Banca, neobanks, bigtech y fintech. ¿Quién da más?

Que el sector financiero ya no es lo que era, lo saben todos los players que se mueven hoy en su ecosistema. Nunca mejor dicho, los nuevos agentes del sector han “desbancado” a la banca de su cómoda situación de oligopolio. Desagregan su modelo de prestación de servicios, escogiendo específicamente algunos de sus productos o servicios, para reestructurarlos de forma innovadora y ofrecerlos, en formato digital, a segmentos de clientes.

En la actualidad, los agentes que compiten con la banca en la renovación de la oferta de servicios financieros son empresas financieras tecnológicas (FinTech), grandes tecnológicas (BigTech), nuevos bancos completamente digitales (entre los que se encuentran dos tipos: los NeoBanks o FinTech convertidas en banca móvil, que ofrecen mejores servicios y/o precios, y los Challenger Banks o bancos que ofrecen servicios disruptivos, dirigidos a clientes cuidadosamente segmentados) e incluso compañías de telecomunicaciones (Telcos) que, además de los servicios de pago de sus “wallets”, ofrecen el pago de productos/servicios de terceros con cargo a la factura del móvil.

También se han renovado los usuarios de servicios financieros, particulares o empresas. Han descubierto que la gestión digital de sus finanzas es más innovadora y se adapta mejor a sus necesidades reales. Además, han comprobado lo sencilla, cómoda y eficiente que resulta, a la par que los servicios ofertados son más económicos y, lo que agradecen casi aún más, con una tarificación más transparente, sin comisiones o costes ocultos. En mayor o menor grado, los usuarios están adoptando la digitalización en sus vidas (o casi) y consideran un imperativo la digitalización de sus empresas. Desde los nacidos a partir de 1995 (“generación i”- iGen), que aún utilizan más el móvil que los millenials e igualmente nunca han pisado (ni pisarán) un banco, hasta los que no son “nativos digitales” pero pagan las compras utilizando Amazon Pay y llevan una gestión digital de sus inversiones o de las cuentas bancarias y avales de sus empresas.

La revolución tecnológica ha impactado también en el sector financiero. Las propias entidades ven la posibilidad de modernizar y “aligerar” sus infraestructuras tecnológicas, por ejemplo para almacenar datos de forma masiva, a coste cero, analizarlos e interpretarlos; con tecnologías como blockchain, dinero electrónico, DTL o IA… que permiten gestionar transacciones electrónicas y pagos inteligentes (“smart payments”), ofrecer servicios de asesoramiento financiero o realizar contratos inteligentes, entre otras cosas.

Los bancos han afrontado el reto de innovar en su oferta de servicios financieros, desarrollando nuevos servicios digitales (nativos o adaptados) que aporten valor a sus clientes. Se han dado cuenta de que su fuerza competitiva es su elevado volumen de clientes y su fidelidad.

Pero el verdadero reto de la banca, si quiere sobrevivir, es rediseñar su modelo de negocio. Puede ser transformándolo hacia el modelo de las plataformas online o two-sided markets, aprovechando el positivo efecto de red, por el que el valor del servicio se incrementa en la medida en que más personas o entidades lo utilizan. Hay bancos que prestan servicios de plataforma financiera (Baasbank as a service) bajo un modelo marca blanca, con la licencia del propio BaaS o con la de un tercero, apoyándose en la tecnología de una empresa FinTech.

También pueden ir hacia otros modelos innovadores y sostenibles, ofertando soluciones financiero-tecnológicas punteras en colaboración con empresas FinTech, que beneficien a todos sus clientes. Bankia, por ejemplo, se ha asociado con la consultora tecnológica multinacional everis para comercializar BilliB. Una solución de innovación financiera con la que las empresas y sus proveedores gestionan descuentos por pronto pago de facturas, a través de una plataforma digital que se encarga también de ejecutar los pagos. Es una solución de SCF (Supply Chain Finance), es decir, las empresas compradoras aportan liquidez a sus proveedores vía el adelanto o anticipo de los pagos, bien aplicando sus excedentes de tesorería, bien utilizando las líneas de financiación integradas en la plataforma (de Bankia y de futuras entidades socias), aplazando su desembolso. Se utilizan cuentas de dinero electrónico para todas las operaciones. Una joint-venture que permite a un banco aplicar la innovación financiera sin riesgos y asegurándose de que alguien está velando por responder a las necesidades de su cliente.

El modelo de negocio de las BigTech se basa en plataformas MPS (multi-sided platform), que conectan a grupos de clientes (consumidores y proveedores) ofreciendo servicios gratuitos a cambio de publicidad o datos. Pueden ser redes sociales, plataformas de comunicación, de comercio electrónico, plataformas de desarrollo, medios de pagos o marketplaces digitales.

Las BigTech están ofreciendo servicios en el sector financiero y, aunque el ingreso anual por cliente sea pequeño, estas plataformas con efecto red son una amenaza clara para los bancos, pues reúnen a un elevado número de consumidores de servicios financieros y de productores de los mismos. Además, en las nuevas finanzas digitales, la información es poder.

Los escándalos, como el reciente de Facebook, han mermado aún más la confianza de los clientes en cómo gestionan estas empresas la privacidad y explotan sus datos. Las BigTech podrían someterse a un mayor control regulatorio y tardar más en asentarse en el sector, lo que permitiría prepararse mejor para competir a bancos, NeoBanks y empresas FinTech.

Quizá lo que se produzcan sean adquisiciones de bancos por parte de las BigTech o viceversa. O es probable que, en muchos casos, los bancos actúen como un centro seguro de operaciones, creando modelos de negocio en colaboración con FinTech o BigTech, que beneficien a todos. Modelos en los que, por fin, el cliente se coloca donde debe estar: en el centro.