miércoles, 11 diciembre 2024

Juan Roig, el «yo Claudio» de Mercadona

Parafraseando a Mariano Rajoy, Juan Roig es valenciano, muy valenciano. En sus costumbres y rutinas no falta la paella de los domingos en familia, a la que suelen acudir sus cuatro hijas con sus parejas. Allí se habla de lo que hablan de todas las familias y de Mercadona. De Mercadona, como hacen muchas familias, solo que en este caso se trata del family business. Tan familiar que nacido de las carnicerías de los padres, hoy es un emporio destinado a ser heredado por las hijas. Al amor del socarrat, aunque la voz cantante la lleva su mujer, la enérgica Hortensia, es cuando se puede ver al verdadero Juan Roig, sin sus complejos ni sus problemas para mostrase en público, mezcla de timidez y de una personalidad llena de recovecos.

Juan Roig es un gran desconocido para la mayoría de los ciudadanos, lo cual es paradójico ya que casi cinco millones de hogares consumen a diario los productos que el les “prescribe” a través de su gran creación, Mercadona. No se suele prodigar en los medios de comunicación y, cuando lo hace, es para realizar ataques furibundos a la sociedad actual y defender la cultura del esfuerzo, un principio que aplica de forma casi enfermiza al conglomerado corporativo que engloba a la mayor cadena de supermercados de España.

Roig dirige desde su torre de marfil un imperio sin precedentes en la historia empresarial española gracias a su red de proveedores, de los que poco más de cien trabajan en exclusiva para la tupida red de establecimientos que ha desplegado en el territorio nacional, mediante los cuales factura más de 21.000 millones de euros anuales. Lidera el ranking de empresas patrias por cifra de negocio. Sus devotos incondicionales consideran que su modelo de negocio debería estudiarse en las escuelas de todo el planeta, mientras que sus detractores le acusan de haber creado una empresa–secta que obliga a los proveedores a vender su alma al diablo para mantener la actividad, al mismo tiempo que a los trabajadores se les lava el cerebro y se les aprieta hasta la extenuación a cambio de ser los mejores pagados del sector retail.

El hijo de “Paco el Porquero” no deja indiferente a nadie, especialmente desde que al inicio de la crisis le cantó las verdades al Gobierno de Zapatero anticipando la recesión que estaba a punto de llevarse por delante casi dos millones de empleos en nuestro país. El hombre tímido y acomplejado que no concedía nunca entrevistas vaticinó ni más ni menos que una “tercera guerra mundial sin pistolas” y alabó a los bazares chinos porque “tienen una cultura del esfuerzo de la que carecen los españoles”.

Por si ello fuera poco, plantó al presidente del Gobierno socialista en una reunión con empresarios y después se enfrentó a Elena Espinosa, en aquellos tiempos ministra de Agricultura, tras haber tomado una de sus decisiones de tierra quemada: eliminar de los lineales de Mercadona unas 800 marcas y presionar a sus proveedores para seguir bajando precios en medio de la Gran Recesión. El tímido y a veces apocado Roig llegó a levantar la voz a la ministra durante la trifulca.

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Mercadona ha conseguido una implantación masiva por toda España. | Angel Navarrete/Bloomberg

Esa timidez casi enfermiza que a veces se confunde y le hace parecer malencarado o maleducado directamente cuando está en público. Además de su aversión natural a salir en los medios, su equipo se cuida mucho de exponerlo al escrutinio de la prensa y evitan que tenga que hacer demasiados actos públicos. Y los que aparecen en su agenda, siempre están muy arropados por la estructura de la empresa.

Los que trabajan con Roig saben que a él no le gusta figurar, sino mandar desde su despacho. En la biografía que ha escrito el periodista Manuel Mira se ilustra bien cómo “es un empresario especialmente dotado para las intrigas palaciegas del poder, aunque él lo disimule y los demás piensen que le desagrada, o parezca que no es del todo cierto. Sea como fuere en raras ocasiones lo veremos actuar directamente. Siempre se acomodará bajo una sombra a espera de actuar en el momento propicio” y lo suele hacer a través de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE). Esta patronal es un lobby económico que controla el tejido productivo valenciano y al frente del cual Roig coloca a hombres de su cuerda.

