¿No sabes qué marca de leche deberías comprar? ¿Dudas ante las diferencias de precio de los tetra-briks en los estantes? No es extraño. La leche es un “producto reclamo” y uno de los alimentos de primera necesidad donde las diferencias de precio son más notables.
Aunque parezca increíble, un estudio de Facua-Consumidores en Acción ha detectado oscilaciones de hasta un 87,5% (49 céntimos) en el precio del litro de leche entera en el lineal. El precio medio del brik es de 71 céntimos, pero el análisis comparativo revela fluctuaciones desde los 1,05 euros a los 0,56 euros de la marca más económica.
Mismo producto, distinto comercio, diferente precio. ¿Por qué? ¿Qué hay detrás de la leche? ¿Quién le pone precio? El hecho de que en algunos comercios un litro de leche cueste menos que su equivalente en agua no deja de resultar sorprendente…
Galicia produce cerca del 38% del total y presenta el precio en origen más bajo de todos
Las particularidades geográficas también son llamativas. Galicia, la novena región productora de Europa y la mayor de España, arrastra el peor precio de la leche del conjunto de las Comunidades Autónomas: un 5% inferior al resto. Produce cerca del 38% del total y presenta el precio en origen más bajo de todos, hasta el punto de que en algunos momentos sus ganaderos no han logrado compensar sus costes de producción.
El Centro Tecnológico Alimentario (Cetal), una fundación con sede en Lugo gestionada por el Ministerio de Agricultura, ha estudiado la situación y ha detectado los principales motivos de esas diferencias entre lo que cobran los ganaderos gallegos y los del resto de Autonomías. ¿Qué factores lo explican? Principalmente dos: el volumen de entregas y la tasa de autoabastecimiento.
En definitiva, hay una relación directa entre el nivel de producción y el precio en origen, aunque con dos excepciones notorias: Asturias y Andalucía, que alcanzan precios de la leche superiores a otras Comunidades pese a tener granjas de mayor dimensión. Y, por otro lado, las autonomías que necesitan importar leche suelen presentar precios más elevados, mientras que los ganaderos de las que gozan de un mayor autoabastecimiento, cobran menos.
GALICIA, LA GRAN PROVEEDORA
Buena parte de la leche producida en Galicia viaja en cisternas hacia otros puntos de España. De cada 10 litros, unos 7 salen fuera, en gran parte sin haber sido transformados en derivados lácteos como el queso, el yogur o la mantequilla. ¿La consecuencia? El producto gallego tiene poco valor añadido.
Su distancia a los grandes centros de consumo, principalmente Madrid, y los menores precios pagados por los primeros compradores intermediarios, –una figura con fuerte asentamiento en Galicia-, también juegan en contra.
Según la industria, estos operadores -que viven de comprar leche a los productores a bajo precio para luego revenderla- están tirando a la baja del precio medio en Galicia, aunque la óptica de las organizaciones agrarias es distinta. A su juicio, es la propia industria quien les está utilizando para abaratar la leche.
El panorama del negocio lechero Galicia es digno de estudio, como sector estratégico de la región, pero su importancia en el conjunto de España tampoco es desdeñable. Hablamos del segundo subsector ganadero, sólo por detrás del porcino, con una facturación de 13.000 millones de euros anuales y unos 60.000 empleos directos.
Javier Roza Manzano, presidente de la Federación Nacional de Industrias Lácteas (Fenil), -la patronal del sector, compuesta por 60 empresas que transforman el 95% de la leche producida en España-, lo define como una “actividad vertebradora del campo español, cada vez más despoblado”. Sin duda, su abandono preocupa, porque supone el fin de una fuente vital de ingresos para la economía rural nacional, con los consiguientes efectos de desertización en muchas pequeñas localidades.
Cada día cierran cinco granjas en España, pero somos un país deficitario que necesita importar leche
En los dos últimos años, el sector lácteo ha sufrido una profunda reestructuración en España para competir en un mercado único liberalizado. La consecuencia es que nuestro país produce más leche y los precios suben con moderación, pero sus granjas disminuyen. Cada día cierran cinco explotaciones lecheras en España. La Organización de Productores de Leche Nacional ha denunciado que, desde enero de 2017, el sector ha perdido 590 ganaderos con Castilla y León, Galicia y Asturias como provincias más castigadas.
LA TRISTE REALIDAD DE LOS GANADEROS
Gran parte de la responsabilidad de esta sangría la tiene la propia estructura del sector, en la que abundan las ganaderías familiares locales, que poco a poco van desapareciendo al no contar con un plan de viabilidad y sostenibilidad. Cabañas ganaderas dominadas por el minifundismo, de baja rentabilidad y con una población envejecida.
