“Es el momento de la gestión del éxito turístico en España”. Con estas palabras la secretaria de Estado de Turismo, Matilde Asián, sembraba la duda en un sector que supone un 11,5% del PIB en España. ¿Significa que España ha llegado al límite de capacidad de turistas y ya no va a seguir batiendo récords? Y no, no estamos locos, este titular tiene una explicación.
Ni España puede vivir eternamente del turismo, ni el turismo puede seguir aumentando hasta límites insospechados. ¿Por qué? Porque es insostenible. El Gobierno tiene miedo. La secretaria de Estado de Turismo ya lo avisó. Pero no es la única, el vicepresidente de Exceltur, José Luis Zoreda, también lo piensa. “El reto fundamental es cómo gestionar el éxito y cómo conseguir un crecimiento sostenido”, asegura.
Desde hace varios años el turismo en España es la principal fuente de alegría para el Gobierno. Los datos son contundentes. El PIB turístico creció un 4,4% en el conjunto de 2017 y se crearon 77.501 nuevos empleos, aunque siempre bajo la sombra de la precariedad. Estas cifras suponen encadenar ocho años con un crecimiento superior al del conjunto de la economía española y elevar su participación en el PIB hasta el 11,5%, gracias a los 134.000 millones de actividad que generó en 2017, según la alianza turística Exceltur.
La estrategia durante estos años está clara: crecer y crecer en volumen de visitantes para seguir alimentando el discurso del récord. La palabra más repetida en el sector. Hace unos días, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, adelantaba que España cerraría 2017 con 82 millones de turistas y 87.000 millones de euros de gasto turítico. Otro récord del que se hacía eco también el ministro de Turismo, Álvaro Nadal, alardeando de desbancar de la segunda posición mundial a EEUU. Dato que ha fijado en su Twitter.
Por primera vez, #España supera a Estados Unidos en número de turistas internacionales y se sitúa tan solo por detrás de Francia. Es una gran noticia y un reconocimiento por todo lo excepcional que nuestro país ofrece siempre al visitante.
— Álvaro Nadal (@MinistroNadal) 10 de enero de 2018
Hasta aquí todos contentos con el discurso triunfalista. Pero existen varios factores que inciden en el hecho de que el sector tiene un tope: la sensibilidad del turismo a la política, la recuperación de la competencia, el Brexit y el rechazo social. La primera la ha vivido este año España en sus propias carnes. La inestabilidad política y el ‘procés’ catalán han provocado el recelo de muchos turistas internacionales a viajar a la región. Más allá incluso que el atentado terrorista en verano.
La situación de inestabilidad política en Cataluña ha detraído en 0,3 puntos porcentuales el crecimiento del PIB turístico español. En octubre cayó un 4,3% y noviembre un 2,3%, según el INE. En Barcelona entre estos dos meses la caída fue del 9,6%. Y Exceltur estima que se ha perdido 319 millones de euros de actividad turística desde la celebración del referéndum ilegal.
La situación de inestabilidad política en Cataluña ha detraído en 0,3 puntos porcentuales el crecimiento del PIB turístico español
Si la cuestión independentista no se resuelve, Cataluña y España se seguirán resintiendo a principios de 2018. De hecho, el turismo de Congresos es el gran perdedor, según el propio Ministerio de Turismo. Pero el resto de actores también sufrirán. Los hoteleros prevén una caída del 10% en ingresos, el rent a car de 6,8% y las empresas de transporte del 3,5%. Algo que se traducirá en una oleada de despidos.
En 2018 se espera que España vuelva a crecer. Pero ya hay síntomas que indican la desaceleración. En el cuarto trimestre de 2017, el PIB turístico creció un 2,9% respecto al 4,4% que registró en verano.
Así, las previsiones de crecimiento para este año confirman que “volveremos a tener un año positivo, pero creceremos menos que en 2017, un 3,3%”, según Zoreda. Un dato teniendo en cuenta que la situación catalana mejore. Si no es así el crecimiento será menor aún (2,8%).
Recuperación de los competidores
Al igual que a España los problemas políticos le ha pasado factura, peor situación han vivido países como Egipto, Túnez o Turquía. La Primavera Árabe primero, y después los continuos ataques terroristas han beneficiado de forma indirecta a España. No es una novedad que las cifras registradas por nuestro país estén infladas de turistas prestados de estos destinos.
Según cálculos de Exceltur, desde 2011 y hasta 2015 España ha recibido entre 6,3 y 8,2 millones de turistas prestados de los países del norte de África, que han aportado unos ingresos extra al sector de entre 5.000 y 6.300 millones de euros durante estos años. En 2016, Turquía, Túnez y Egipto perdieron 16 millones de turistas. Pero esta situación no era eterna. En 2017, estos tres países ya han recuperado 8,5 millones. Por lo que, en los próximos años, muchos turistas internacionales abandonarán la costa española atraídos por ofertas más económicas de estos países.
En un estudio realizado por el Consejo Mundial de Viajes y Turismo, los investigadores concluyen que los ataques terroristas impactan enormemente en el destino a corto plazo, pero suelen recuperarse en menos de dos años. Los datos indican que lo más perjudicial para el turismo es la frecuencia de los ataques, más que la magnitud de los atentados. De hecho, de la oleada de ataques terroristas ocurridos en Francia también se acabó beneficiando nuestro país.
Una coyuntura internacional en la que el Brexit también afectará a España. El principal mercado emisor del país es Reino Unido. La depreciación de la libra y la salida de la UE serán consecuencia directa del debilitamiento del consumo turístico británico.
Rechazo a los turistas
Mientras el Gobierno presumía de récord tras récord, muchos ciudadanos mostraban su rechazo a los turistas. Es lo que desde el verano pasado se conoce como turismofobia. Barcelona, Palma de Mallorca o San Sebastián son algunas de las ciudades turísticas más afectadas. En algunos casos incluso con actos vandálicos sobre lugares o empresas turísticas.
El problema es que la concentración de grandes volúmenes de turistas provoca que los residentes no se sientan cómodos. Solo en Barcelona, por cada 100 habitantes hay 11 turistas. Motivo por el cual algunas regiones han optado por implantar tasas turísticas para frenar esta invasión. Y ya de paso sacar tajada. En Cataluña hay dos tasas, en Baleares funciona la ecotasa y en San Sebastián podría aprobarse este año.
Se trata de un fenómeno del que el sector culpa al crecimiento descontrolado de las viviendas turísticas a través de plataformas como Airbnb. Y que en realidad revela el sinsentido de la estrategia de crecer por crecer obviando la calidad de la oferta.
Tras años de bonanza y de boom turístico, ahora toca cambiar de estrategia. La inestabilidad política o la turismofobia son aspectos que limitarán este crecimiento. El Gobierno, el ministro de Turismo y el sector lo saben. No vale crecer por crecer. No es sostenible ni posible. Los datos muestran crecimientos cada vez menores. Y hay miedo por la dependencia de la economía española del turismo. Por eso, es cierto que es el momento de gestionar este éxito para no llevarnos las manos a la cabeza cuando las cifras no marquen nuevos récords.