Francisco González, el adiós de un animal político

Parecía que no iba a llegar nunca después de haber alargado su edad de jubilación en dos ocasiones. El próximo 31 de diciembre, Francisco González dejará la poltrona del BBVA. Puesto en Argentaria en 1996 por José María Aznar, época en la que los presidentes se colocaban a dedo, hay quien lo calificado como un animal político. Ejecutivo, en una sola palabra. Lo que no le ha ido nada mal, vistos los años que ha estado aferrado al bastón de mando.

Muy meticuloso en el cumplimiento normativo, y con credibilidad a nivel internacional, Francisco González comenzó en este mundillo de las finanzas siendo un bróker. De su chistera salió una agencia de valores (FG Inversiones Bursátiles) que acabó vendiendo a Merril Lynch por muy buen precio: 3.000 millones de las antiguas pesetas a finales del pasado siglo XX.

Nunca aceptó de buen grado que nadie le hiciera sombra: Goirigolzarri y Cano son dos claros ejemplos

Quienes le conocen han destacado a lo largo de su carrera en BBVA que ha sabido moverse como pez en el agua en diferentes mares. Eso sí, nunca ha aceptado de buen grado que nadie le hiciera sombra. Ahí están los casos de José Ignacio Goirigolzarri o de Ángel Cano, a los que despidió con indemnizaciones millonarias.

LA IMAGEN DE FRANCISCO GONZALEZ

Ortodoxia pura y dura, ha sido peleón a más no poder. Sobre todo cuando Luis del Rivero, a los mandos de Sacyr, lanzó una operación de asalto bajo el paraguas del entonces ministro de Industria, Miguel Sebastián, del PSOE, por más señas, y a quien también había despedido como jefe del Servicio de Estudios de BBVA.

De derechas, y del Real Madrid (al que ve desde su asiento de abonado y no en el palco rodeado de políticos y empresarios), su gran afición es el golf, donde tiene un buen hándicap, aunque no tan bueno como el de Ana Botín.

Los que le conocen aseguran que una de las grandes obsesiones de González ha sido limpiar su imagen de enchufado del PP, en particular, y del mundo político, en general. Por eso se ha alejado de los focos y ha eludido los saraos siempre que ha tenido la posibilidad de hacerlo. De ahí que algunos le hayan definido como hosco y antipático, aunque más allegados dicen que es afable y sencillo en las distancias cortas.

En el plano institucional, su marcha coincide con un mal momento de la acción. En 2014, la capitalización fue de 48.469 millones de euros y, a fecha 25 de septiembre, se ha desinflado hasta los 37.326 millones de euros. Por tanto, una caída del 22,9%. Echando la vista atrás, cuando Francisco González ‘aterrizó’ en BBVA, allá por el año 2000, la capitalización superaba los 50.000 millones.

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Ante esta caída, los accionistas no han dejado de mostrar su descontento, haciéndoselo saber en las juntas generales de accionistas. Y no sólo por la caída en sí, sino por el hecho de que iba acompañada por subidas salariales para los altos cargos. Recriminaciones que escuchaba con cara de palo.

Una despedida que también dejará en sus labios el sabor amargo de Turquía. En el descenso del precio de las acciones BBVA también ha jugado un papel relevante la crisis de Garanti. Lo curioso es que, en noviembre de 2014, realizó una ampliación de capital para financiar la compra ¡del 14% del turco Garanti!

Con una nómina de cerca de seis millones de euros anuales, la fortuna de Francisco González se acerca a los 100 millones de euros. Cantidad a la que habrá que unir la jugosa pensión.