Realizar maniobras fuera de su propia base, recargar munición, desperfectos de los materiales, transporte y daños físicos de los militares son solo algunos de los factores que el Ejército de Tierra ha conseguido agilizar y prevenir de la mano de los simuladores que han ido obteniendo con el paso del tiempo. Aunque pueden parecer simples juegos, ellos lo tienen muy claro: “No son como un videojuego, y aunque practiquemos con ellos, jamás suplirán la realidad”, repitió cada capitán responsable de simuladores de la base militar de El Goloso.
Existen diferentes tipos de simuladores, cada uno especializado o creado para potenciar una habilidad distinta del usuario, como lo son el juego Steel Beasts, VBS-2, el simulador de torre y el simulador Victrix, entre otros. Muchas de estas herramientas de entrenamiento han sido creadas por Indra, una de las principales empresas globales de tecnología que suministra al Ejército distintos simuladores para entrenamiento y aprendizaje.
El uso de los simuladores en las bases militares no es de libre utilización, sino que tienen unas horas programadas para la realización de diferentes ejercicios y el análisis de estos. Lo normal es que, tras el entrenamiento, el equipo se junte en la sala para analizar los errores que han podido cometer, que dependiendo del programa que se use serán registrados por el mismo.
Los mandos de manejo son idénticos a los que tiene el vehículo real, permitiendo así una experiencia más próxima a la realidad
El juego Steel Beast ha sido desarrollado por la compañía eSim Games para todos los equipos Microsoft. En él se pueden encontrar en torno a 20.000 vehículos distintos, ya sean terrestres o aéreos; pero, a la hora de entrenar, tan solo se utiliza el carro del que disponga el país. En este caso, se trata del Leopard 2 A4, el carro de combate del Ejército español. Los mandos de manejo son idénticos a los que tiene el vehículo real, permitiendo así una experiencia más próxima a la realidad.
Se agrupan en equipos de tres: el conductor, el jefe de equipo y el disparador. Cada uno se ocupa de su puesto mientras ponen en práctica las diferentes tácticas que han aprendido con anterioridad. Los dos equipos que se enfrentan en el ejercicio se encuentran en salas separadas para que no puedan escucharse entre ellos. Pero no todo es tan sencillo como en un juego normal, el capitán (que se encuentra en una sala aparte con una pantalla desde la que se ve la jugada y un “arbitro” que controla los fallos) puede añadir errores, problemas de visibilidad en el ambiente, e incluir diferentes situaciones de peligro.
Mientras que con el juego anterior los militares se sientan frente a una pantalla de ordenador con los mandos, en el simulador de torre la situación es muy distinta. Se trata de la parte superior del carro de combate situada sobre una peana. En este caso los que realizan el ejercicio se introducen dentro de la torre y desde allí aprenderán a utilizar todos los mandos que se encuentran dentro.
Es importante que practiquen primero frente a los ordenadores, ya no solo para saber manejar a la perfección los controles, sino también para que la comunicación sea fluida, sobre todo porque una vez que entren en la torre será imposible tener contacto visual con los compañeros.
De la misma forma que sucedía con Steel Beast, el capitán que controla los ejercicios del simulador de torre puede hacer que dejen de funcionar elementos del control para que los alumnos desarrollen la capacidad de buscar distintas salidas a un problema. Como explican, lo que quieren es automatizar los movimientos y agilizar la capacidad de reacción para que, en el momento de salir a campo abierto, si tienen algún tipo de problema no sean un objetivo claro y puedan seguir adelante.
Otro de los juegos que utilizan para la práctica táctica es el VBS-2 para infantería ligera. En este caso el juego es mucho más individual que los anteriores ya que se basa en un avatar por persona. Avatar que sufrirá las mismas sensaciones que una persona en idénticas circunstancias. Es decir, cuanto más peso lleven en sus mochilas, más despacio andará el personaje y menos agilidad tendrá.
Por último, MERCA2 pudo visitar la sala en la que se encuentra el simulador Victrix, destinado a Infantería. Se sitúa en una sala amplia sin demasiados obstáculos y se trata de una gran pantalla (suele ser la pared) en la que se proyectan las imágenes, unos ordenadores desde dónde se lanzan las órdenes y los ejercicios, y una pequeña máquina que lanza bolas de tamaño pequeño cuando la persona comete un error. Así la tensión es similar a la que se siente en territorio de combate.
Además, para hacerlo más real aún, utilizan sus propias armas (fusiles y pistolas) con algunas adaptaciones como lo son las recargas de aire comprimido y el láser que se sitúa en la boquilla. Se puede practicar de forma individual o en equipos; también se puede distinguir entre los ejercicios de tiro y las situaciones complicadas.
Si hay algo curioso que destacar es que en todos los casos anteriores los militares se encuentran totalmente equipados con los útiles básicos y la vestimenta reglamentaría (casco, chaleco, telecomunicación, munición, etc.). Una forma de darle seriedad a los entrenamientos y de adentrarse aún más en esa segunda realidad que les permite mejorar sus habilidades sin sufrir daños.
EL EJÉRCITO Y LOS BENEFICIOS DE LOS SIMULADORES
“En tiempos de crisis nos dijeron que no había dinero para salir a los campos de maniobra y los simuladores se convirtieron en indispensables”, comenta uno de los encargados. Y es que el poco gasto es uno de los mayores beneficios de estas innovaciones, ya que no tienen que pagar en exceso las salidas y los transportes, ni la compra de munición; tampoco los posibles daños materiales y físicos que, gracias a los simuladores, son inexistentes.
Los gastos mas notables serán los destinados al mantenimiento de las máquinas, la actualización de los programas y las compras de licencias o nuevos productos. Como se ha dicho con anterioridad, hay menos probabilidades de que los militares resulten heridos en un ejercicio de entrenamiento por lo que las bajas son menos numerosas.
Pero esto no lo es todo: el hecho de poder practicar con unos mandos iguales a los que se tendrán en los carros reales facilita el aprendizaje mecánico y la capacidad de reacción, además las correcciones se harán al instante por lo que las sesiones son más cortas y productivas.
Aun así, hay que tener en cuenta que los simuladores están creados para la práctica, la realidad siempre será distinta. Por esto, las Fuerzas Armadas se centran en las habilidades tácticas; de esta forma, los militares sabrán qué hacer en cada situación.