Dicen que antes de ascender a sus militares, Napoleón consideraba si tenían suerte. En el mundo árabe lo llaman “Baraka” (bendición divina). Hassan II, padre del actual Rey de Marruecos, la tenía. Salió ileso de varios atentados espectaculares.
Eso sí, hay que buscarla. Si Karim Benzema no hubiera acosado al portero del Liverpool en la última final de la Champions, no habría provocado un mal pase del cancerbero achuchado, interceptándolo y marcando así el primer gol del Real Madrid que ganó su decimotercera Copa de Europa.Hay que “estar”. Luego, la suerte acude, o no, y cuando viene, recordar que se suele ir del mismo modo que llega, inesperadamente.
De eso, sabe algo Mariano Rajoy. Una semana después de aprobar en mayo, muy retrasadamente, los presupuestos de 2018, cayó una sentencia judicial sobre Gürtel, una de las corrupciones favoritas del PP, y Sánchez saltóconstitucionalmente sobre la ocasión con una moción de censura sorpresiva ganada sorprendentemente. Napoleón le hubiera ascendido.
Ahora, mientras el nuevo Presidente del Gobierno intenta pactar con la izquierda extrema (¿izquierda verdadera?) de Podemos el techo de gasto, la vuelta a la preeminencia presupuestaria del Congreso sobre el Senado (viciada por Rajoy en 2012) y unos presupuestos para 2019, el PP y Ciudadanos desguarnecenel centro, un golpe de suerte para el PSOE que debiera deaprovecharlopara pescaren caladeros moderados.
Pablo Casado y Albert Rivera se enzarzan competiendo por la derecha verdadera, dejándole libre a Sánchez un territorio apto para“centrar” su abanico político. De este modo, podría emular, más a la izquierda, a Emmanuel Macron, aunando desde la izquierda y el centro. El que más pierde en esta pelea con Casado es Rivera al descuidarese centro que parecía suyo cuando la corrupción del PP hundía a los de la gaviota.
Si Sánchez consigue sus presupuestos para 2019, estará verdaderamente en condiciones de gobernar hasta 2020 y de capitalizar, suerte mediante, su acción de gobierno para ganar las próximas elecciones generales si es que su olfato no le aconseja convocarlas antes.
Quiere sacar asimismo a Franco de Cuelgamuros. Algunos dicen que con ello le ha resucitado si bien el Congreso de los Diputados ya aprobó esta exhumación en mayo de 2017. Le faltaron a Rajoy ganas, valentía y altura de Estado para cumplirlo. Otro pase negro suyo. Ahora, PP y C’s se rajan las vestiduras con una hipocresía a la enésima potencia.
¿Llevarían algún día estos partidosal dictador de nuevo al Valle de los Caídos? Sin embargo, todavía queda que salga. En todo caso, cuanto más intervenga el Parlamento, mejor para buscar consensos amplios ya que somos una democracia parlamentaria.
Con estos percales en los brazos, no parece que Sánchez pueda convocar elecciones hasta enero o febrero de 2019. Antes debiera resolver si hay, o no, presupuestos y esa exhumación de Franco. Le dará igual si quiere llegar a 2020, pero su libertad electoral queda ahora parcialmente restringida.
Mientrastanto, Cataluña sigue desmadrada con Podemos alineándose con los independentistas al criticar unpleno amparo español al juez Pablo Llarena, acertadamente concedido por Sánchez, frente a la querella de Carles Puigdemont en Bélgica.
Cataluña va a peor. A la violencia divisiva de la provocación constante del separatismo impenitentese está sumando una reacción predecible, violencia que Trump también augura en EEUU si el partido Demócrata prevalece en las elecciones parciales de noviembre. Malos tiempos para la democracia. ¿Mala suerte? La pelota en los tejados de Trump y Torra.
Carlos Miranda es Embajador de España