Aunque estuvo a punto de crear un partido político para disputarle a su acérrimo enemigo Eduardo Zaplana la presidencia de la Generalitat Valenciana a mediados de los años noventa del pasado siglo, la realidad es que Roig detesta la política. Considera que la sociedad debería ser dirigida como si fuera su querida Mercadona y no por profesionales de la cosa pública que sólo aspiran a ganar las próximas elecciones. Sin embargo, no se puede negar que los contactos con los políticos han sido relevantes –y quizá determinantes– en la génesis del imperio de Roig, sobre todo al principio de la era democrática cuando a la compañía se le conocía como “Lermadona”, en referencia al entonces presidente socialista de la Generalitat Valenciana, Joan Lerma.

MAL ESTUDIANTE

Y si buceamos un poco más, encontramos que Cárnicas Roig –creada por su padre Francisco Roig Ballester y germen de la actual Mercadona– creció al albor del régimen franquista permitiendo al clan disfrutar de una posición económica de privilegio. Juan Roig estudió en colegios de pago a pesar de su mal expediente académico, aunque se vio obligado a abandonar el Colegio de San José de los jesuitas y fue enviado al de La Concepción, que era considerado una especie de correccional donde se metía en vereda a los estudiantes díscolos.

La ruptura de Roig con su pasado comenzó a principios de los años ochenta cuando comenzó a dirigir Mercadona y se ejecutó una década después, cuando dio un golpe de mano y se quitó de encima a sus hermanas como accionistas de la compañía. Si siguió con él su hermano Fernando (el que fue presidente del Villareal C.F.), que es su gran amigo del alma. Con Francisco –el que presidió el Valencia C.F. y hereu del clan–, su otro hermano, la relación siempre ha sido fría y distante, sobre todo después de que Juan le negara su respaldo financiero para su aventuras deportivas.

CORRER Y LAS FALLAS

El presidente de Mercadona no va al cine, ni a la ópera y no tiene prácticamente aficiones, con la excepción del running y las fallas. Es austero hasta para eso. No vive en un chalet de urbanización privada y exclusiva, sino en un ático de espectaculares vistas frente al cauce ajardinado del Turia, en Valencia. Sus hijas han heredado esta costumbre de su padre y también viven en pisos, en la capital valenciana, pese a su privilegiada situación económica.

Lo que verdaderamente apasiona al emperador de Mercadona es disfrutar de sus nietos e inculcar en sus hijas los valores y las claves imprescindibles para que mantengan el imperio en pie cuando el ya no esté al frente. Ésas conversaciones en la digestión de la paella dominical son buenas inyecciones de doctrina Roig.

LAS ‘HEREUS’ DE MERCADONA

Hortensia Roig era la favorita en las quinielas para suceder a su padre hasta que ha irrumpido con fuerza su hermana Juana, que será la encargada de diseñar una plataforma que permita a Mercadona superar su principal obstáculo para competir en el siglo XXI: el comercio electrónico. El propio Juan Roig ha admitido sin pelos en la lengua que la página web de la empresa “es una mierda” y, hasta hace pocos meses, el diseño de una estructura digital moderna estaba en el último lugar de las prioridades del empresario valenciano.

A Juana ya la denominan algunos “la princesa de Mercadona”, lo que puede provocar un terremoto sucesorio si Hortensia decide pelear, dado que la eterna aspirante lleva años impulsando la escuela de empresarios EDEM y es uno de los pilares del ecosistema emprendedor puesto en marcha por Juan Roig bajo el paraguas de Mercadona. Las otras dos hijas (Carolina y Amparo) están en el consejo de administración pero no ocupan ningún cargo directivo, aunque han realizado trabajos para la cadena como profesionales externas. La vicepresidenta  de Mercadona es la mujer de Juan Roig, Hortensia Herrero, una mujer que “es de armas tomar, lo que compensa el carácter tímido y huidizo de su marido”, según revela una persona del entorno familiar de los Roig.

