Banco Popular: cómo un delito menor fue un castigo cruel

La frase es de dos economistas, Guillermo Calvo y Enrique Mendoza. Y la utilizaron en el año 1994, cuando el peso mejicano vivió una grave crisis cambiaria: delito menor, castigo cruel. Casi cinco lustros después, Manuel Conthe, economista y técnico comercial del Estado, la vuelve a poner sobre la mesa para describir “el cruel final”, como así lo califica, del Banco Popular.

Lo hace en uno de los capítulos del Anuario del Euro 2017, un libro coeditado por la Fundación ICO y la Fundación de Estudios Financieros, donde el también expresidente de la CNMV pone de manifiesto que “el nuevo mecanismo único de Resolución (MUR) funcionó con una celeridad y eficacia admirables”. Y añade: “Para sorpresa general, poco tiempo después su entrada en funcionamiento a principios de 2016 (…), se aplicó en junio de 2017 (…) en el Banco Popular español”.

El economista señala que, desde el 3 de junio, la JUR ya tenía sobre la mesa la operación, que el BCE puso en marcha el 6 de junio al comunicar a la JUR que “el detonante no era un problema de solvencia del banco, sino su falta de liquidez ante la masiva fuga de depósitos y el agotamiento de la financiación extraordinaria que le había proporcionado el BCE”.

“No es posible saber con certeza cómo llegó a ese ‘valor razonable’ (fair value) negativo de entre 2.000 y 8.000 millones de euros el informe de Deloitte»

Entonces es cuando entró en juego el informe de la consultora Deloitte, cuyo experto estimó que el valor del banco era negativo, cifrándolo en 2.000 millones (en el mejor de los escenarios) y en 8.000 millones (en el peor). “No es posible saber con certeza cómo llegó a ese ‘valor razonable’ (fair value) negativo de entre 2.000 y 8.000 millones de euros, muy inferior al valor contable de los recursos propios del Popular (que era de unos 12.000 millones). Para calcularlo no parece que, por la premura, pudiera hacer un cálculo sofisticado”, argumenta Manuel Conthe.

La pérdida de confianza en Banco Popular

El ex presidente de la CNMV continúa enumerando una serie de circunstancias que influyeron en la continua y progresiva pérdida de confianza en la entidad financiera: pérdidas de 3.485 millones de euros en 2016; ajustes sobre las cuentas ya aprobadas; el navegar entre dos aguas de Emilio Saracho cuya indefinición fue sinónimo de zozobra…

Todo ello agravó la ‘espìral de la muerte’ (death spiral) a través de dos vías, según Conthe: “el riesgo de que la resolución del banco conllevara una potencial quita o reducción (bail-in) de depósitos no garantizados provocó su salida masiva del banco (…) y la posibilidad de que los posibles compradores pudieran adquirirlo ‘a precio de saldo’, sin opa, durante el proceso de resolución, como efectivamente ocurrió, redujo probablemente su interés en llegar a una ‘solución privada’ para comprarlo”. Lo que vendría después fue la venta por 1 euro al Banco Santander.

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¿Lecciones a borrar del disco duro? En el citado libro, Conthe habla de “que un banco pueda ser objeto de resolución puede sumirle en una peligrosa espiral de la muerte y generar pánicos bancarios”. Un peligro al que pueden verse más expuestos los bancos cotizados medianos y pequeños “que pueden ser abandonados a su suerte por las autoridades financieras”. Asimismo, sostiene que los balances bancarios y los test de estrés “no siempre reflejan los problemas latentes de las instituciones, que no salen a la luz pública hasta que la entidad entra en crisis”.

Según Manuel Conthe, “debemos evitar que el MUR se convierta, sin pretenderlo, en un eficaz mecanismo para resolver crisis bancarias que él mismo exarceba”. Aunque, gracias a ello, hará que las entidades se ‘pongan las pilas’ y sean “especialmente diligentes y cuidadosas al efectuar con rapidez las provisiones necesarias para mantener un balance realista (…), para evitar que una mera crisis de liquidez pueda llevarles a su resolución por la JUR (…), e impedirá que los supervisores bancarios puedan permitirse una política de ‘tolerancia’ (forebearance) o gradualismo excesivo con los bancos mal provisionados”.

¿Conclusiones? Manuel Conthe habla del “escaso acierto” de quienes llevaron la batuta del Banco Popular durante los últimos tiempos (sin nombrar específicamente a Ángel Ron o Emilio Saracho). “Por desgracia, los directivos y consejeros del Popular no advirtieron a tiempo que el nuevo Mecanismo Único de Resolución, precisamente por su agilidad y espíritu draconiano, supone un cambio que agrava ciertos riesgos para los bancos cotizados. El Popular no supo adaptarse a ese cambio y, abandonado a su suerte, no sobrevivió a los ‘dilemas de la resolución’”, concluye.