Cuando las principales consultoras y compañías que se dedican a la delicada tarea de escribir informes sobre lo que pasará dentro de muchos años, las estridencias y el dramatismo son habituales. Por eso, el último informe de S&P sobre vehículos eléctricos, además de escapar de dicho alarmismo, pega un espaldarazo a dos de las principales petroleras que operan en España, Repsol y Cepsa.
En concreto, ‘S&P Global Ratings’ deja muy claro que durante la próxima década la demanda de petróleo supone un riesgo muy limitado para las empresas del sector. Estiman que por cada millón de vehículos eléctricos vendidos, contando los puramente electrificados y los híbridos, solo supondrá el recorte de 20.000 barriles al día.
Por este motivo, compañías como Repsol y Cepsa pueden respirar tranquilas. Además, el informe destaca que, incluso con ese impacto debido a la llegada de los coches eléctricos, la demanda de petróleo seguirá creciendo los próximos años debido al crecimiento del transporte comercial, así como la fabricación de productos químicos. S&P calcula que el crecimiento en la demanda durante los próximos cinco años será superior al 1%.
Sobre una perspectiva más alejada en el tiempo, 2030, pese a que son conscientes de lo complejo que es elaborar tesis en escenarios tan alejados en el tiempo, aquí sí empezaría a haber un recorte en la demanda. No obstante, todo este tiempo debería valer a este tipo de compañías, como Repsol y Cepsa en España, a encarar vías alternativas de ingresos, sobre todo enfocadas en negocios renovables. Algo que, por otra parte, ambas compañías están haciendo ya. Así, cada vez es más habitual leer anuncios de acuerdos con empresas “verdes”, o, directamente, líneas de negocio que van en esta dirección.
Por qué Repsol y Cepsa pueden estar contentos
El informe de S&P es demoledor, aunque en este caso beneficia claramente al sector petrolero. Y es que la demanda de los países emergente para el transporte sigue siendo, a corto plazo, una vía de ingreso efectiva. Básicamente porque el 47% del crudo se sigue utilizando en transporte por carretera.
Sobre las cifras, en 2017 se vendieron a nivel global 1,2 millones de vehículos eléctricos, incluyendo camiones ligeros; una cifra ridícula comparada con los más de 90 millones de automóviles de combustión que llegaron al mercado.
De este modo, en una proyección a 2025, y pensando que se vendieran sobre 10 o 15 millones de coches eléctricos, la disminución de barriles diarios sería de 200.000 o 300.000 unidades. Si tenemos en cuenta que al día se producen cerca de 95 millones de barriles, parece que el impacto será mínimo. ¿Y después de 2030?
Aquí la tesis vuelve a ser la misma. Lógicamente el mayor número de vehículos en circulación hará que la demanda sea menor, pero como se puede comprobar en las cifras, no parece suficiente como para dañar dicha industria.
El “pero” para Repsol y Cepsa
En este informe de S&P no todo iban a ser vino y rosas para Repsol y Cepsa. En ese factor que es el tiempo y la obligada reducción de emisiones comprometida por las potencias mundiales, habrá que hacer modificaciones en el tipo de refino producido que puede alterar el negocio.
En este contexto, las refinerías tendrán “reciclar” sus productos debido a la disminución de demanda que se irá dando poco a poco, y a los distintos productos que cambiarán a la hora de refinar crudo. Aquí, el informe estima que no todas las compañías podrán afrontar grandes cambios en su manera de producir, así como de generar nuevos productos. Esto conllevará, añaden, que habrá que hacer fuertes inversiones para ir, lentamente, produciendo menos gasolina y adaptarse a nuevos productos que demande el mercado.
Por lo tanto, la velocidad de adaptación de las grandes empresas a la pequeña -pero progresiva- menor demanda de petróleo será un factor clave para el impacto que soporte el sector. Aunque sea como sea, por el momento Repsol y Cepsa pueden respirar aliviadas y pensar con tiempo.