Godó consagra su divorcio del procés asumiendo ‘el relato madrileño’

Los barómetros del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Catalunya evidencian la mutación ideológica de la ciudadanía catalana: en julio de 2006 solo el 14,9% de la población se declaraba independentista y diez años después el número se había triplicado hasta el 41,6%. Este crecimiento hubiese sido prácticamente inviable sin el apoyo de los editores, con Godó a la cabeza.

La Vanguardia sin duda contribuyó al crecimiento electoral de las fuerzas independentistas y esta mutación no fue la primera de una cabecera emblemática que nació en los albores de la Exposición Universal barcelonesa de 1888, atmósfera que resucitaron deliciosamente Mendoza o Ruiz Zafón.

Aquellos inicios estuvieron ligados al Partido Liberal y a finales del XIX la cabecera de Godó fue el órgano de expresión de la oligarquía. La burguesía barcelonesa mimó a un diario católicamente asustadizo en la Semana Trágica, de cuyos ecos bebe el brillante film ‘La sombra de la ley’, todavía en cartel. Antes de la Guerra hubo nuevo volantazo y sus destinos se ligaron a los del catalanismo…

SIGUE ‘LA EVOLUCIÓN’ DE GODÓ

Se ligaron hasta que el triunfo de Franco los mantuvo durante cuatro décadas y algún disgusto como cabecera prestigiosa, mayoritaria y ultraconservadora. En la transición abrazaron al ‘pujolismo’ hasta que la transmutación de Convergència desde el nacionalismo apuntalador hacia el rupturismo los llevó a posiciones insólitas.

Godó
Godó junto a Artur Mas durante el torneo de tenis que patrocina la familia del Conde.

Eso sí, las posiciones de La Vanguardia nunca fueron baldías: la compañía recibió más de 25 millones de euros desde la Generalitat en el hambriento periodo que nos lleva desde 2011 al 16. Aunque Godó, viendo la tormenta por el horizonte, decapitó dos días antes de la convocatoria del referéndum ilegal de Mas a José Antich, hoy líder del impetuoso, exitoso e independentista digital El Nacional.

Como prenda a anunciantes ‘madrileño’ llegó como hombre de refresco Màrius Carol, ex corresponsal de la Casa Real para varios medios. Godó, Grande de España por decisión de Juan Carlos I, enviaba por puente aéreo un guiño hacia Zarzuela y Moncloa.

TIEMPO DE RECOGIMIENTO

Godó perdió 4,4 millones de euros en 2017, año cumbre del procés. La Vanguardia sumó casi un millón de euros de números rojos y la televisión 8 TV comenzó a desagradar en público tras encadenar 27 millones de euros de pérdidas entre 2010 y 2017.

Tras volver las aguas a su cauce era tiempo de reposicionarse. Y qué mejor manera que ‘volver a Madrid’. Para lograr la misión se constituyó este pasado mayo «el consejo asesor del Grupo Godó» con la presencia de Godó padre e hijo y clásicos de estos saraos como Josep Piqué o Jaime Carvajal, todos ellos bajo la atenta mirada de su prestigioso corresponsal, Enric Juliana.

Al mes siguiente Godó se vistió de largo con la presencia de Màrius Carol en el Forum Europa de la Nueva Economía con la presentación del siempre diplomático Iñaki Gabilondo y aplausos del establishment centralista. El director tenía dos misiones: destacar la ‘imparcialidad’ de La Vanguardia durante el procés y recordar los lazos madrileños de su jefe entre algunas toses irónicas que procedían de la platea.

EL REMATE

La Vanguardia celebró el primer aniversario del 1-O con una larga crónica de Sergi Pàmies en la que se cita a Javier de Godó en dos ocasiones: la primera para recordar que cuando el periódico presentó su edición en catalán el editor pidió a sus empleados mantenerse «en el carril central de la moderación».

Godó
La Vanguardia fue especialmente a Convergència en tiempos de Artur Mas.

La segunda para decir que pidió a la dirección «ser claros» para exigir elecciones y evitar una Declaración Unilateral de la Independencia que finalmente llegó ante la huida hacia adelante de Carles Puigdemont antes de su huida flamenca.

No ponemos en duda un relato descontextualizado de aquellos polvos y se comprende que nunca es fácil escribir sobre tu jefe. Pero algunos panegíricos son fácilmente desmembrados con un buceo en la siempre saludable hemeroteca y es mejor omitir el asunto que recrearse en la suerte. Otra vez.