En un mundo tan globalizado como el actual, parece que no tiene sentido una guerra comercial. La imposición de aranceles entre países solo consigue una respuesta negativa por parte del resto de estados. Pero hay gobiernos que continúan realizando esta práctica. Sobre todo por motivos populistas. Donald Trump es un claro ejemplo. Su política comercial deja mucho que desear. Todo el sector de la automoción tiembla y Volvo Cars y Jaguar Land Rover serán los principales perdedores de esta batalla.
El año que viene no será un gran ejercicio para la automoción mundial. Pero tampoco una catástrofe. La agencia de calificación Moody’s ha calificado de estable su perspectiva para el sector. Gracias, principalmente, a que las ventas de vehículos se incrementarán un 1%. No obstante, los aranceles del 25% que plantea Donald Trump a la importación de vehículos y componentes de automóviles podrían suponer un riesgo para la industria automovilística en general.
Volvo y Jaguar Land Rover serían los principales afectados. Gran parte de sus entregas en EEUU son importadas desde otros países, principalmente de la Unión Europea. Además, Norteamérica supone un pedazo importante de las ventas de ambas firmas. Casi un 15% de las matriculaciones totales de Volvo se realiza en Estados Unidos. Por su parte, uno de cada cinco vehículos que vende Jaguar Land Rover lo hace en ese país.
En este sentido, otros fabricantes son menos vulnerables. Tanto Volkswagen, como BMW y Daimler (Mercedes-Benz) también comercializan sus modelos en Estados Unidos. Pero sus matriculaciones en la ‘región Trump’ representa menos porción de su mix mundial. Para BMW, EEUU supone el 12% de sus ventas, mientras que para Daimler y Volkswagen solo el 8% y el 3%, respectivamente.
La incertidumbre es el peor aliado de la industria mundial. Y a Trump se le da bien eso de desestabilizar los mercados. La imposición de aranceles a la importación de productos de China obtuvo su respuesta este verano por parte del país asiático. Asimismo, la Unión Europea hizo lo propio después de que el presidente norteamericano aumentase los impuestos al acero y al aluminio. Pero podrían llegar más. Algo negativo para la industria automovilística.
CHINA BAJA LA TENSIÓN CON TRUMP
Aun así, el ambiente es conciliador. Aunque Moody’s parece no fiarse del todopoderoso Trump, como gran parte de la población mundial, hay signos de que este clima de animadversión podría rebajarse. Esta semana, China ha confirmado la suspensión de aranceles a vehículos estadounidenses.
De esta manera, los impuestos que Xi Jinping impone a los automóviles de EEUU bajarán de forma temporal al 15%, desde el actual 40%. Solo durante tres meses. Una tregua para establecer conversaciones con EEUU sobre futuros acuerdos comerciales para rebajar esta tensión.
Hace unos días Trump ya sacudió los mercados mundiales al asegurar que China había acordado “reducir y eliminar” los impuestos a vehículos importados de su país. Según la Asociación de Automóviles de Pasajeros de China, el estado importó 280.208 coches de Norteamérica. Esta cifra supone el 10% del total de automóviles importados el año pasado, tal como ha señalado Bloomberg.
JAGUAR LAND ROVER NO ESTÁ PARA ECHAR COHETES
La bajada de esta tensión global ayudaría a Jaguar Land Rover, que en la actualidad no está en su mejor momento. Hasta noviembre, la compañía vendió en todo el mundo 540.548 unidades. Esto supone un descenso del 4,4%. Entre las diferentes razones que explican este descenso se encuentra la incertidumbre china.
“En China, seguimos viendo importantes desafíos en el mercado, pero seguimos enfocados en tomar todas las acciones operativas necesarias para equilibrar la producción con la demanda”, ha explicado el director Comercial de Jaguar Land Rover, Felix Brautigam.
Solo en el undécimo mes del año, las matriculaciones de la empresa en el gigante asiático disminuyeron un 50,7%. “Las condiciones del mercado siguen siendo difíciles debido a la continua incertidumbre del consumidor después de los cambios en las tarifas y las preocupaciones comerciales”.
A nivel global, por marcas, en lo que va de año las entregas de Jaguar han crecido un 0,7%, hasta 164.668 unidades. Por su parte, Land Rover es la pata enferma del consorcio. Sus matriculaciones han descendido un 6,5%, hasta 375.880 coches. El único dato positivo es que la compañía crece en Europa y en Estados Unidos.
“Nos alienta ver nuestro mejor desempeño de ventas de noviembre en Norteamérica, impulsado por las fuertes ventas de SUV. Esta evolución se combinó con el crecimiento en Europa y Reino Unido, donde hemos superado al mercado. Un logro significativo en las difíciles condiciones actuales”.
JAGUAR LAND ROVER ES UN BONO BASURA
Estos malos datos han hecho que la calificación de la empresa haya bajado. La agencia Standar & Poor’s (S&P) ha reducido la nota de Jaguar Land Rover a BB-, lo que se considera ‘bono basura’. Esto se debe a que los resultados de la compañía fueron menores de lo esperado.
Jaguar Land Rover, la empresa del grupo Tata Motors, se enfrenta no solo a la tensión arancelaria entre Estados Unidos y China. También la situación de los modelos diésel en Europa y la salida de Reino Unido de la Unión Europea han hecho que su nota bajase a este nivel.
VOLVO REGISTRA UN RÉCORD DE VENTAS
Sin embargo, Volvo Cars todavía resiste. Aunque no se augura un buen año para la compañía, debido a que Trump podría pasarle una mala jugada, la firma sueca ha conseguido un nuevo récord de ventas anual. Sus matriculaciones han aumentado un 13,5% en los once primeros meses de 2018, con 582.096 unidades.
“El resultado de las ventas significa que, a falta de un mes, Volvo ya ha batido el récord de 571.577 automóviles en todo el año 2017. En noviembre, la compañía vendió 56.034 vehículos, un 8,3% más en comparación con el mismo periodo del año pasado”, ha señalado la empresa.
Hasta noviembre, Volvo entregó en China 118.725 coches, un 13,8% más. Esto supuso más del 20% de sus ventas a nivel global. En Estados Unidos, la marca vendió 89.437 vehículos, un 24,5% más. Sin embargo, este crecimiento podría reducirse. Las principales plantas de producción de automóviles de la empresa se encuentran en Suecia, Bélgica y China. Por ello, un aumento de los aranceles a los automóviles por parte de EEUU podría hacer entrar a Volvo en una gran crisis.