CLH anticipa el desplome de las ventas de diésel

El diésel ha iniciado su particular caída cuesta abajo y, parece ser, sin frenos. Una especie de via crucis que puede acabar con su muerte. Un declinar que viene siendo recogido por diferentes estadísticas. Una de ellas tiene como protagonistas a CLH, la compañía que, en España, se dedica al almacenamiento y transporte de los productos petrolíferos: gasolinas, gasóleos y querosenos.

Pues bien, durante el mes de junio, desde sus instalaciones salieron 3,5 millones de metros cúbicos de productos petrolíferos. Se trata de un 0,6% menos que en el mismo periodo del año anterior.

Una caída que fue bastante dispar ya que no afectó a todos los carburantes por igual. ¿Quién se llevó la peor parte? El diésel. Porque las salidas de las gasolinas sólo descendieron un 0,2%, mientras que el diésel (o gasóleo de automoción) se desinfló un 2,2%. El gran beneficiado fue el queroseno, con un incremento del 6,2%.

El gasóleo de automoción no fue el único de la ‘familia’ que vivió un descenso. El denominado como gasóleo B (de uso agrícola o industrial) también pinchó un 6,3%, mientras que el C (para calefacción) tuvo un mejor comportamiento al subir un 7,5%.

CLH salidas productos Merca2.es

Volviendo al gasóleo de automoción (o diésel), su particular ‘descenso a los infiernos’ comenzó a partir del mes de abril, cuando sufrió una caída del 1,3%. Mayo siguió la tendencia con otro descenso del 0,1%.

DIÉSEL Y LA POLÍTICA

Otra de las estadísticas que marcan el declinar de los motores diésel tiene que ver con sus ventas. Y las mismas, en 2018, son demoledoras. Según Anfac, los automóviles con motores diésel han pasado de representar en España el 41,8% del total de coches vendidos en enero al 35,5% en junio (en esta última fecha, los movidos por gasolina son el 58%, y los eléctricos/híbridos, el 6,6%). Si echamos todavía más la vista atrás, en 2012, esas ventas de vehículos diésel rozaban el 70%. Es decir, que se han reducido a la mitad en poco más de un lustro.

Varios son los motivos que están detrás de este hundimiento. Para empezar, el anunció de las ciudades, como Madrid y Barcelona, de limitar su uso a partir de 2019. En otras, como Hamburgo (Alemania) su prohibición es total.

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A este componente, llamémosle ecológico, también hay que añadir otro político. La llegada al Gobierno del PSOE ha puesto sobre la mesa el alza del impuesto que grava este combustible para, de esta manera, equipararlo al de la gasolina.

¿Qué supondrá? Que aquellos que tengan que rellenar el depósito de su vehículo con motor diésel tendrán que desembolsar entre 9,5 y 14,3 céntimos más por litro de gasóleo dependiendo de la comunidad autónoma donde lleve a cabo la operación. No es una cuestión baladí, ya que en España circulan unos 13 millones de vehículos que usan este tipo de combustible.

Menor movilidad al sufrir restricciones en ciudades (además es posible que su número vaya aumentando de forma progresiva) y la desaparición de la ventaja precio que ha tenido hasta ahora son dos piedras que acabarán lastrando el futuro de los vehículos diésel. La apuesta por los vehículos híbridos o eléctricos puede ser otra.