Las obras, los espacios sin licitar y los terrenos abandonados han convertido a la capital de España en un escenario más propio de una película bélica que de una ciudad puntera en Europa. El distrito madrileño de Chamberí es el que mejor representa esta situación. Hasta cuatro son los agujeros que esperan el comienzo de unas obras que en ciertos casos no tienen todavía licitación alguna. Por su parte, los madrileños reclaman dotaciones públicas para un barrio que carece de centros deportivos, sociales…
El estadio de Vallehermoso (estadio de Madrid desde esta semana) es el espacio que más enerva a los vecinos de Chamberí. Un recinto deportivo con capacidad para 12.000 espectadores y 39.000 metros cuadrados derruido en el año 2008. Tras el proyecto olímpico fallido el estadio quedó abandonado a su suerte. Desde entonces han sido hasta cinco las empresas que han abandonado el proyecto de rehabilitación. Entre estas compañías se encuentran algunas tan importantes como OHL.
El solar que pertenece al Ayuntamiento de Madrid fue cedido a la Comunidad de Madrid en el año 1957, para la construcción de un estadio con motivo de la celebración de los II Juegos Iberoamericanos. Esta concesión expiró en el año 2007 y desde entonces este terreno -antiguo cementerio de la Sacramental de Chamartín en 1848- se ha convertido en un quebradero de cabeza para el Partido Popular y para Ahora Madrid.
A mediados del año 2017 la Junta de Gobierno de la Ciudad aprobó la autorización del contrato de obras de construcción del Estadio de Atletismo de Vallehermoso, con un gasto plurianual de 17.087.755,10 euros (1.781.216,57 euros, en 2017 y 15.306.538,53 euros en 2018) y con una previsión de inauguración en octubre de 2018. En la actualidad, ya se han producido los primeros movimientos de tierras, pero los vecinos de la zona y la oposición son algo reticentes con los plazos fijados por el consistorio madrileño.
Si al final los tiempos se cumplen, uno de los grandes agujeros de la capital será ‘tapado’ con una gran dotación deportiva que contará con una pista de atletismo de 400 metros, una grada con capacidad para 10.000 personas. Además, con esta construcción Madrid podrá volver a albergar competiciones de atletismo de máximo nivel. De hecho, es la única capital europea que no contaba con esta dotación.
Canal, otro agujero a menos de 100 metros
Muy cerca del estadio Vallehermoso -a escasos 100 metros- se encuentra otro los grandes agujeros de la capital, el antiguo parque de golf del Canal. En febrero de este año 2018 comenzaron las obras para desmantelar esta construcción. Los trabajos duraran 18 meses y en los terrenos está proyectado una zona verde de 55.000 metros cuadrados. Además, se plantarán 100 arbustos y 800 árboles, que darán oxígeno a una ciudad donde durante los próximos meses se talarán más de 700 de estos últimos por riesgo de caídas.
El nuevo proyecto no sólo contempla un nuevo pulmón para la capital. El Ayuntamiento de Madrid también pretende aumentar las instalaciones deportivas disponibles en la zona. Una gran noticia para los cerca 140.000 habitantes que viven en Chamberí. «Nuestro distrito necesita sí o sí dotaciones deportivas, sociales…» afirma Pilar Rodríguez, presidenta de la asociación «El organillo».
Aparte de las pistas de fútbol y pádel, se sumarán otras de voleibol, hockey, patinaje, baloncesto y balonmano. También se creará un circuito para correr y se habilitarán varias máquinas de ejercicio y unas instalaciones de calistenia. El problema es que la cercanía de las dos obras -estadio vallehermoso y del campo de golf- ha convertido la zona en un gran socavón.
Por extensión y por importancia estos dos proyectos son los que acaparan la atención mediática de los madrileños. Pero si hay algo que tiene de uñas a los ciudadanos de la capital y en concreto a los vecinos de Chamberí es la paralización de las obras de la piscina cubierta del parque móvil. Este terreno, propiedad del Estado, fue cedido al consistorio madrileño para que pudiera dotar al distrito de una nuevo centro deportivo.
