Tres son los elementos más frágiles de la economía española, según enumera el gobernador del Banco de España, Luis María Linde, en el Informe Anual de la entidad: la elevada posición deudora neta frente al exterior; la ratio de deuda pública, muy cercana a su máximo histórico; y los retos “importantes” que todavía ha de afrontar el sistema financiero.
“A pesar de los avances observados en los últimos años, el proceso de transformación del sistema crediticio español debe prolongarse en los próximos años al objeto de asegurar que desempeñe de manera eficiente su tarea de intermediar los flujos financieros”, señala el gobernador. Y añade: “En particular, es preciso que las entidades sigan tratando de reducir el volumen de activos dudosos y adjudicados en sus balances”.
La banca debe avanzar en el proceso de reajuste de sus dimensiones y de sus líneas de negocio
Asimismo, Luis M. Linde indica que las instituciones de crédito deben tener una mentalidad más abierta a la hora de hacer frente a los efectos de los cambios regulatorios y tecnológico, sin olvidar que debe avanzar en el proceso de reajuste de sus dimensiones y de sus líneas de negocio.
EL BANCO DE ESPAÑA PONE DEBERES
El informe del Banco de España recalca que todavía el sector bancario debe hacer frente a una serie de retos, al igual que sus homónimos europeos. Uno de ellos es la rentabilidad, por debajo de lo aconsejable “por los efectos remanentes de la crisis y las consecuencias del desendeudamiento del sector privado”; otro es el nuevo marco regulatorio y competitivo, mucho más exigente. “En el ámbito regulatorio, las entidades se han adaptado ya en gran medida a los nuevos requerimientos, que implican, entre otros, niveles más elevados de recursos propios y activos líquidos”, apunta el Banco de España. Pilares básicos que sustentan un mayor crecimiento y una mayor creación de empleo.
En concreto, el regulador indica que “el volumen de activos bancarios deteriorados ha descendido significativamente desde sus máximos, pero permanece elevado”. De cara a los próximos años se prevé una continuada reducción de estos activos, aunque advierte que seguirán “siendo relativamente elevados a finales de 2020, lo que está motivando un especial interés de las autoridades supervisoras en que las entidades aborden con prontitud este reto”.
Asimismo, las pérdidas por deterioro de activos y otros resultados extraordinarios “siguen consumiendo una parte elevada de los ingresos comparado con la situación previa al inicio de la crisis financiera internacional en 2008”. También subraya que el ajuste de los gastos de explotación no ha podido compensar totalmente la caída de los ingresos que se ha producido desde entonces: “El efecto neto global de los reducidos niveles de los tipos de interés parece haber sido comparativamente menor, pese a que estos han ejercido una presión negativa sobre los márgenes de intermediación”.
Por último, y calificándolo como el mayor reto a medio plazo, señala el nuevo marco competitivo derivado de las nuevas tecnologías y del avance de la desintermediación financiera. “La innovación financiera supone un reto y una oportunidad para los bancos. Cabe esperar un aumento de la competencia en determinados segmentos y ciertos cambios en la demanda y en la forma de proveer los servicios bancarios, que obligarán a las entidades a un proceso de anticipación y adaptación”, concluye el Banco de España. ¿Por qué? Porque la penetración de estas nuevas tecnologías en España es limitada y la incertidumbre sobre sus efectos finales, alta, “aunque podrían ser potencialmente muy importantes”.