Los principales medios estadounidenses afirman que Vladimir Putin es el gran beneficiario de la cumbre del lunes pasado con Donald Trump en Helsinki ya que ocurrió sin que el Presidente norteamericano tomase medida alguna con relación a las interferencias rusas contra Hillary Clinton en la elección presidencial de 2016. El magnate siempre negó estas interferencias, pero ante el revuelo ocasionado en su país, acusado de blando en Helsinki ante el Zar ruso, las ha admitido finalmente, lejos ya de Putin. Trump es puro “fake news”.
Muchos se escandalizaron en su propio partido Republicano y hay quien le calificó de “traidor” por aceptar la versión rusa frente a la de los servicios de seguridad estadounidenses. Esto es lo que más ha teñido un encuentro del que poco se sabe de su contenido en otros temas como Siria o el desarme nuclear. EEUU y Rusia tienen los mayores arsenales mundiales.
Unos días antes del encuentro, Robert Mueller, el Fiscal Especial designado por el Ministerio de Justicia americano para investigar las interferencias rusas, imputaba a una docena de agentes militares rusos. Una espía moscovita fue detenida en EEUU. Mueller investiga asimismo al entorno cercano de Trump.
Éste ha afirmado que llevarse bien con Rusia es importante. Ciertamente, pero la cuestión es a qué precio. Toda impunidad tras la ocupación ilegal rusa de Crimea, las interferencias en Ucrania en favor de los separatistas filorusos y el “hackeo” realizado en detrimento de Clinton constituye un aliciente para que el Kremlin continúe por una senda negativa y peligrosa.
Trump barre también para Moscú al destrozar las buenas relaciones que Washington tenía con sus aliados. Los insultos, feos y groserías que Trump les ha hecho son, además, abundantes. Los más recientes durante el G-7 en Canadá, la Cumbre aliada en Bruselas y la visita del Presidente norteamericano al Reino Unido donde calificó a la Unión Europea de enemiga. Renuncia al liderazgo occidental dando, asimismo, la sensación de que no acudiría al rescate de ningún aliado o país amigo. “Tovarich Trump” no lo haría mejor.
El ridículo en el que Trump pone a los EEUU es tal que a sus menospreciados aliados y amigos no les queda otro remedio que sonreír incómodamente mientras afirman que en realidad Trump quiere decir otras cosas. Imaginen una cena navideña en la que la matriarca familiar anunciase a sus hijos, nietos, biznietos y demás parientes que su marido le engañó toda su vida con otras mujeres…
El respetado y dinámico Ministro de Exteriores español señala que habrá que entender que Trump quiso decir que la UE es un importante competidor comercial y no un enemigo. Josep Borrell tiene razón, sin duda, pero los comensales oyeron, oyen, y seguirán oyendo otra cosa.
Si Goliat se equivoca eligiendo a sus adversarios y, además, se tambalea ante los peligrosos, mal parados pueden quedar los que confían en él. Por eso la UE debe reducir su dependencia militar de los EEUU con arte y realismo porque a Europa le falta mucho para ser una potencia completa como China, EEUU o Rusia, y debe recorrer esa senda sin tampoco romper los vínculos trasatlánticos. La intensificación de sus relaciones comerciales con China y Japón es un buen camino.
Como el propio Borrell afirma, Rusia está de vuelta y provoca importantes problemas a aliados y socios nuestros. Hemos de ser solidarios, pero el jefe de la manada es ahora un peligro para el propio mundo occidental. Un sinsentido si se tiene en cuenta que los EEUU han cruzado desde 1917 tres veces el Atlántico para defender a Europa.
Carlos Miranda es Embajador de España