sábado, 14 diciembre 2024

Garreando: EL GRAN PERDEDOR

Nuestros políticos son tremendos. Lo comprobamos a diario. Unos y otros. Aunque no quede claro quiénes son los “unos” y quiénes los “otros”. Lo deseable sería que en cuestiones de Estado pudiéramos designarles como “unotros” u “otrunos”. Difícil. ¡Esperemos no acabar en las rocas!

Ciñéndonos a la “rentrée” del curso político, hemos visto como quien culminó la difícil carrera para ser médica se dejó tentar luego por un ofidio de la Universidad Rey Juan Carlos, especializada, a través de un Instituto, en facilitar títulos universitarios.

Esta mujer tuvo que dimitir del gobierno. Al igual que la última presidenta de Madrid, se resistió. Carmen Montón debería haber rechazado el Ministerio de Sanidad por saber que era tan vulnerable como Cristina Cifuentes. Esta última cayó finalmente tras un vídeo mostrando que se llevaba de un comercio productos sin pagar. Montón, cuando se comprobó que su trabajo de fin de Máster estaba parcialmente copiado. Acabaron haciendo lo que debían. Veámoslo, pues, positivamente.

La figura de la acusación popular, muy propia de España, explicaría nuestros miles de aforados, mientras apenas los hay en países vecinos

Con estas dimisiones queda Pablo Casado en situación delicada con otras sospechas de “favoritismo universitario” que, quizás, acabe considerando el Tribunal Supremo al estar Casado aforado. Por eso, algunos intentaron montar un escándalo con la tesis doctoral de Sánchez sin conseguir probar que fuese plagiada. Solo mostraron que era banal. Luego afloró que en un libro suyo con el economista Carlos Ocaña se copiaron textos ajenos. Algo “cutre” según Pablo Iglesias. Demasiado ansia parece que tienen los políticos de engordar currículos cuando bastaría que tuviesen sentido común.

EL GRAN PERDEDOR

Con estas cosas salen perdiendo las universidades españolas, especialmente la URJC con su renombre dañado y su alumnado inquieto. Otros perdedores: Casado, quizás “next in line”, Rivera, obligado a revisar su currículum y Sánchez, cuya imagen sufre con lo del libro. Padece, asimismo, el ya escaso prestigio de la clase política a pesar de la honorabilidad de la mayoría de sus miembros.

¿Se puede aguantar así sin embarrancar? ¿Convienen unas elecciones adelantadas? En la práctica, dependerá de los presupuestos, pero si lo aguanta al límite puede que el proyecto de Sánchez, que requiere el respaldo de Podemos y nacionalistas, acabe desgastándose.

Así las cosas, Sánchez propone una “reforma exprés” de la Constitución para eliminar los aforamientos por corrupción y hechos no relacionados con el ejercicio del cargo. Otros se colocan esta misma medalla. ¿Porque se ponen, entonces, tantas pegas? Unos a la propia propuesta, otros cargando más mercancía a bordo para hundirla. ¿Sería este cambio negativo para Casado? La figura de la acusación popular, muy propia de España, explicaría nuestros miles de aforados, mientras apenas los hay en países vecinos. Es un tema complejo.

Un reciente sondeo de El Confidencial situaba al PP detrás del PSOE y de Ciudadanos. El “efecto Casado” sería de corta duración. ¿Su sucesión pudiera fracasar si algún tribunal le cita? Si cayera por su curriculum universitario o por, eventualmente, malas expectativas o resultados electorales, entonces pudiera ser que Alberto Núñez Feijóo, el verdaderamente deseado, consiguiera su aclamación para encabezar el PP. ¿Sería, asimismo, otra oportunidad para Soraya Sáenz de Santamaría?

En Cataluña, los políticos separatistas son de llorar. Otros, también. Los separatistas se pelean, además, pujando al alza para endilgarse sus fracasos. El ministro Josep Borrell considera necesarios 20 años para una reconciliación intracatalana, la auténtica cuestión de fondo. ¡Qué desastre catalanista! Veamos si Albert Boadella saca réditos del referéndum sobre Tabarnia cuyos resultados publicará el 12 de octubre. ¡Igual la ficción supera la realidad! Ya caló en Canadá que, si ese país era divisible, también lo era Quebec. Mejor, un nuevo Estatuto de Autonomía, como ofrece Sánchez. ¡Puede que hasta no nos merezcamos los cómicos que tenemos!

Carlos Miranda es Embajador de España


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