Ni tanto ni tan calvo

La Delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, catalana y del PSC, ha favorecido públicamente un indulto para los dirigentes separatistas encausados por violar la Constitución si fuesen condenados por rebelión, desobediencia al Tribunal Constitucional y malversación de fondos públicos.

Miquel Iceta, Secretario General del PSC, ya lanzó esta bomba, que no sienta bien a muchos incluso en Cataluña, cuando las pasadas elecciones autonómicas catalanas. Precisó Cunillera que ese indulto lo tendrían que pedir los interesados, aunque lo pueden solicitar, en su nombre, parientes u otras personas. El indulto no borra la condena. Si se quiere seducir con ello a los separatistas, convendría dejarlo todo muy claro.

Este indulto político, de concederse, debiera ser correspondido con un compromiso de volver al espíritu de la Constitución pactada en 1978. “Do ut des”. El Estado de las Autonomías implicaba que éstas eran la contrapartida a la renuncia a la independencia. De no haber sido así, hubiera bastado una descentralización. Sin embargo, los secesionistas violaron ese pacto esencial para la convivencia.

Cunillera actuó, evidentemente, alentada por Moncloa, como la Vicepresidenta Carmen Calvo y otros ministros al pronunciarse en favor de la liberación de los políticos separatistas encarcelados preventivamente. Ello facilitaría, naturalmente, el dialogo con los secesionistas. Un arreglo, es otra cosa. La impunidad, también. Bastantes fugados hay ya, pensará algún juez.

¿Presión al Poder Judicial? ¿Libertad de expresión? Estos guiños son, más bien, para intentar aprobar unos presupuestos. Son necesarios los votos de Podemos (reiteradamente complacidos), del PNV y de los partidos independentistas catalanes. Muchos compromisos. Muchos cheques por extender. Quizás demasiados, ahora que, además, en el País Vasco quieren un Estado Confederal para España, algo más diluido que un Estado Autonómico o Federal.

El Ministro Borrell, por su parte, afirma que sigue faltando un relato movilizador de la unidad española. ¡Pues, esperando estamos y si es por dinero para formar equipos para luchar contra “Diplocat”, que se lo den! ¿No es una prioridad? Además, hay quienes manifiestan que no solo hay catalanes echando a España del Principado, sino que España también abandona ese territorio.

Muchos consideran que la reforma exprés de la Constitución para reducir los aforamientos es un error al no estar previamente pactada con la oposición. Podría constituir, argumentan, una peligrosa apertura de un melón incontrolable con solo 84 diputados socialistas.

Los sondeos electorales siguen favoreciendo al PSOE, pero cabe preguntarse si suficientemente. Los socialistas conservan su primacía en la izquierda, pero la suma de los partidos a su derecha podría, quizás, ser mayor. El centro está siendo descuidado por los partidos, aunque es estratégico para la estabilidad nacional.

Felipe González y José María Aznar, olvidando pasadas trifulcas, protagonizaron recientemente un encuentro del que emanó la necesidad de volver a acuerdos entre todos los partidos, como cuando la Transición. Tienen razón. Empeñarse en la dinámica de izquierdas y derechas solo lleva a una polarización contraproducente. Sánchez, Casado y Rivera (Iglesias quiere finiquitar el “régimen del 78”) tendrían que interesarse por el electorado centrista ofreciendo pactos electorales que no debieran descartar gobernar eventualmente con coaliciones. PSOE con C´s (198 escaños) sería, según el CIS y La Vanguardia, más estable que socialistas con podemitas (172).

Ahora que PP, C´s y Podemos critican a Dolores Delgado, comensal de lujo, podrían pedir al Papa un cardenal para sustituirla en Justicia para conseguir un acuerdo con España como el que el Vaticano acaba de cerrar con China, aceptando la intervención gubernamental incluso para el nombramiento de los obispos. Está visto que, con nuestro Concordato, todos nuestros gobernantes son unos calzonazos.

Carlos Miranda es Embajador de España