Pero en el mercado lácteo español ocurren cosas, cuando menos, curiosas. Aunque cada día cierran explotaciones, seguimos siendo un país deficitario, que necesita importar leche para abastecer su consumo interno. Países excedentarios como Francia y Portugal nos venden su leche a bajos precios. ¿Cómo influyen estos excedentes que vienen de fuera en la viabilidad de las explotaciones lecheras españolas? Pues, básicamente, de forma negativa, forzando los precios a la baja y reduciendo el importe que percibe el ganadero.
Para entender qué está pasando en el sector lácteo en España hay que remontarse tres años atrás, al 1 de abril de 2015, fecha en la que el sector se liberalizó en toda la Unión Europea, poniendo fin a las llamadas cuotas lácteas, las limitaciones a la producción vigentes durante 30 años. Desde ese momento, cada país puede producir sin limitaciones, lo que generó un fuerte desequilibrio en los volúmenes de producción y las consiguientes bajadas de precios.
La mayoría de los ganaderos tuvieron que vender su leche a pérdidas en 2015
El libre mercado hundió los precios en España, que vivieron su peor crisis desde 1990. Entre noviembre de 2015 y octubre de 2016 la mayoría de los ganaderos tuvieron que vender su leche a pérdidas. Sólo en País Vasco y Canarias el importe medio fue superior al precio mínimo que permitía ganar algo de dinero. Ahora, lo peor parece haber pasado. El precio en origen supera los 31 euros/100 kg; es decir, ha vuelto a cotizaciones previas al fin de las cuotas lácteas, aunque sigue estando por debajo de la media europea.
¿Cómo se encarece el litro de leche desde su origen hasta que llega al consumidor? La pregunta es clave. Según los responsables de COAG, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos, por encima de la libertad de cada ganadero de producir están los poderes dominantes en el mercado: la industria transformadora y la distribución (grandes y pequeños comercios), que siguen pesando más.
Al final del día, el ganadero no tiene más remedio que conformarse con el precio recibido. Si la distribución vende leche en los supermercados a 0,45 céntimos y, en algunos casos, hasta a 0,22 céntimos como ocurrió en Galicia hace poco, y la industria no quiere perder dinero, al final, los precios que se pagan al productor resultan ridículos.
Es la gran distribución la que completa, con sus márgenes, el valor añadido total de los productos lácteos en su conjunto y la que establece los precios “de mercado”. Como suele ocurrir, el último eslabón de la cadena tiene la última palabra.
MENOS LECHE Y MÁS QUESO Y MANTEQUILLA
Otra singularidad muy nuestra es que el 50% de la leche producida en España se consume directamente, sin transformarse en derivados lácteos o en productos de mayor valor, como el queso, el yogur, la mantequilla o la nata. En Europa esta cifra supone sólo el 11%.
Este mayor peso de la leche líquida termina perjudicando nuestras exportaciones, ya que la leche de consumo difícilmente viaja, mientras que el queso y la mantequilla sí lo hacen. Como otros países de la Unión Europea, tenemos que invertir una mayor parte de la producción en elaborar queso, nata, mantequilla o leche en polvo, productos que generan un mayor valor añadido.
En definitiva, desde el fin de las cuotas, la industria española -más atomizada que otras de la Unión Europea- tiene que luchar por exportar más, crecer y salir al exterior. Hay que diversificar geografías y, a partir de ahí, buscar la calidad diferenciada de la materia prima y del producto. El comercio exterior ha recobrado una importancia vital si se quiere mejorar el equilibrio y las cuentas del sector.
¿Qué otras mejoras hacen falta? El secretario general de Agricultura, Carlos Cabanas, y las organizaciones del llamado “acuerdo lácteo” se reunieron el pasado mes de marzo para hacer balance de los últimos años. La conclusión principal es que la producción española de leche ha aumentado en un millón de toneladas entre 2015 y 2017 y los precios han subido un 7%, pero sigue habiendo asignaturas pendientes.
El propio Cabanas cita la necesidad de incrementar la agrupación y la “negociación” dentro de las organizaciones de productores (OP) y aboga por una mayor participación de los ganaderos en la autorregulación, para que sean capaces de vender “lo que la industria realmente necesita”.
En conclusión, con la desaparición en 2015 de las cuotas, se han puesto de manifiesto muchos problemas que el sector del vacuno lechero arrastraba en España. Problemas que se pueden resumir en uno solo: las dificultades de competir en un mercado libre. Un mercado global con libertad de producción y de precios.
España todavía está luchando por encontrar su sitio en el mercado internacional. El futuro de nuestro sector lácteo no deja de ser una incógnita y, sobre todo, el de nuestros ganaderos. Falta concienciación sobre el valor y la calidad de la leche.
El consumidor puede responder ante políticas comerciales abusivas dejando de comprar en supermercados donde el producto se utiliza como reclamo y prácticamente “se regala”. Porque esas prácticas no sólo devalúan el valor de la leche, sino el trabajo de miles de pequeños y medianos productores en serio peligro. La pata más débil y vulnerable en la cadena de la leche.