El economista jefe del Banco Central Europeo (BCE) acaba de demostrar lo decididos que están sus compañeros en no retroceder ni un milímetro a pesar de la situación que se está viviendo en Italia.
El miércoles, Peter Praet dio un mensaje a los inversores, estos tendrían que prepararse para un debate central sobre la flexibilización cuantitativa el próximo 14 de junio. Se subraya que el presidente Mario Draghi y los inversores a los que dirige quieren mostrarse imperturbable ante la crisis política en la tercera mayor economía de la región. La tensión es tan notable que en tan solo dos semanas el BCE pasó de observar el temor de los inversores en relación con un retorno de la turbulencia a la zona del euro a llegar a la retirada de la compra de bonos.
El apego al poder de un gobierno populista, acompañado por una reacción del mercado que llevó los rendimientos al nivel más alto en cuatro años, de hecho, dio a las autoridades un incentivo adicional para seguir adelante con una normalización respecto de la cual hasta ahora no habían dado muestras de prisa. El BCE tiene que actuar antes de que las condiciones económicas se deterioren aún más y lo que le alienta a esto es el peligro de que los políticos italianos puedan volver a sumir a la región en una nueva turbulencia.
“Mi primera reacción al discurso de Praet fue preguntarme por qué había tanta prisa”, dijo Gilles Moëc, economista de Bank of America. “No quieren correr el riesgo de que su política monetaria se convirtiera en rehén”, añadió.
Relativamente ilesa
Giuseppe Conte no cuenta con experiencia en política, pero, aun así, es el primer ministro. A pesar de esto, ha prometido reducir los impuestos, bajar la edad de jubilación y aumentar los beneficios a los pobres, lo que pone sus planes de gasto en colisión con sus socios europeos. Praet pudo ratificar su confianza en la “fortaleza subyacente” de la economía regional cuando se mostró que a pesar de la caída de los bonos y las acciones en Italia el bloque se mantenía ileso.
Ese optimismo, sumado a perspectivas de inflación que presentan indicios de “progreso”, debería bastar para que el Banco central siguiera por el camino de eliminar las compras de bonos para este año. Así, está previsto que las autoridades mantengan su primera ronda formal de conversaciones sobre el tema el próximo 14 de junio en Riga.
Esta posición ha sorprendido a algunos inversores y economistas que esperaban un anuncio en julio e incluso hasta una extensión de la QE hasta el próximo 2019 con la intención de contrarrestar la turbulencia política. El nuevo gobierno populista de Italia, no acertó con su especulación de que el programa de flexibilización cuantitativa del BCE lo protegería del escepticismo de los inversores.
“Parece improbable que los acontecimientos en Italia desvíen al BCE de la retirada del programa este año. En último caso, estimamos que el programa podría extenderse una última vez con 15.000 millones de euros durante tres meses”, dijeron David Powell y Jamie Murray, analistas de Bloomberg Economics.
“Suele haber una brecha entre la retórica inicial y la realidad”, dijo en una entrevista del diario Sakala el miembro del Consejo de Gobierno, Ardo Hansson. “Los mercados ponen las cosas en su lugar muy rápido. En la actualidad, cuando alguien instrumenta políticas que los mercados consideran negativas, eso se traduce de inmediato en las tasas de interés que se aplican a los nuevos créditos que toma el gobierno”, añadió.
Alessandro Speciale, John Ainger y Piotr Skolimowski para Bloomberg