Una oficina que se precie debe contar con una buena moqueta. Aunque hay opiniones enfrentadas al respecto. Hay quien prefiere otro tipo de material, más limpio y menos costoso para desplazar sillas; y quien se aferra a la moqueta como seña de identidad. En el Banco de España (BdE) son del segundo tipo. Por eso sacaron a concurso el despliegue de 15.000 m2 en una de sus sedes. Pero los planes no han ido sobre lo previsto.
En primavera se abría la veda. El BdE lanzaba un concurso público para la contratación del suministro e instalación de 15.400 metros cuadrados de moqueta en losetas modulares autoportantes. Se instalarían en el edificio que tiene en calle Alcalá 522, cuyas funciones mayoritarias son de logística. El presupuesto de licitación era de 502.810 euros.
Valga decir que, según la calculadora de presupuestos de moqueta de Leroy Merlin, el precio se aproxima a los costes de mercado. Así que no hay nada que haga presuponer problemas en el precio de contratación.
Incluso, hay que señalar que, además de la propia moqueta, el contrato debía resolver la retirada de la anterior, así como la preparación previa de la superficie del falso suelo técnico para la correcta ejecución de la instalación. Y no solo eso, también debía prever la retirada de mermas, la gestión de los residuos generados y la preparación de la moqueta para la conducción de las instalaciones desde el falso suelo técnico a los puestos de trabajo. Un trabajo fino.
EL BANCO DE ESPAÑA NO QUIERE “UNA CUALQUIERA”
Antes de que se torcieran las cosas, momento al que llegaremos en esta historia de la moqueta del medio millón de euros, hay que precisar las necesidades del Banco de España no eran baladís.
Querían una exclusiva para oficinas, que soportara tráfico intenso de personas, uso diario de sillas de trabajo, movimiento periódico de mobiliario y carros, y utilización ocasional de medios auxiliares para mantenimiento, tales como escaleras, andamios, etc. Además, como es lógico, debía tener comportamientos especiales ante el fuego y las cargas de electricidad estática.
Pero todo esto se ha visto truncado. El primer paso de que algo no iba bien se produjo en verano cuando se amplió el plazo para la apertura de proposiciones económica en más de un mes.
Aunque unos días más tarde, llegó la suspensión del contrato. A finales de julio el Banco de España comunicaba que desistía del procedimiento debido a faltas en la elaboración del contrato. Ahora mismo todo está en el aire y nadie sabe cuando se enmoquetará el suelo de esta oficina.