En 1997, se inauguró en Sevilla el parque de atracciones Isla Mágica. Todo un macrocomplejo de ocio que vino a ocupar un lugar en la zona de la Isla de la Cartuja, ya desolada por la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Desde entonces, cuesta encontrar los años en los que el parque ha dado beneficios. Desde 2014 está en números rojos. En su último ejercicio fiscal ahondan aún más las pérdidas. La alta deuda bancaria del grupo también sigue siendo un problema.
Así, Isla Mágica cerró su último ejercicio fiscal –del 1 de octubre de 2016 al 30 de septiembre de 2017– con unos números rojos de 1,29 millones de euros, un 4,6% más que la temporada anterior, cuando sus pérdidas ascendían a 1,24 millones de euros, según las cuentas del registro mercantil recogidas por Insight View. De hecho, en los últimos diez años solo ha tenido beneficios en 2014, cuando superó la cifra de 2 millones de euros. El resto de ejercicios se ha mantenido hundida en las pérdidas. Si bien es cierto, estas son menores a los más de 4 millones de euros de 2012.
A pesar de todo ello, en la temporada 2017 el parque consiguió incrementar un 9,5% las ventas, hasta los 13,09 millones de euros. De estos, 7,77 millones de euros son ingresos de acceso al parque, mientras que 5,32 millones corresponde a ventas por consumos internos.
Esta cifra de negocio es el resultado del aumento de visitas en cerca de un 12,7%, según explican en las cuentas auditadas. Es decir, el parque recibió la visita de 788.900 visitantes (700.000 el pasado año). Por el contrario, se produjo un descenso del 2,2% del precio medio de cada visitante. Isla Mágica resalta que continúa aplicando una política tarifaria en la que los precios se mantienen estables. El número de empleados también ha crecido, pasando de los 256 a 304 trabajadores.
El parque Isla Mágica, ambientado en el descubrimiento de América, cuenta con seis zonas temáticas y con una zona acuática llamada Agua Mágica. De hecho, destaca la incorporación a la zona acuática de una nueva piscina de más de 800 metros cuadrados y un «espacio relax tipo jacuzzi».
El resultado parece “satisfactorio” para el grupo. Sin embargo, el bajo número de visitas, los continuos números rojos y una elevada deuda siguen poniendo en duda la solvencia y rentabilidad del parque de atracciones.
LAS LOSA DE LAS DEUDAS
El problema de Isla Mágica no solo son sus números rojos, sino la elevada deuda bancaria y con las administraciones que, según las cuentas auditadas, se mantienen como uno de los principales riesgos para la compañía.
En 2013, CaixaBank se deshizo de Isla Mágica traspasando su 83% al grupo galo Looping Group, actualmente el máximo accionista de la compañía. CaixaBank cedió una deuda bancaria que Isla Mágica tenía pendiente de pago por 21,3 millones de euros. Ahora ese montante ha crecido hasta los 23,6 millones de euros y de 4,09 millones de euros por el principal e intereses de préstamo con carácter participativo. El año anterior, esta deuda bancaria ascendía a los 22,3 millones, por lo que el grupo sigue ampliándola.
La deuda a corto plazo de Isla Mágica asciende a los 1,14 millones de euros, mientras que la que mantiene con las Administraciones Públicas a 30 de septiembre de 2017 es de 272.172 euros. Además, su deuda a largo plazo se sitúa en los 714.056 euros, dato que se eleva hasta los 4,09 millones de euros cuando se refiere a la deuda a largo plazo con características especiales.
Además de Looping Group, detrás de Isla Mágica se encuentra el grupo inversor Vertrauren Corporate con el 7,71% del capital, Ogden Internacional Europe (2,8%), World Duty Free (1,77%), el Ayuntamiento de Sevilla (1,73%) o empresas como Acciona (1,35%).
LA ISLA DE LA DESOLACIÓN
En los años 80, Sevilla le dio vida a la Isla de la Cartuja gracias a la Expo’ de 1992 con la construcción de un macro complejo que, tras la celebración del evento, se convertiría en el Parque Científico Tecnológico Cartuja y otra parte en el parque de atracciones temático Isla Mágica.
Una segunda vida para un lugar en el que se invirtieron 630 millones de euros y vivió una de las épocas de esplendor de Sevilla. Pero hoy día se ha convertido en un espacio de residuos inservibles y peligroso por su mal estado de conservación, como la antigua estación del monorraíl. Además, se acumulan las estructuras metálicas, instalaciones absorbidas por el crecimiento de la naturaleza en estado salvaje, farolas rotas y pabellones en desuso.
Dentro de la Isla también se encuentra el auditorio Rocío Jurado, al que el Ayuntamiento acaba de abrir un expediente de clausura debido a múltiples irregularidades calificadas como “graves” en materia de accesos, instalaciones y modificaciones realizadas a la infraestructura del complejo, actualmente utilizado para albergar espectáculos y conciertos musicales.
Hoy en día, la Isla de la Cartuja es el reflejo del delirio sevillano por tratar de mantener una nueva época de esplendor en un lugar donde solo parecen quedar los fantasmas del pasado.