Juan Roig
Juena Roig, hija mediana de Juan Roig, aparece como favorita para suceder a su padre al frente de Mercadona.

Para eludir las acusaciones de nepotismo, el presidente de Mercadona ha dicho en varias ocasiones que “la propiedad se hereda, pero la gestión no” y que, por lo tanto, su puesto lo puede ocupar “cualquiera de los 70.000 empleados” de la compañía. No obstante, nadie en su sano juicio cree que Roig cederá el testigo a nadie que no sea de su sangre. Quien tome las riendas de Mercadona deberá hacer frente a dos grandes cuestiones derivadas del personalismo de su presidente: la relación draconiana con los interproveedores para mantener el modelo SPB (Siempre Precios Bajos) y la gestión de recursos humanos, mediante la cual se convierte a los trabajadores en los “prescriptores” de la empresa implicándoles hasta niveles que, en ocasiones, generan una presión psicológica imposible de asumir.

«NO SOPORTA A LOS VAGOS»

“Juan Roig no soporta a los vagos” –indica un directivo del sector de la distribución que le conoce bien– “considera que el absentismo laboral es una de las grandes lacras del mercado laboral y en su compañía prácticamente la ha erradicado”. Pero, ¿a qué precio?

Los portavoces oficiales de Mercadona niegan que exista maltrato a los trabajadores, algo en lo que coinciden CCOO y UGT,  que consideran la política laboral de la empresa como un ejemplo a seguir en la Unión Europea. Sin embargo otro sindicato, la CNT, denuncia que los empleados del gigante de los supermercados españoles sufren cada día un “trato abusivo”. Los problemas afectan especialmente al personal menos cualificado, aunque también existen mandos intermedios que han sufrido la “presión psicológica” por parte de la compañía para no faltar al trabajo aunque se esté enfermo. “Es como una secta, donde el objetivo es someter al trabajador y hacerle sumiso para no cuestionar las órdenes”, indica un empleado que prefiere conservar el anonimato para evitar represalias.

UN CLIENTE DRACONIANO

Lo cierto es que la gran mayoría de los medios de comunicación rehúsan tratar los problemas laborales en Mercadona, centrándose en la otra gran cuestión: la relación con los interproveedores. Roig ha diseñado un sistema –mitad plagio, mitad creación particular– que pretende llevar los productos del campo a la mesa controlando todo el proceso. Esto es posible gracias a los contratos de exclusividad que firma con los interproveedores, mediante los cuales les garantiza ser su cliente a largo plazo a cambio de que le permitan acceder a su contabilidad y fijar el precio de los productos, obligándoles a reducir costes cuando así lo consideran necesario los directivos de Mercadona. Pocos de estos interproveedores han podido sobrevivir a un enfrentamiento con Roig, con la honrosa excepción de Dulcesol, que plantó a la gran cadena de distribución para mantener su independencia.

A pesar de estos puntos negros el éxito de Roig es incontestable. En los peores años de la crisis ha logrado elevar la facturación de Mercadona y crear empleo, logrando una demanda estable y fiel de clientes que acuden cada semana a sus supermercados por la buena calidad–precio de los productos que expone en sus lineales. Él ha sido prácticamente el inventor de la marca blanca como una alternativa real a los bienes y servicios de las grandes enseñas internacionales y, aunque desde las multinacionales le acusan de cercenar la innovación, Mercadona invierte en I+D una importante cantidad de sus beneficio anuales para reducir el precio de los productos manteniendo la calidad. Justo lo que quieren los consumidores. Siempre Precios Bajos.


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