahora no solo nos parece impensable que la vida se termine tan pronto, sino que a esa edad empieza una nueva etapa vital tras la jubilación, llena de proyectos y cosas por hacer. La vejez se empieza a despojar de las connotaciones negativas que le perseguían antes, y se ve como un periodo de madurez y de experiencia. Este libro habla de la longevidad como una oportunidad en el ámbito, social y económico.

La revolución de las canas habla de la generación silver, aquella que la componen los mayores de 60 años. Su principal característica es que es una generación sumamente activa. La tercera edad ha cambiado, los mayores no son tan mayores, ni en edad ni en espíritu. Los miembros de este grupo ya no están en casa. Viven y disfrutan de multitud de experiencias, aprovechan para viajar, estudian, leen, van al cine, y en algunos casos se siguen formando. Les atrae casi todo y tienen tiempo y autonomía para hacerlo.

Hay un gran número de personajes relevantes en la historia que triunfaron casi a los 60. El libro recoge algunos ejemplos: Cervantes escribió la segunda parte de El Quijote a los 68 años, Margarita Salas entró a formar parte de las Academia de Ciencias Estadounidense a los 69, Nelson Mandela llegó a la presidencia de Sudáfrica a los 76 y Steve Jobs llevó Apple a lo más alto, con 56 años. Ahora tendría 62 y seguramente todas las empresas del mundo se lo rifarían.

La experiencia es un grado, y si a eso se suman las ganas y el conocimiento se forma un bloque indivisible. El ecosistema del emprendimiento está abierto a todas las opciones y ahí radica parte de esta historia. Esta generación de silvers será la que favorezca la creación de nuevas industrias y nuevos emprendedores senior, que serán capaces de ver oportunidades donde nadie pensó que sería posible.

Este movimiento es global, solo que se da en unos países más que en otros. En EEUU, las personas entre 55 y 65 años están ahora un 65% más dispuestas a iniciar compañías que los jóvenes de entre 20 y 34 años, los millennials. En Reino Unido, el 40% de los nuevos fundadores de empresas tiene más de 50 años. España y Francia cuentan aún con niveles de emprendimiento senior bajo. México y Chile ocupan los primeros puestos. Más allá de los datos estadísticos el trabajo a una determinada edad, es una manera de preservar un estilo de vida y en ocasiones favorece la autoestima.

La revolución de las canas habla de los efectos económicos positivos del envejecimiento. “La cuestión clave es saber si los costes de conseguir esa longevidad son inferiores al beneficio económico que se lograría”. Los autores del libro apuestan que sí, están convencidos de que la edad más avanzada es una oportunidad para el crecimiento económico ya que, el 40% del consumo mundial lo realizan personas mayores de 65 años.

Los emprendedores deben de saber aprovechar este nuevo nicho de actividad en sectores como el ocio o el turismo, porque todas las personas mayores de 65, que de una u otra manera permanezcan activas, pueden encontrar su espacio en nuevos empleos que puedan surgir.

Un dato inequívoco es la calidad de vida. En Europa, las personas entre 50 y 75 años tiene un 12% más de poder adquisitivo que el resto, y dos de cada tres de ellos son dueños de sus casas. Además, hay que tener en cuenta los datos estadísticos y de natalidad. En la actualidad, en nuestro país existe una alta longevidad y una baja natalidad, por ello la sociedad ofrece menos trabajadores de los que se demandan.

EL TRABAJO SIN REMUNERAR

Pero además de todo esto está el trabajo sin remunerar, los abuelos han cogido el timón de muchas familias, económica y moralmente. Muchas de estas personas son el sustento de sus hijos y nietos. También ocupan un papel relevante en la educación y cuidados. Los abuelos tienen de esta manera obligaciones y horarios, no pagados. Hay personas que son activas por naturaleza, y que cuando se jubilan se sienten mal. No saben estar parados porque consideran que todavía les queda mucho que aportar. Algunos deciden ser voluntarios en alguna ong, ayudar en sus parroquias, o ponerse a estudiar, nunca es tarde. Solo hay que ponerle ganas.

No es de extrañar que mujeres como Lola Herrera o Concha Velasco llenen los teatros cada noche, como tampoco lo es que uno de los Dj más afamados del mundo tenga 50 años. La edad es solo un número. La sociedad tiene que ser capaz de derribar las barreras porque se vive más, mejor, con menos enfermedades y con nuevas tecnologías. Cada vez se es más joven siendo más mayor. Si se retrasa todo, la edad de independizarnos, de tener hijos y de morir, ¿por qué no hacerlo también con el potencial que ofrece la innovación? Es un trabajo de todos.