En octubre del pasado año 2017 comenzaron los trabajos de demolición de las antiguas instalaciones del parque móvil, que han durando seis meses. La empresa Ferrovial ha sido la encargada de realizar esta labor que ha costado cerca de 270.000 euros. Pero transcurridos 6 meses la realidad es que sólo existe un gran agujero sin licitación alguna. «Creemos que existe un problema patrimonial, pero no estamos seguro. Lo único cierto es que ese agujero sigue ahí», afirma Rodríguez.
En este espacio estaba proyectado la construcción de una piscina cubierta, un gimnasio y una pista polideportiva y siDespués llegarán las obras de construcción de una piscina cubierta, un gimnasio y una pista polideportiva que podrá albergar partidos de fútbol sala, baloncesto o voleyball. Si todos los plazos se hubieran cumplido, el centro podría haber estado funcionando a mediados de 2019. Estas instalaciones, que serán gestionadas de forma directa por el Ayuntamiento de Madrid, vendrán a paliar el déficit de zonas deportivas en el distrito, tal y como reconoció el concejal de Chamberí, Jorge Garcia Castaño. El problema es que no se sabe cuándo.
Las cooperativas crean más agujeros
Aunque los problemas con los agujeros no sólo guardan relación con las dotaciones deportivas. El otro gran quebradero de cabeza son las cooperativas, el suelo urbanizable, y los elementos patrimoniales. La mezcla de estos tres factores han conseguido un enorme solar donde un día se erigía el antigua taller de artillería y un conflicto de intereses en las antiguas cocheras de Metro de Cuatro Caminos.
El primero de los casos arranca en el año 2014, cuando el Ministerio de Defensa, propietario del antigua taller de artillería, vender el inmueble a la cooperativa Residencial Maravillas por 111 millones de euros. ¿Sus intenciones? Demoler el edificio y construir viviendas de lujo. Pero no es hasta finales del año 2016 cuando el Ayuntamiento de Madrid, con el voto en contra del PSOE y de algunos concejales de Ahora Madrid, autoriza el derribo del edificio.
Desde entonces los trabajos de demolición han sufrido continuos parones por las protestas de los contrarios a esta obra y por un recurso interpuesto por ecologistas en acción. Esta asociación defiende la ilegalidad del derribo al tender que es un patrimonio histórico. Pero al final una resolución del TSJM dio luz verde a la operación urbanística. Todo parecía aclarado hasta que el pasado mes de noviembre la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad protegió el refugio de la Guerra Civil situado en el solar que ocupaba el edificio militar. En la actualidad todo está parado y los preguntas se preguntan: «¿Y ahora qué?».
Las cocheras de Cuatro Caminos, ¿otro nuevo agujero?
El otro de los casos que mantiene en vilo al distrito de Chamberí son las antiguas cocheras de Metro de Cuatro Caminos. En el año 2015, 447 familias compraron los terrenos a Metro de Madrid a través del Grupo Ibosa. Pero la llegada de Ahora Madrid cambió todas las condiciones pactadas con el anterior equipo de gobierno.
Por ley, el Ayuntamiento de Madrid puede reclamar el 10% de cualquier terreno con planes de acción urbanística o monetizar la operación y recibir el 10% del montante económico final del proyecto. En este caso en concreto, el gobierno de Ana Botella eligió el dinero y lo pactó, pero sólo «verbalmente», con el Grupo Ibosa, según fuentes de la cooperativa. A su llegada Carmena y los suyos -con toda la razón- reclamaron el suelo porque les interesaba dotar al distrito con guarderías, polideportivos, zonas verdes, según reconoce el propio área de gobierno.
Al final la cooperativa cedió y esto significó que 42 familias se quedaran fuera del proyecto. Pero en este conflicto apareció un tercer actor, la plataforma ‘Salvemos Cuatro Caminos’. Esta asociación recogió firmas para que no pudiera urbanizar las cocheras al entender que contenía elementos patrimoniales. Además defienden que la autoría de la obra es de Antonio Palacios, aunque es algo que no se ha podido demostrar. Tras una guerra de comunicados y reformas del proyecto inicial el Ayuntamiento de Madrid todavía no ha dado luz verde al proyecto. De hecho, las cocheras se volvieron abrir este mes de marazo después de muchos años, pero no para los cooperativistas sino para un festival de arte urbano organizado por BMW en colaboración con metro. «Este terreno ya no es suyo, no entendemos porque han cedido un suelo que nos pertenece a nosotros», afirma uno de los cooperativistas.